Sesenta y un días

Capítulo 13

Todo se sentia perfecto por primera vez en semanas, mis pies tocando el agua en la orilla del lago mientras mis manos sostienes la cámara fotográfica para que el paisaje se vea hermoso donde dos aves posan en un pino cercano a mi.

Me giro hacia Tahiel, quien estaba intentado quitar unos yuyos alrededor de la cabaña. Se veía tan bien  con solo unos pantalones puestos, con su torso desnudo y el sudor resbalando en el. Busco un buen ángulo con la cámara y lo enfoco, tomo una fotografía tras otra, se veía mejor que cualquier foto de paisaje que tomara.

Había pasado tres días desde aquella mañana donde lo habíamos hecho por primera vez. Desde esa mañana fue imposible estar alejada de él y no pude seguir negándose a mi misma lo que sentía. Sabía que esto no duraría mucho porque pronto me iría, pero podía divertirme por mientras ¿no? De todos modos esto quedaría entre él y yo y jamás nuestros padres lo sabrían.

A pesar de que Megan había dicho que no le importaba, yo sabía en el fondo que estaba mal. Pero no podía seguir resistiéndose a él, disfrutaría estos últimos días y me iría. Todo volvería a la normalidad en unas semanas.

—Te vez tan bien trabajando— me burlo de él,  acercándome.— ¿Quieres ayuda?

Tuerce su labio en una sonrisa tierna y arranca un yuyo, se incorpora y arranca una pequeña flor que había en la rama.

—Ya he terminado— me extiende la pequeña flor— Una flor para otra flor.

El simple gesto me hace sonreír, en toda mi vida el único chico que me había dado flores había sido mi hermano.

—¿Quieres hacer algo en la noche?—Pregunta volviéndome a la realidad.

—Tengo que trabajar.—respondo.

—Eres la única chica que conozco que trabaja en sus vacaciones ¿En realidad lo necesitas?

En verdad no lo necesitaba, pero era la única manera de estar alejada de la cabaña de Megan, además había hecho amigos nuevos.

—No pero aun así me gusta y me necesitan ahí.

—Han sobrevivido sin ti todo este tiempo—se acerca a mi cautelosamente y mis ojos viajan en su abdomen definido—me tienes a mi para pasar tiempo afuera de casa, lo sabes.

—Si, lose pero aun así me agrada trabajar allí.—quieto los ojos de su abdomen y miro hacia el verde de sus ojos— Tengo dos horas antes de irme.

—Se me ocurre varias cosas para hacer en esas dos horas— murmura con una sonrisa traviesa.— Pero primero me daré un baño.

Me da un corto beso en la frente y se marcha hacia la cabaña pequeña. No tomo mucho tiempo en seguirlo. Voy hacia la habitación a buscar mi mochila para guardar mi cámara, estando allí me siento en la cama y saco mi móvil, es imposible obtener una buena señal en este lugar así que lo guardo y dando un suspiro me dejo caer de espaldas en la cama.

Siento la puerta abrirse y automáticamente giro mi cabeza hacia ella. Mis ojos quedan clavado en la persona que entra y tiene una toalla envuelta en su caderas.

Se da cuanta de mi presencia la instante en el que entra, me mira con una sonrisa malvada y va hacia la pequeña cómoda donde hay algunas cosas de él. Desde la primera vez que vine aquí hasta ahora, había empezado a traer muchas cosas de él aquí.

—Solo me pondré unos pantalones cortos— dice abriendo el cajón.

—No necesitas ponértelos— digo más para mi que para el, aun así lo escucha y queda a medio abrir el cajón.

—¿Eso quieres?— pregunta dándose la vuelta y apoyando sus codos de espalda en la cómoda. Aún tenia varias gotas de agua resbalando por su piel y se veía muy bien así.

—Si tu quieres...— consigo decir.

—Yo querré siempre lo que tu quieras— Responde acercándose a mi.

Se detiene justo al frente de mi en la orilla de la cama donde estoy sentada, toma mi mentón con una mano y me da un tierno beso en los labios. Inconscientemente pongo ambas manos en su caderas justo al borde de su toalla, un solo movimiento y está caería al suelo.

Abro los ojos y me encuentro con el bosque de sus ojos en los míos mirando con  una expresión que desconozco y es inevitable no perderse en ellos.

 

 

***

 

 

—Si sigues así haré que te despidan— Harry pone una bandeja vacía en frente de mi rostro para hacerme volver a la realidad— ¿Qué tanto piensas niña?

—No, en nada.

Habia estdo pensando el en todo lo que me había dicho Logan sobre Daniel. Había cosas que no cuadraban como por ejemplo, si los rumores eran o no ciertos ¿Por qué Megan ignoraba todo eso?

Pero también estaba el hecho de haberme gritado el desprecio que sentía sobre mi padre la otra noche.

Algo había aquí y tenía que averiguarlo.

—Vamos, solo falta una hora y cerramos— Harry vuelve a pasar por mi lado tendiéndome otra bandeja con una orden — llévala a la mesa diez, acaba de llegar más gente ¿lo puedes creer? Y estamos por cerrar. Necesitaremos más gentes los fines de semana.

—Púes pídele a Marcus que cobrarte a más chicas bromeo.

Camino hacia la mesa diez donde está un chico con gorra negra sentado de espaldas al restauran mirando por la ventana.

Dejo el plato en la mesa sin mirar mucho al chico. Me incomodaba mirar mucho a las personas a la cara.

—Aquí esta su orden— le digo amablemente.

—Gracias corazón— Responde una vos que absolutamente conozco de toda la vida.

Mis ojos se habrán a la par y tomo la gorra del chico y la jalo rápidamente de su cabeza.

Doy un grito de felicidad y me tiro encima de Fernando. Todo el restaurante nos queda mirando por un momento y me obligo a ponerme en orden y actuar con normalidad.

—¡No lo puedo creer! ¿En qué momento has llegado y no me has avisado?— pregunto emocionada dando salimos con mis pies.

Algunas personas a mi alrededor seguían mirándome hacer el ridículo.

—Hace dos horas, quería sorprenderte— se ríe acomodando su gorra— y el que terminó sorprendido fui yo al escuchar a tu madre decir que estabas trabajando ¡trabajando! No me lo habías comentado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.