Shadows

SHADOWS #2: Exterior.

  El primer rayo de luz que impactó en el rostro de Yamato hizo qué su vida tuviera sentido otra vez. Eso le hizo sentirse vivo, y su corazón se llenó de paz, paz que nunca antes había percibido, pero al parecer, esa paz estaba en todo el ambiente, y cada criatura la emanaba. Cada árbol, planta, insecto, criatura, en sí, todos los seres vivos.
Yamato se sintió feliz, y por fin, sintió que su lucha había terminado, era libre, y nada lo podía detener, ahora iba a decidir por él mismo.


Dos semanas habían pasado desde que Yamato dejó el búnker. Y el mundo que había conocido era hermoso y lleno de misterios, los animales y seres vivos eran impresionantes, las plantas le llamaban mucho la atención, y todo decidió anotarlo en una especie de diarios, para no olvidar el peligro que representaban ciertas criaturas.

 Yamato no era tonto, el sabía perfectamente que ahora tenía que adaptarse a su nuevo entorno, y empezó con el primer diario, el cuál llenó de una manera bastante apresurada, y desgraciadamente se había quedado sin espacio, entonces decidió experimentar con varios materiales, hasta dar con los correctos para poder fabricar un nuevo diario, pero lamentablemente no pudo, así que se dedicó a anotar las cosas en paredes desteñidas y muros vacíos, solo para hacerse una idea de que todo el conocimiento estaba plasmado en un sitio en concreto. Yamato también llevó un trozo de papel demasiado grande, en el cuál empezó a dibujar un mapa, era confuso, pero Yamato podía entenderlo, todo gracias a qué leyó un viejo libro, titulado "Supervivencia, de extremo a extremo", y le resultó bastante útil. 


En ese corto periodo de tiempo, Yamato aprendió a cazar mediante trampas ingeniosas (mayormente animales pequeños),  a identificar entre frutos comestible y venenosos, y a refugiarse de los fenómenos naturales. Aunque había un dato que todavía Yamato no conocía, la existencia de los híbridos, ya que por alguna extraña razón, un instinto en Yamato le había ocultarse apenas caía el sol, se podría decir que era lo más parecido a un instinto de supervivencia, probablemente desarrollado desde pequeño, y ejecutado por su inconsciente para poder sobrevivir, entonces, Yamato no conocía a los híbridos, ni a la mayoría de criaturas nocturnas, pero siempre se preguntaba sobre los ruidos tan extraños que aparecían cuando el sol desaparecía.

 


En términos de distancia, Yamato había recorrido unos 120km desde su lugar de origen, y su mapa ya no daba para más, aunque sentía una pequeña necesidad de llenar las partes en blanco de él, aunque al final decidió no hacerlo.
Al acabar la segunda semana, dió un paso más hacia el descubrimiento de los híbridos, al encontrar uno de sus campamentos. Los híbridos suelen acampar (al igual que los humanos), aunque su naturaleza nómada los obliga a movilizarse de manera constante, entonces sus campamentos (que se componen por unos cuantos refugios contra el sol, y una fogata en el centro) quedan abandonados. Yamato investigó el campamento, y encontró restos de la fogata, y refugios destruídos, dentro de los refugios no había nada importante, solo restos de materia orgánica (cáscaras y semillas), y una que otra prenda de ropa. Yamato se sintió bastante extraño al ver ese lugar, y su primera conclusión fue que habían otros humanos con él, es decir, en la superficie, y luego se puso a pensar en que estaba solo, es decir, la soledad no lo molestaba, pero a veces se le hacía triste el hecho de estar solo. Era extraño, ya que Yamato nunca había tenido que preocuparse por estar solo, ya que la mayoría del tiempo lo había estado, aunque esta vez era diferente, no sabría cómo explicarlo, pero por primera vez en esas dos semanas, sentía tristeza. Un sentimiento leve, pero que le molestaba por dentro, sentía incomodidad e importancia ante dicha situación, y lo único que supo hacer fue ponerse a llorar. Se  acostó junto a los restos de la fogata, y empezó a sollozar, para Yamato, era la primera vez en 7 años que lloraba por un sentimiento, exceptuando la ira (porque en repetidas ocasiones, Yamato se dormía mientras lloraba de ira). Luego de aproximadamente una hora, Yamato se sintió bien otra vez, y se levantó de su lugar para ver a su alrededor, de repente, un escalofrío subió por la espalda de Yamato, y se sintió terriblemente amenazado. ¿Qué había sucedido?, bueno, al levantarse, se dió cuenta que era de noche, y estaba al descubierto. Luchó para no entrar en pánico, pero su instinto le decía lo contrario. Yamato no podía moverse de su lugar, sus piernas estaban congeladas, y su piel se tornó blanca, al igual que el papel. Todo fue empeorando cuando escuchó los ruidos de la noche, y empezó a ver siluetas a lo lejos... 
-¿Seguro que dejaste la ropa por aquí?- dijo una de las siluetas.
Yamato quería correr, pero no podía.
-¡Te estoy diciendo que sí, imbécil!- respondió otro.
Yamato, con la poca movilidad que tenía, logró esconderse de una manera muy pobre entre unas  hojas en el suelo. Y los vió. Eran dos personas, al parecer eran hombres, pero su altura era descomunal, y su piel se veía bastante desgastada y con cicatrices. Cuando uno se dió la vuelta, Yamato entró en una especie de shock, al ver esos ojos... Ojos del color de la sangre, con un brillo espectral, y un aura de muerte y dolor. Yamato se sentía muy asustado, e inevitablemente, dejó escapar un pequeño sonido debido a su impresión.
-Aquí están, ya podemos irnos- exclamó uno de los tipos.
~Huh~ suspiró Yamato.
-Un momento... escuchaste eso?-.
A estas alturas, Yamato solo pensaba en las formas en las que podía acabar con ellos, él era una persona pacífica, pero si alguien suponía una amenaza para su libertad, no dudaría en acabar con él, y eso fue en lo que pensó Yamato, dando a entender que su naturaleza despiadada de guerrero no había desaparecido, solo había estado reprimida.
Mientras los ojos de Yamato se llenaron de furia, uno de los tipos volvió a ver hacia donde Yamato se escondía, y dijo.
-Oye, ¡Já!, mira lo que encontré-.
-¿Qué es?- exclamó el otro.
-¡Já!, solo mira esto...-.
Se acercó a Yamato poco a poco, Yamato estaba listo, ya estaba mentalizado para acabar con él, era una atmósfera demasiado tensa, y Yamato no pensaba con claridad. Tomó una roca afilada, y se preparó para apuñalarlo... Cuando el tipo estuvo cerca, pasó de Yamato, y tomó a un pequeño conejo entre sus manos...
-¡Ja, ja!, míralo. No había visto uno así desde hace tiempo...-
~Crack~ le arrancó la cabeza con un mordisco y se lo llevó.
-¡Eres un cerdo!, ¿quién hace eso?- dijo el otro, con cara de repugnancia.
Y los dos se fueron alejando del campamento, Yamato se sintió aliviado, y luego se preguntó si los seres todos humanos de la superficie se veían de esa manera. Su estrés bajó, y soltó la afilada piedra, que por si fuera poco, la tomó con tal fuerza que se hizo un pequeño corte en la mano, pero no le dió importancia... Hasta que uno de los tipos exclamó de manera muy tétrica.
-¿Hueles eso?...-
  -...sí, al parecer tenemos compañía...- 
Los dos tipos cambiaron completamente, sus ojos de abrieron de manera irreal, sus extremidades se cubrieron de una especie de materia negra, y se extendió hasta su cuello. Unas garras gigantes salieron de sus manos, y aparentemente estaban hechas de sombra. Yamato sintió la tensión en el ambiente, y casi al instante su instinto le incentivó a correr de manera despavorida, pero no lo hizo, se levantó de su escondite, y miró a los dos tipos, su expresión era de una persona decidida, ocultando su miedo interior. Parecía una persona totalmente distinta, y el brillo en sus ojos hizo aparición.
-Al parecer, vamos a tener un poco más de diversión- exclamó uno de los tipos, mientras se lamía los labios.
Los dos tipos caminaron rápidamente hacia Yamato. Una distancia de 30 metros los separaba, pero los tipos eran rápidos, y en menos de unos segundos, ya se encontraban cerca de Yamato. Ya estaban a pocos metros, y se preparaban para darle un golpe directo hacia su cabeza. Las manos de los dos tipos eran gigantes, y revestidas por una sombra que generaba una especie de holograma sobre sus manos originales, parecido a un par de guantes negros, con garras gigantes. Yamato no sé inmutó, y se quedó parado, con intenciones de recibir el golpe.
Cuando estaban a punto de golpearlo, una voz les gritó.
ALTO AHÍ!-
Todos volvieron a ver hacia un gran pilar de piedra, que se encontraba frente a ellos, arriba del pilar se encontraba una silueta que estaba agachada, pero con una postura de pelea, parecido a una especie de vigilante de la noche, que hacía aparición en el momento más oportuno de la situación. Es irónico, ¿no?.
-¡¿Quién mierda se supone que eres?!- exclamó uno de los tipos.
Y el extraño sujeto del pilar se lanzó hacia el suelo, deslizándose por el gran pilar. Cuando cayó, se levantó lentamente, mientras sacaba lo que al parecer era una espada dorada, y caminando hacia los tipos les amenazó.
-Si no dejan a el chico en paz, les juro que los asesinaré- 
Su expresión era decidida y fría. Estaba muy seguro de lo que decía, aunque a simple vista, la batalla era bastante desigualada, ya que los tipos medían casi dos metros, y poseían sus garras de unos 15 centímetros. Era obvio que el sujeto no podía contra ellos, y los tipos dijeron.
-¡Cállate pedazo de mierda dorada, déjanos en paz!-.
-Como osan a compararme con eso insectos... al parecer, no quieren mantenerse con vida-
-¡YA CÁLLATE!- exclamó uno de los tipos, mientras se le abalanzó para atacarle.
Y con un movimiento sofisticado pero agresivo, logró esquivar el golpe, y contraatacó cortándole el brazo con el que lo había atacado. 
-¡AAAHHHG!, ¡PEDAZO DE MIERDA!-
Le trató de atacar con el otro brazo, y el resultado fue el mismo, perdiendo ambos brazos.
El otro tipo se abalanzó hacia él, para proteger a su compañero, y el sujeto lo único que hizo fue agachar su cabeza y atravesar su abdomen con la espada, la expresión del otro tipo se llenó de miedo, y el sujeto, con un movimiento sutil hacia arriba, lo cortó por la mitad.
-¡NOOOOOOOOO!- exclamó el otro tipo, y se lanzó de manera frenética, mientras el sujeto estaba de espaldas.
~hum, nunca cambian~ dijo el sujeto.
Y con un movimiento brusco y con odio le cortó la cabeza.
Luego de la frenética batalla, el sujeto le extendió la mano a Yamato, y le dijo.
-Todo está bien ahora, no tienes porqué temer-.
Y la expresión de Yamato cambió, tornándose bastante dócil y tranquila, cómo sí de un cambio de personalidad se tratara.
-Mi nombre es Hideki, es un gusto- el sujeto habló.
Un sujeto alto, con piel blanca como perlas, unas prendas desgastadas, una cara bastante tranquila, unos ojos azules hermosos, cabello rubio y un parche en su ojo izquierdo. Al parecer lo había perdido. Usaba una espada estilo japonesa, bañada en oro, y aunque no lo aparenta, tiene solo dos años más que Yamato, es decir que tenía 19 años, y aunque su expresión mostrara felicidad y calma, en el fondo sentía desprecio y odio. 
Yamato lo miró, y le sonrió diciéndole.
-¡Hola!, me llamo Yamato...-




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