Sesenta y un días

Capítulo 4

NOCHE Y SUSTOS
 
 

—Traje una pizza americana, no se si te gusta pero a mi si— pasa por mi lado—ya viene cortada, no necesitamos ese  chuchillo—se burla de mi.
 
—Muy gracioso, ¿como sabes que estaba sola?
 
Tu madre me lo dijo, al parecer querían tener una velada a solas.
 
—¿Fuiste a la cafetería?—¿que no era ahí donde iba a ir?
 
—¿Cafetería?—pregunta— No se de que hablas, pero están mi casa, bueno la de Daniel.
 
Que descaro de parte de esa señora.
 
—¿Qué hacías?—Mira para el sofá y luego a mi
 
—Buscaba una película para mirar.
 
—Bueno ya tienes compañía y comida—va hacia el sofá y se deja caer con ambos brazos en el respaldo.
 
Disimulada mente voy hacia el ventanal y me fijo si sigue la figura de el sujeto, por suerte no logré ver nada. Ahora me siento más segura con Tahiel aquí.
 
Él me sigue con la mirada y levanta una ceja.
 
—¿Qué haces?
 
—No nada—río nerviosa y voy al sofá con él —busca algo tú ya que trajiste pizza.
 
Mientras Tahiel buscaba una película, mis ojos se movían nerviosamente hacia las ventanas. Lo peor fue que justo eligió una pelicula de terror y mis nervios estaba de punta. Inconscientemente me iba acercando a él poco a poco hasta quedar pegada a sus costillas.
 
—Solo es una película Ade—me sonríe y me pasa un brazo por los hombros y me apreta.
 
No es la primera vez que un chico me abraza, pero si es la primera vez que me siento con una sensación rara, pero me encanta. Me siento muy cómoda a su lado, lastima que solo estate a un mes aquí con su compañía.
 
Me estaba quedando dormida en su pecho cuando siento que la puerta principal se habré, doy un respingo despegándome de Tahiel quien seguía mirando la película con su brazo en mi cintura.
 
—Gracias niñera por tu servicio— le dice a Tahiel acercándose  a nosotros.
 
Me pongo de pie y el igual.
 
—Siempre a sus servicios, Sra Smith— se gira  a mi y me guiña un ojo sin que mi madre vea— Bueno creo que me iré.
 
Lo acompaño a la puerta y me dan ganas de decirle que se quede. Pero, ¿Qué me pasa?
 
—Le diré a mi padre que tenga más citas con Megan, así te haré más compañía—dice juguetón, me toma la mano y me da un beso corto en ella.
 
No se que decir, la simple acción me toma por sorpresa.
 
—Vuelve cuando tú quieras, Tahiel— me despido de él y cierro la puerta.
 
***
 
Luego de a ver tenido una noche muy larga y de haber dormido casi toda la mañana me levanto de un humor pesado. Reconozco mis pinturas y un lienzo h me voy hacia el patio trasero a pintar algo.
 
Estoy pintando el paisaje de pinos y clima nuboso. El tiempo se a puesto igual que mi humor. cada movimiento de hojas me pone de los nervios. 
 
Vuelvo a poner los ojos en el lienzo y mezclar dos tonos de verdes y gris. 
 
Un llanto adolorido de gato llega a mis oídos haciendo que de un salto y derramé todas los tarros de pintura abiertos que estaba utilizando.
 
—¡Oh no, mis últimos colores verdes!— me apresuró a levantarlos.
 
El pobre animal sigue maullando, levanto mi mirada y busco de donde viene el sonido, voy hacia el. Cada vez que doy un paso más cerca el animal maúlla más dolorosamente. Debe de estar asustado.
Ahogo un grito cuando veo a la pobre criatura arrastrarse sobre sus patas, al parecer una de ellas está rota y está muy herido. Corro hacia la cabaña en busca de una manta para recogerlo y llevarlo a dentro.
 
Me demoro por culpa de la tonta manta que no encontraba. Al llegar a donde estaba el animal, ya no lo encuentro en el mismo lugar. Busco por toda la zona, no podría ir muy lejos en sus condiciones pero no lo encuentro.  No me queda otra que volver hacia donde estaba antes y recoger mis cosas, ya no me sirven de nada las pinturas, tendría que ir a comprar más. 
 
Me quedo pensando en el pobre gatito, su pelaje esponjoso, de color blanco y con una mancha negra sobre su ojo. Luego volvería a buscarlo si lo escuchaba maullar. 
 
Mientras tanto voy hacia mi habitación por mi mochila y le aviso a Megan que voy a ir por mis pinturas a alguna tienda cercana de por aquí–cosa que no hay muchas– salgo por la puerta y desaparezco antes de que Megan me pida algo.
 
 
De camino otra vez me invade esa sensación de que alguien me esta observando, quizás me este volviendo loca. 
 
Salgo de la pequeña tienda con una bolsa con mis pinturas y alimento para el gato si lo llego a encontrar. Voy caminando mientras pongo las bolsa en mi mochila cuando siento pasos muy cerca de mi, cada vez se vuelven más rápidos a medida de que yo acelero los míos.  
 
Estoy en una calle rodeada de árboles grades, unas dos personas cruzan trotando al lado mío y eso me calma un poco los nervios. Pero el clima sigue horrible lo cual pone esta situación más espantosa.
 
El sujeto extraño, me alcanza y comienza a caminar a mi lado mientras se lame los labios para hablar. 
 
—Hola preciosa, ¿Estas sola por aquí?
 
Las alarmas en mi cabeza se encienden y mi corazón late con fuerza, estoy a punto de ponerme a correr cuando el sujeto me toma del brazo.
 
—¿A donde vas? Hoy necesito compañía— me mira con los ojos dilatados.
 
Seguro es algún vagabundo drogado.
 
La situación se está poniendo cada vez más espantosa para mi, ya no hay nadie al rededor para pedir ayuda.
 
—¡Suéltame! Idiota—intento soltar su agarre pero el pone resistencia en su mano sobre mi brazo.
 
—Mm no lo creo...
 
—Que la sueltes te acaba de decir.
 
¡Santo dios santísimo! Alguien a venido a ayudarme, al girar mi cabeza hacia esa persona mis ojos se habrán más grandes al ver que es Tahiel. Un alivio recorre por todo mi cuerpo al tenerlo cerca.
 
Su mirada de rabia es penetrante hacia el sujeto quien suelta rápidamente al notar su presencia.
 
—Tienes dos segundos para largarte antes de que te de la golpiza de tu vida.—lo amenaza Tahiel.
 
Instintivamente me cubro atrás de él cuando el sujeto me suelta. Sus ojos no dejan al sujeto hasta que esté sale de nuestra vista.
 
Se voltea hacia mi y su mirada sigue fría como el hielo la cual relaja al ver mi rostro de terror y mis manos temblar.
 
—Estas bien—me pone una mano en el hombro tranquilizándome.
 
Asiento con la cabeza.
 
—Vamos, te llevo a tu casa.
 
—Yo..— no se que decirle todavía sigo con los nervios a flor de piel.
 
—Vamos sube a mi jeep, si no quieres ir aun a tu casa iremos a dar una vuelta— me dice amablemente.
 
 
Nose cuando ni donde a apareció Tahiel, sea como sea agradezco de que haya aparecido, al final de todo si no fueras porque él estuviera aquí no se que hubiera pasado conmigo y ese sujeto. Nunca había estado en una situación similar y espero que esta sea la última vez que me pase.
 
Tahiel me guía hacia su jeep y abre la puerta de este para que me suba. Me siento segura adentro del jeep y todo huele a Tahiel.
 
—Iremos a un lugar especial, te va a encantar—me sonríe y arranca el jeep.




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