Sesenta y un días

Capítulo 8

 

 

Mat ya se había marchado por la mañana, me había despedido de él y volví a encerrarme en mi habitación. No quería cruzarme con Megan, así que opte por vestirme e ir a la pequeña cafetería que solía ir con ella.

Tome mi pequeña mochila y puse mi teléfono dentro con mi billetera, sigilosamente baje las escaleras sin hacer algún ruido. Fue en vano porque Megan estaba parada alado de él sofá con una taza en la mano. Camine hacia la puerta sin decir nada.

—¿No vas a desayunar?— pregunta.

—Si, pero no aquí.

—¿Vas con… Tahiel?

La manera en que lo dijo me molesto un poco lo voy a admitir, al parecer se había arrepentido de lo que me había dicho hace unas horas atrás.

—Puede que si—dije para molestar— ¿Por qué? ¿Pasa algo?

Mi tono de voz era desafiante pero el de ella fue peor cuando me respondió.

—No ¿acaso estas haciendo algo malo?

Estuve a punto de mandarla a la mierda pero me contuve.

—Nos vemos luego, Megan.

Salí por la puerta sin más, no pensaba seguir esa tonta conversación.

Tendría que caminar como media hora par llegar al mini centro del pueblo, pero no importaba así tenía bastante tiempo para pensar.

Pero para ser sincera una ola de miedo me invadió al encontrarme caminando sola por las calles, quizás me volvería a aparecer el sujeto borracho de la otra vez y a pesar de todo aún estaba temerosa por las sombras que me aparecían en la noche. Megan me había dicho que le informará si volvía a aparecer, pero que le iba a decir en su gran noche especial.

Apresure el paso ya al cabo de un rato estaba llegando, por suerte habían personas alrededor y sobre todo se notaban los turistas, no sabía que venían a este pueblo. Si no tenía nada de especial ¿o si? Y encima de todo tendría que quedarme un mes más aquí.

Estaba caminando y mirando por las pequeñas vitrinas de las tiendas. Me pare al ver una cartelera con puestos de trabajo. Habían dos, uno por durante todo un año y el otro solo era por el verano de camarera atendiendo mesas en el mini restaurante que estaba al otro lado de la calle. No me tomó mucho pensarlo, estaría más tiempo ocupada aquí que en la cabaña de Megan y lo mejor era que iba ahorrar un poco para cuando este en la universidad así Mat no tenía que gastar tanto en mi.

Tome el anuncio y cruce la calle para ir hacia el restaurant, me pare en el mostrador donde estaba un chico moreno un poco más grande que yo– nada mal por cierto– estaba escribiendo en una laptop muy concentrado.

Me aclare la garganta antes de hablar.

—Hola— le dije y él subió la mirada hasta mi cerrando la laptop.

—Bienvenida a Soup ¿n que puedo ayudarla?— me miro con unos ojos grisáceos y una encantadora sonrisa.

—Vine por el anuncio de trabajo, me interesa. ¿Con quien tengo que hablar?

Me hizo un gesto con la mano para que esperara y se agacho hacia el mostrador buscando algo.

—Conmigo, claro. ¿Tienes experiencia?

—Algo, sí.

—¿Tienes tiempos libres por las tardes?

—Si mucho.

—Bien y, lo mas importante ¿ tienes ganas de trabajar?

—Púes claro, por eso estoy aquí. — Era mentira pero el que sabia.

—Púes entonces bienvenida, si puedes empiezas esta tarde a las cinco.—me observo esperando una respuesta— ¿Puedes?

—¿Qué? ¿Eso es todo?

—No tenemos muchos voluntarios para trabajar y en verano los turistas suelen venir más con frecuencia. Y solo somos dos camareros.

—¿No hay chicas aquí?

—Oh si, la chef, Te va a encantar. Toma— me paso una hoja y una pluma— receta esto y luego puedes irte para volver esta tarde.

Lo mire perpleja ¿ eso era todo? Ojalá en mi cuidad se consiguiera así de fácil un trabajo. Rellene la ojalá y me fui hacia la calafatería.

 

Luego de estar reflexionando con mi café y donas en la mano en aquella cafetería que olía a chocolate, hice mi camino hasta la cabaña de Megan. No tenía porque estar enojada, solo estaría aquí dos meses, sesenta y un días para ser exacta desde que llegué aquí y ya llevaba una semana. Luego me iría a la universidad y comenzaría mi propia vida.

Llegué a la cabaña y fui hacia la cocina por un vaso de agua– me había deshidratado caminando– allí estaba Megan cocinando. No la podía evitar todo el día, y aparte Mi molestia se había desintegrado por el motivo de que ahora tenia un trabajo– mi primer trabajo– tome un vaso, lo llene de agua y me lo bebí de un trago solo.

—Te has ido por toda la mañana—murmuro Megan mirándome de reojo mientras picaba las verduras.

—Valió la pena, e conseguido trabajo.

Dejo de cortar y se giro para mirarme como si tuviera tres cabezas.

—¿Has conseguido trabajo?

Asentí con la cabeza sentándome en la pequeña mesa de allí.

—y…¿Por qué?

—Necesito dinero, dinero independiente. Ahorraré algo para la universidad.

—¿Te piensas ir lejos?

—Ese no es el caso, no quiero depender siempre de Mat.

—Pero también me tienes a mi.

—Mucho menos de ti.

—Soy tu madre.

¿Cuándo? ¿Cuando solo vengo por las vacaciones y obligada?

—Sigue sin ser el caso— me levanto y voy camino hacia las escaleras.

Ella me sigue y sigue hablando detrás de mi.

—¿Es por lo del compromiso? Es eso ¿no?

—No, no lo es. Puedes pensar lo que quieras— vuelvo a caminar pero me detengo— y no te preocupes, no me acercaré al hijo de tu futuro marido.

—Eso no me interesa Adeline— Responde un poco molesta.— Puedes hacer lo que quieras.

—Oh vamos mamá, ni tú te lo crees— pongo los ojos en blanco  y seguí mi camino hacia mi habitación.

No entendía lo que estaba pasando en su vida amorosa y tampoco lo queria saber. No ahora.

 

                                             ***

 

 

—Bien, tus días de trabajo serán los Lunes, miércoles y viernes y sábados— me dijo el moreno ojos perfectos— tus horarios no variarán, solo son de cinco a diez. Pero siempre serás bienvenida si quieres hacer extras hasta las doce.




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