Sesenta y un días

Capítulo 15

Estar en vuelta en los brazos de Tahiel y en un lugar tan lindo como él, era una de las cosas más bellas que me podía pasar. Nunca imagine sentir lo que estaba sintiendo en este preciso momento, hacia que valiera la pena estos sesenta y un días aquí.

Un sentimiento amargo paso por mi mente al recordar que luego tendría que volver a mi casa y quizás nunca lo volvería a ver ni sentiría lo mismo dos veces.

—Gracias por hacer que esto valga la pena— le digo acurrucados más a él y me rodea mas con sus brazos— es un lugar hermoso.

—Tú lo haces más especia— susurra en mi oído y hace que la piel se me vuelva de gallina.

Y quizás no podría guardar esta noche en una fotografía, pero este era un momento que siempre quedaría marcado más allá de mi memoria.

La noche paso y el sol comenzó a asomarse mientras la luna desaparecía poco a poco. El color anaranjado empezó a asomarse detrás de aquellos grandes pinos dejando atrás la noche estrellada. El cielo se abrió en un celeste opaco, todo se volvió más brillante, pinos, piedras, agua, toda la naturaleza de allí y valía la pena haber estado despierta toda una noche para ver el amanecer más hermoso.

—Guau, esto es hermoso.

—Es como mirar tu cabello, anaranjado y brillante— me volteo a verlo— Eres el amanecer más lindo que he visto.

Acabábamos de presenciar el amanecer más hermoso que haya visto y él decía que era yo el más hermoso para él. Eso derritió mi corazón y tome su rostro con mis manos. Su ojos brillaban aún más, como si quisiera gritar.

—Y tú eres la persona más hermosa que he conocido jamás.

—Adeline, yo…— no se que iba a decir, pero no tenía tanta importancia para mí en estos momentos, asique selle sus labios con los míos haciéndolo callar.

Sus labios suaves se movían sobre los míos en un beso lento y delicioso. Transmitían paz y desesperación al mismo tiempo. El beso perfecto en un lugar perfecto con una persona perfecta.

Él hacia que todo se sintiera bien aún cuando todo estaba mal.

Era como un sueño, pero pronto tendría que despertar y volver a la cruda realidad y dejar todo esto atrás.

Me separe de él, no quería pero necesitaba un poco de aire porque todo se estaba volviendo agitado y caluroso.

—Necesito respirar— murmure.

—Te dejo sin aliento ¿eh?— bromea y lo empujo callando sobre el en el césped.

Nos reímos por un momento pero luego mu sonrisa se apago. No quería que esto terminará jamás.

—Estañare esto— dije al cabo de un momento silencioso.

—Vamos, no será tan malo…— Él me miro de reojo y se incorporó para quedar sentado junto a mi.

—Solo nos queda cuatro semanas y después…

—Después, después lo resolveremos o quizás no. Por mientras devoremos cada segundo.

No me atreví a mirarlo, sabía que cuando me marchara ya no volvería. No volvería a ver su ilusa cara de perfección. Me acosté sobre el césped verde y quede mirando su espalda la espalda perfectamente definida.
Él se giro hacia mi y sus ojos se encontraron con los mios. Quizás el también sabían que éste era el final de una historia corta, pero se aferraba a la pequeña mentira para alargar nuestros cortos momentos juntos.

—¿Quieres ir a nuestro lugar feliz?— me preguntó con media sonrisa. Asentí con la cabeza, pero luego dije que no.— Al menos, siempre vamos a tener nuestro pequeño casita para encontrarnos cuando nos sentamos perdidos en donde sea que nos encontremos.

—Tú siempre pensando en eso— me reía en una carcajada, pero luego mi rostro quedó serio— tenemos dos semanas para estar ahí solo tú y yo.

—Y para mi será un absoluto placer estar solo contigo ahí dentro en todos los sentidos, me refiero.

—¡Siempre serás un tonto!— brome

—Un tonto que te canta las perfectas canciones de Ed Sheeran, y aunque lo niegues, se que te encanta.

—Voy a seguir sin admitirlo—puse los ojos en blanco— pero es verdad—murmure más para mi misma en voz baja.

Esta vez me miro un poco sin una sonrisa.

— ¿le contarás?

No lo entendí en el momento, pero luego lo comprendí. Le había dicho que Megan sabía de lo nuestro pero yo lo negaba. Y él quizás quería sea honesta, después de todo era mi madre; aunque no se comportaba como una.

—No lo se, después de todo lo que a pasado…

—Se merece saberlo de todos modos.

—¿Eso te haría feliz?

—Un poco si. Pero quiero que tú estés feliz.

—Y lo seré si no seguimos hablando de esto.— murmure con una sonrisa triste.

—Bien, ahora vámonos de aquí.

Tomó mi mano y me incorporo para poder abrazarme y besarme.

 

Eran las seis y cuarto de la mañana cuando llegué a la cabaña de Megan. Silenciosamente abrí la puerta principal, miré para los lados pero no había nadie. Di un suspiro de alivio, quería ahorrarme explicaciones.

Subí rápidamente las escaleras hasta llegar a la puerta de mi habitación, puse la mano sobre la perilla para abrirla pero algo llamó mi atención. La puerta de la habitación de enfrente donde se encontraba Fer estaba media abierta. Me asome a ella y mire hacia adentro esperando encontrarlo durmiendo, pero no. La cama estaba desatendida pero no había nadie allí.

Oh no. Quizás me había ido a buscar o estaba en mi habitación.

Intenté encontrar alguna excusa de mi ausencia para explicarle, pero no encontré ninguna. Tendría que decirle la verdad, no se merecía que le mentira, era mi mejor amigo.

Entre sin más a la habitación perpetrada para ver su rostro buscando una explicación, pero tampoco estaba allí.

Que raro ¿Dónde estará?

Busque en los baños pero estos también estaban vacíos, fui hacia la terraza con la esperanza de que estuviera allí. Tampoco estaba ahí, camine hacia la barandilla y miré hacia el patio. Dudaba de que estuviera afuera luego de haber visto aquella sombra misteriosa y estaba en lo correcto, tampoco está ahí.

No me quedaba más opción que volver a bajar a la planta baja y ver si estaba en la cocina o en la sala. Quizás estaba allí y no lo había visto.




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