“Cuando la primera ciudad caiga, el resto del imperio no tardará en acompañarla”
Kyríchos – Rey Elfo
Después de la muerte del emperador a manos de 5 misteriosos elfos, el poder y control del imperio pasó a la Emperatriz. Hasta que su hijo Mayor alcanzara la mayoría de edad, esto causó que los nobles y lores comenzaran a dudar de la situación del imperio. Los otros dos imperios humanos, que durante años temían el poder del Imperio Megnum, ahora veían esto como una oportunidad para conspirar en su contra.
Pasaron dos años, la emperatriz había logrado mantener unido al imperio, a pesar de las dudas que generaba su mandato. En un principio, Gramorg se mantendría al margen, pero gracias a la influencia de Leonor en su padre, Lord Fender, la ciudad de Gramorg anuncio su apoyo total a la emperatriz, lo que calmó la tormenta por el momento. Al final, su hijo Mayor, el príncipe David, alcanzó la mayoría de edad y se preparaba para su coronación, parecía que al imperio le esperaba un futuro brillante a pesar de todo.
Pero no contaban con que los Bucullatus, acompañados por el ejército del imperio Poski, marchaban con la intención de disolver el imperio y tomar su territorio como suyo, o al menos eso habían prometido los magos. Para ello, tendrían que acabar con su más poderosa ciudad sin que siquiera pudiera responder: Gramorg. Lo cual complacía los intereses de los Bucullatus, que buscaban la muerte de Lord Fender y Draco Marcos.
Lodtrack se encontraba entrenando con Draco como de costumbre, mantenían un combate muy reñido usando armas de madera. Jill y otros aprendices observaban la pelea atentos a los movimientos de ambos.
- Crees que finalmente Lodtrack logre ganarle – Pregunto Virfot. Este era un hombre moreno y bastante fornido. A su lado estaba Chub, un joven de baja estatura y ligeramente gordo, levanto una ceja ante la pregunta de Virfot
- No hagas preguntas estúpidas – le reprendió Silo, un elfo mestizo, alto y muy delgado, que se sentaba al lado de Jill – Lodtrack en estos diez años de entrenamiento nunca ha estado ni cerca de derribar a sir Draco.
- Qué pesimista eres, larguirucho – respondió Virfot. Silo ignoró cómo lo había llamado y continuó atento al combate. Lodtrack comenzaba a cansarse y perder ventaja contra Draco – aunque tal vez tengas razón – Virfot resopló.
Jill miro a Lodtrack, notó cómo se dibujaba una sonrisa en su rostro y dijo:
- Creo que no deberían subestimar a Lodtrack – todos la miraron extrañados – desde que el emperador falleció, ha entrenado como loco para poder estar a la altura de las expectativas. No caerá tan fácil.
- Solo dices eso porque están saliendo – se burló Chub. Virfot y Silo soltaron una risita.
- P-por supuesto que no – Jill se sonrojó ligeramente y volvió a mirar la batalla.
Lodtrack recuperó la ventaja perdida, desencadenando una serie de tajos con la espada de madera a toda velocidad, hasta que logró golpear la muñeca de Draco, causando que tirara su lanza al suelo. Los aprendices ahogaron un grito. Lodtrack lanzó una estocada por la apertura que creó, confiado en que ganaría el combate, pero Draco bloqueó su ataque con el escudo en un parpadeo. Rápidamente desvió la espada de Lodtrack y lo golpeó con fuerza en la boca del estómago, causando que cayera al suelo y le diera suficiente tiempo a Draco de tomar su lanza y poner la punta en el cuello de Lodtrack.
- ¿Qué decías de no subestimarlo? – bromeó Silo, Virtof y Chub intentaron aguantar la risa con toda su voluntad.
- ¡Maldición! Casi lo logro – se quejó Lodtrack, agotado. Miro a Draco, que ni siquiera sudaba o jadeaba – al menos finge que te costó, anciano -dijo irritado. Draco le dirigió una sonrisa a Lodtrack, molestándolo todavía más.
- ¡Muy bien! Espero que hayan estado atentos, ¿cuáles fueron los errores de Lodtrack? – pregunto Draco a sus aprendices
- Bueno… su defensa todavía tiene puntos ciegos -observó Jill.
- A su estocada le falta poder y decisión – agrego Silo – y es muy lento.
- ¿Quieres probar mi velocidad? – lo retó Lodtrack.
- ¡Silencio! – gritó Draco – ¿Chub? ¿Algo que agregar?
- No, ya dijeron lo que tenía en mente – refunfuño Chub. Draco asintió y dirigió su vista a Virtof.
- Si no hubiera pensado que había ganado antes de tiempo, tal vez hubiera resultado diferente – respondió. Draco sonrió complacido. Lodtrack agacho la cabeza.
- Exactamente… aunque todos tienen parte de razón, él pudo ganar el combate si no hubiera asumido que había terminado. Pudo intentar derribarme y tener la ventaja, pero decidió atacarme de manera descuidada – miró a Lodtrack – eres muy fuerte y habilidoso, pero tu extrema confianza injustificada es lo que siempre causa que termines en el suelo… ¿No fue así como casi te matan después de luchar con unos simples asesinos?
Lodtrack apretó los dientes y asintió. Conocía bien esa falla en su personalidad, pero siempre terminaba cayendo igual, Jill le sonrió condescendientemente, y los otros desviaron su vista evitando hacer contacto visual.
- Bien, pero cada uno tiene sus debilidades y fortalezas, mi trabajo es llevar sus fortalezas a su límite y llevar sus debilidades a su mínima expresión – ayudo a levantar a Lodtrack y le dijo que se sentara – Silo, tú sigues, espero que esa velocidad tuya que presumes este a la altura – Silo trago saliva y se acercó.
Draco continúo haciendo la misma simulación de combate con todos, era algo que hacía cada mes para medir la fuerza de sus aprendices y para saber en qué aspectos centrar su entrenamiento. Después preguntaba a los aprendices los puntos débiles, para probar su habilidad de análisis para anticiparse a los combates, una vez terminadas las practicas, dio por terminado el entrenamiento.
- Descansen bien, mañana voy a hacer sus vidas un infierno y haré que lleguen a su límite, hasta que sus músculos griten y lo hare todos los días del resto del año hasta que lleguen a ser los mejores guerreros de todo el imperio – declaro Draco con una sonrisa maliciosa.