Prologo:

Lodtrack alzo la mirada; su cuerpo ardía y apenas era capaz de pensar claramente. Una elfa intentaba levantarlo. “Vamos, guapo”, decía. “Tienes que… la princesa”. Miraba las casas destruidas, los cuerpos de cientos dispersos por el suelo; el aroma a muerte lo abrumaba.

Una explosión surgió en donde su mirada estaba y pudo divisar levemente a los causantes. Frente a él estaban la mujer que había odiado durante meses, esperando cada día para poder acabarla. También estaba aquel que había considerado su mejor amigo; su cabello dorado se revolvía con el violento viento, y sus ojos púrpuras resplandecían con malicia.

Lodtrack intentaba incorporarse, pero no era capaz; su cuerpo se encontraba destruido, su espada y escudo estaban despedazados. La bruja levantó a una joven mujer de entre los escombros, mientras sonreía macabramente. Lodtrack quería gritar, pero su voz no salía.

La capital ardía en llamas y ya ni siquiera estaba seguro si el joven emperador todavía seguía vivo. Escucho otra voz detrás de él: “Tenemos que irnos…” lo levantaron del suelo, sintiendo todos sus huesos resquebrajarse. Grito: “debemos encontrar una forma de acabar con Leonor…”. Escuchar ese nombre le causó molestia.

Comenzaba a perder la conciencia. “Me temo que no puedes derrotar a un ser como Qui Mortem…” recordó las palabras de ese molesto niño de las catacumbas.

“Qué causa tan noble y estúpida…” eso le había dicho el que le dio una paliza; su sangre hervía mientras recordaba al imbécil.

“Bastardo, arrogante” el hermano que lo traiciono; a este punto ya lo había perdonado, al menos parcialmente.

“Lodtrack es muy raro con unos tragos encima” Jill…

“Debemos olvidarnos de lo que paso, algo como esto no puede ser” eso le dijo la única otra mujer que amó.

Recordó con brevedad a la princesa, una buena amiga. “¿Qué tal 'Ladtrec'?”, le gustaría saber cómo estaba.

Su vida pasaba por su cabeza, sus primeros años de infancia los vivió en la calle, cuando conoció al hombre que lo salvó de eso; antes de eso, su vida no tenía mucho sentido.

Intentó recordar cómo había llegado hasta esta situación, cómo se había perdido todo y cómo le había fallado a la gente que juro proteger; a sus hermanos y la mujer que amó.

Lo primero que llegó a su mente fue cuando conoció a un molesto noble…