Dentro de los muros de Neo Tokyo, el ministro Hiroto descansa dentro de su hogar a pocos metros del palacio imperial. A pocos días de la desaparición física de Waku, el ministro deambula entre la certeza e incertidumbre sobre el futuro del proyecto autómata, debido a que entre otras cosas la población se encuentra en un extraño estado de baja constante.
Toma un periódico junto a él, lo abre y lee un articulo que habla sobre el extraño fenómeno de la muerte nocturna y sus graves con secuencias para la salud de la ciudad. Una ciudad que lentamente baja su población con el caer del sol.
Hiroto mira hacia su lado derecho y dice con clara expresión de molestia:
-Según parece hay algo rondando por la noche y arrastra a las personas. ¿Qué puedes decirme sobre eso, capitán de la milicia?
A su lado, un hombre de uniforme, bien fornido de barba y cabello recortado que sostiene una taza de té en una mano y su sombrero en la otra:
-Diría que estamos frente a un intruso
-¿Eso es todo? ¿un intruso?
-Ministro, el hecho de que algo esté actuando acorde a la actual situación en que el proyecto ultra secreto está activo hace creer que los ciudadanos de poca importancia están siendo secuestrado lentamente
-Es una buena teoría, aunque no tiene sentido. Hace exactamente 6 días que pusimos en funcionamiento el proyecto y secuestrando personas. En total pudimos secuestrar a 115 ciudadanos, pero hace 3 que lo que esa “muerte nocturna” triplica lo que obtuvimos. Casi 500 personas están desaparecidas y según parece…ocurre en un solo distrito porque en los aledaños la cantidad es mucho mayor. En total podríamos estimar unas 2.000 desapariciones
-Puedo ofrecer el refuerzo de la seguridad en los distritos mas importantes y cercanos a ellos, pero no más que eso. La vida de mis soldados no es menor que la de los ciudadanos menos importantes. Quiero aclararle ministro, porque en vista de todo lo que ocurre últimamente en Neo Tokyo…incluyendo a que el emperador…
-¡El emperador está en descanso! ¡¿Qué no entiendes eso mentecato?!- se levanta abruptamente y lanza a un lado su taza de café con contenido aún dentro
El capitán, en vista de la feroz reacción de Hiroto, se pone de pie, hace reverencia hacia el ministro y coloca el sombrero para rápidamente retirarse con mal sabor de boca y mucho que decirle.
Tras esta breve discusión, Hiroto llama a su mayordomo, quien se acerca con una carta y bolígrafo.
Cada noche dedica un poco de su tiempo previo a dormir para describir su día a día y dejar detalles de su vida para futuras generaciones y que estas continúen con su legado. Legado que hasta sus propios colegas y subordinados reconocen como perversos.
Apenas una hoja le alcanza para trazar una línea furiosa de una esquina a otra y luego forma una pelota con la misma y arroja contra la pared. Sus pensamientos no le permiten expresar las ideas.
Entonces vuelve a llamar a su mayordomo:
-Señor ¿sucede algo?
-Kaisuke, quiero que me digas algo
-Dentro de mis posibilidades señor, por supuesto
-¿Qué harías si todo lo que planificaste se estuviera saliendo de control? No completamente, pero de alguna manera no saliera tan bien como esperabas
-Si se refiere al proyecto autómata, diría que hubo un exceso de confianza para su ejecución
-¿Cómo es que…?
-Señor, tengo ojos y oídos. Que solo sirva y me dedique a limpiar la casa no quiere decir que solo haga eso
-Tienes razón, omití eso. Entonces crees que fui arrogante ¿verdad? -se queda pensando y luego regresa a la conversación- y yo creía que estaba todo bajo control
El mayordomo se sincera y asienta, con todos sus años de experiencia y sirviendo al ministro como su empleado y más fiel confidente.
Ante la respuesta del hombre, Hiroto se siente más aliviado con sus decisiones:
-No podría esperar menos de mi más confiable empleado
-Es un honor escuchar eso, señor
-La mejor acción, entonces, es continuar con el proyecto sea como sea
-Si lo que desea es efectuar el proyecto lo más rápido posible, sería lo ideal
-Aún queda cierto clavo en el camino y debe ser quitado
El hombre de mediana edad y andar elegante recuerda el motivo por el que había llegado rápidamente con el llamado de Hiroto, pero había olvidado lo más importante. Por ese momento corre de regreso a la cocina y vuelve a toda prisa con un aparato para la comunicación que se ubica en el oído:
-Señor, esta tarde cuando estuvo reunido con el capitán, sonaba este aparato comunicador. No sé quién podía ser, pero parecía importante porque no dejaba de sonar