Shadows

SHADOWS #4. Secuestro.

  Abrió los ojos, y despertó en el suelo, el frío de este lo arrullaba mientras una manta de polvo lo recubría, ¿qué había pasado?, cuando estuvo conciente de nuevo se dió cuenta que el lugar en el que se encontraba no era nada parecido a lo que había visto. 

 

Una cueva sucia y oscura, tal vez una madriguera de una criatura que no conocía, o seguramente una situación peor... Entró en pánico y empezó a notar que el aire le hacía falta, desgraciadamente no podía hacer nada, estaba paralizado, por razones desconocidas el suelo lo abrazaba, lo sostenía y no le soltaba. Su paciencia se estaba acabando, y estaba comenzando a preocuparse, no tenía idea alguna de lo que pasaba a su alrededor, y eso le asustaba. 

 

Llegó a tal punto que comenzó a forcejear, haciéndose pedazos las muñecas y los tobillos, tratando de escapar. Él se sentía aprisionado, y un recuerdo familiar le vino al pensamiento, para finalmente entrar en un estado de ira.


-¡DÉJENME SALIR!- gritó.


Intentó escapar por un tiempo, y luego de rindió, y aceptó su destino, con un llanto ligero pero doloroso.


-...déjenme...salir...- .


Sus gritos pasaron a ser quejidos, y con un tono débil de voz, soltó su último lamento antes de caer inconsciente.


-...por...favor...- .


Todo quedó en silencio, hasta que sintió en su cuerpo una brisa refrescante y, de cierta forma, lo revitalizaba. 
Abrió los ojos por segunda vez, y la vió; una chica con piel terza y un poco oscura, cabello color castaño y desarreglado, unos ojos negros que le conquistaban, y una voz dulce como la miel...


-¿Este es el chico del que me hablaste?, al parecer no posee las características que mencionaste.- dijo la chica.


Yamato se quedó confundido y miró a su alrededor por segunda vez, y lo vió, Hideki. Aunque esta vez su expresión era diferente, y su aura había cambiado, ahora emanaba una especie de rencor e ira, y su expresión se mantenía indiferente. ¿Qué le había pasado a Hideki?...


-¿...Hideki...?- exclamó Yamato.


Casi automáticamente Hideki apartó la mirada, como si estuviese arrepentido o asqueado. 
Yamato no entendió lo que sucedía, y con las pocas fuerzas que le quedaban exclamó.


-...por favor... libérenme...-


La chica movió sus manos de manera extraña, y la tierra lo soltó. Yamato estaba confundido, pero estaba demasiado cansado como para pensar en ello, y cayó, destrozado por el cansancio inmenso por la fuerza ejercida. 


Abrió los ojos por tercera vez, y esta vez se encontraba acostado en una especie de cama o cómoda, que se encontraba a pocos centímetros del suelo, pero que lo mantenían seguro. Cuando trató de levantarse, escuchó unos murmullos que venían del exterior de la cueva. 


-¿Qué haremos con él?- dijo la chica.


-¡¡DETENTE!!...no...no lo sé- exclamó Hideki.


Y luego las voces de dirigieron hacia el interior de la cueva, y se establecieron en frente de Yamato, mirándolo a los ojos, sin dirigirle ni una sola palabra. Yamato les veía a los ojos, y ellos tenían impregnada en su cara una expresión de desesperación y desprecio, pero se desvaneció con el tiempo, y con una pequeña frase, el hielo entre ellos se rompió. 


-¿...por qué...estoy aquí?- preguntó Yamato.


~~Huh~~ Hideki soltó un suspiro de alivio.


La chica se agachó hacia donde estaba Yamato, y le tocó las muñecas y los tobillos que tenía lastimados, y dijo una frase bastante extraña.


-Saanaz- susurró.


Las heridas de Yamato se curaron inmediatamente, y el dolor se fue. Yamato le iba a dar las gracias, pero la chica le interrumpió de manera compulsiva pero calmada.


-¿Sabías que si concentras tu energía de manera correcta, puedes hacer cosas que nadie jamás hubiera imaginado?- le dijo mientras miraba sus muñecas.


Yamato no dijo ni una sola palabra, se encontraba en paz, no sabía porqué, pero la situación se tornó bastante tranquila, hasta podría decirse que aburrida. Hasta que Hideki agregó.


-Tienes que irte, ahora- dijo con desprecio.


-¿... Qué sucedió, Hideki?- preguntó Yamato.


Hideki ignoraba a Yamato, y le insistía en que dejara la cueva. Entonces, fue cuando la chica, en un arranque compulsivo, dice todo lo que Yamato quería saber...


-Lo que pasa...- dijo la chica.


-Kyomii, por favor, detente- exclamó Hideki.


Yamato seguía confundido, asumió que el nombre de la chica era Kyomii, y continuó presenciando aquella discusión.


-... Hideki suele ser un poco paranoico, debido a una situación cuando era un niño, tal es la gravedad, que ni siquiera yo sé lo que sucedió...- dijo Kyomii


-Kyomii, detente si no quieres recibir un golpe directo en tu cara...- dijo Hideki con intención de amenaza.


-Y aveces, se comporta un poco obsesivo cuando se trata de Los Ojos Dorados- dijo Kyomii mientras ignoraba a Hideki.


Yamato no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando, pero la atención que prestaba era admirable.


-Aquí es cuando entras tú... Ésto había pasado ya varias veces, pero jamás me hubiera imaginado que llegaría a estos extremos...- exclamó Kyomii 


Hideki la miró como si quisiera arrancarle su cabeza, y luego darle vuelta de atrás hacia adelante, exponiendo sus órganos y músculos.


-Resulta ser, que Hideki te confundió con uno de los miembros de la organización ya mencionada (Los Ojos Dorados), y la ira entró en él... Y a lo que me cuenta, cuando terminaste de presentarte, te dió un golpe en la cabeza, el cuál te dejó inconsciente, ¿no es así, niño malcriado?- dijo Kyomii.


-... cállate...- susurró Hideki entre dientes.


- Y lo sucedido después es más que obvio, te trajo hasta aquí, y me obligó a atarte de manos y pies, luego te revisó, y se dió cuenta de su error, tratando de excusar su falta con problemas en su ojo (Hideki solo tiene un ojo), y vaya, ¡qué novedad!- Kyomii exclamó con intención burlista.




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