Shadows Of Hades Realm

INTRODUCCIÓN

En los inicios de la eternidad, cuando el cosmos aún estaba tejiendo los hilos de la existencia, Mystra, la diosa de la magia, emergió como una de las figuras más enigmáticas y poderosas. Reverenciada por su dominio absoluto sobre los secretos arcanos del universo, su figura se alzaba como un símbolo de sabiduría y poder, tanto admirada como temida por dioses y mortales. Vivía oculta entre los pliegues más recónditos del Olimpo, protegida por encantamientos que solo ella podía descifrar, convirtiéndola en un enigma incluso para sus iguales.

La curiosidad insaciable y la ambición desmedida de Mystra la llevaron a cuestionar la supremacía de Zeus y los dioses olímpicos. A medida que su poder crecía, también lo hacía su anhelo de trascender los límites de su dominio, aspirando a gobernar no solo sobre los dioses, sino sobre todo lo creado. Su plan, tan audaz como peligroso, consistía en utilizar su magia para destruir el orden establecido y establecerse como la única soberana del universo.

Para lograr su objetivo, Mystra, recurrió a las fuerzas más oscuras y prohibidas del inframundo. En las profundidades del Tártaro, donde los titanes y otras criaturas primordiales yacían encadenadas, encontró aliados dispuestos a seguirla en la batalla que se avecinaba a cambio de su libertad. Promesas de poder y venganza sellaron pactos secretos, mientras Hades, el señor del inframundo, que vigilaba desde las sombras. Siempre atento a los murmullos de traición que recorrían su reino, descubrió las maquinaciones de Mystra a través de su red de espíritus y sombras

Decidido a detenerla antes de que pudiera desatar el caos, creó una ilusión de una falsa vulnerabilidad en las barreras del Tártaro, un señuelo irresistible para Mystra, quien, confiada en su poder, cayó en la trampa. En el momento en que intentó liberar a los prisioneros, fue confrontada por Hades y sus temibles Hecatónquiros, guardianes de las profundidades. A pesar de su inmenso poder mágico, fue capturada y llevada ante el tribunal divino del Olimpo, donde Zeus, furioso por su traición y los peligros que había desatado, decretó un castigo ejemplar.

Hades, encargado de ejecutar la sentencia, la condenó a la oscuridad eterna en las profundidades del Tártaro. Allí, Mystra fue despojada de su nombre y su legado, relegada a un olvido absoluto donde ni siquiera su magia podría salvarla, convirtiéndose en un eco de lo que alguna vez fue. Su destino sirvió como un recordatorio de la justicia divina y del destino que aguarda a quienes desafían el orden establecido.

Sin embargo, en los recónditos y oscuros rincones del inframundo, donde la luz del sol nunca penetra y el tiempo se disuelve en una eternidad perpetua, una convergencia de poder y oscuridad comenzó a gestarse. Milenios después de la condena, su esencia mágica, combinada con las energías oscuras del Tártaro, empezó a fusionarse en una entidad nueva y desconocida.

Cuando Mystra aún trazaba sus planes ambiciosos, hubo un momento en que su poder alcanzó niveles sin precedentes. Había realizado un hechizo prohibido, un ritual que fusionaba las energías del Olimpo, el inframundo y el mismo cosmos. Este acto, oculto incluso a los ojos de los dioses, sembró una semilla de poder arcano en las profundidades del Tártaro. Este acto, desconocido por todos los dioses y seres del inframundo, sembró una semilla de poder oscuro y arcano en las profundidades del Tártaro.

Con el paso de los siglos, esta esencia mágica atrajo y absorbió fragmentos del poder de Hades y de Arlen, su teniente, sin que ninguno de ellos lo percibiera. Estos fragmentos de poder se mezclaron y fusionaron en una anomalía, alimentada por la magia residual de Mystra, en un proceso tan lento como imperceptible, una mezcla de energías que ni siquiera los dioses podían detectar.

En una noche oscura y misteriosa, cuando las estrellas del inframundo se alinearon de manera inusual, la convergencia alcanzó su punto máximo. De esta unión de poder, magia y oscuridad, nació Nystria, una entidad única y poderosa, hija de Hades y Arlen, pero forjada por la magia de Mystra. El destino, en su infinita caprichosidad, decidió que era el momento de liberar esta creación al mundo.




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