Prólogo

La música nos llevó al mismo lugar.

Eres la primavera más bonita que mis ojos han podido presenciar, tu voz es la melodía más hermosa que he escuchado y mi corazón te pertenece desde el primer instante.

Lo único que quiero es tu felicidad, quiero verte sonreír y bailar junto a ti por el resto de mis días.

No me importa si ante los ojos de los demás, nuestro amor es algo que no pueda ser, porque no hay nada que no arriesgaría para quedarme contigo hasta el final.

Cuando sientas que ya no puedes respirar, cuando ni siquiera tengas fuerzas para siquiera abrir los ojos, cuando sientas que tu corazón está roto en mil pedazos y no encuentres una razón para seguir aquí. Siempre estaré para ti porque me siento igual.

Nunca olvides que está bien ir lento, no necesitas avanzar con rápidez para saber que has hecho un avance.

Cuando no quieras levantarte de la cama, cuando sientas una opresión en el pecho y las lágrimas comiencen a caer por tus ojos, recuerda que siempre voy a estar para ti.

Cuando sientas que el mundo está acabando contigo, solo tienes que recostarte sobre mi hombro. Puedo consolarte, limpiaré cada una de tus lágrimas hasta que puedas tranquilizarte, nunca vas a perderme.

Nunca voy a soltar tus manos a lo largo del camino que nos queda por recorrer, nunca dejaré de levantarte cuando lo necesites. Nunca voy a dejarte sola.

Siempre puedes contar con la persona que te ama.

Siempre me llevas al cielo con una sola de tus sonrisas, mi corazón salta de alegría cuando veo que eres feliz, te amo con cada pequeña parte de mi corazón. Mi alma es tuya cuando canto para ti, mi ritmo cardíaco se acelera cuando bailamos juntos y sostengo tu mano con cariño.

No olvides la historia que hay entre nosotros, jamás olvides como nuestros corazones se convirtieron en uno solo desde la primera vez que nos vimos.

Eres tú mi hogar, solo contigo puedo sentirme plenamente feliz.

Promete que nunca nos dejaremos solos en Seúl, la fábrica de sueños.