“Este es un mensaje de voz para mi amada Stephanie:
Temo…que este mundo esté padeciendo tal caos y muerte a su alrededor y que tu no estés junto a mí. Entiendo que estemos separados por miles de kilómetros y aún mas que seas tu la que tenga que cargar con la pena de mi ausencia.
Siendo honesto no creo que haya sido la mejor idea haber venido a la República Democrática del Congo, en verdad fue una pésima idea, pero mi corazón como el director general del hospital de la capital me hizo darme cuenta que cada mala decisión nos lleva a encontrarnos a nosotros mismos si algo nos indicaba que debíamos hacerlo. Fui un estúpido en creer tal cosa.
Dios mío, si vieras lo que yo jamás creería que estas personas tenían cordura. Ahora solo veo devorarse entre sí…
El ejercito de la ONU fue el primero en caer cuando estos caníbales se abalanzaron de a montones sobre los soldados, transportes, tanques. Santo cielo, tengo mucho miedo Stephie, cada palabra que sale de mi boca hace que me cueste el aire y me tiemble la mano.
De los 50 médicos en el hospital solo quedamos cinco y tres soldados. Todos nos encontramos en el techo y apenas tenemos comida para dos días. No se cuánto tiempo nos quede antes de que ceda la puerta o nos quedemos sin comida.
Tengo tantas ganas de abrazarte y besar tu frente que me cuesta mucho imaginar que todo acabe así. Es el remate de un pésimo chiste y todo en el maldito lugar donde empezó el puto ébola.
Quizás este mensaje de audio no llegue, pero al menos deseo expresar mis sentimientos y dejar por sentado todo lo que está pasando sin olvidar que mi supervivencia es gracias a ti, amor.
Todo este pandemónium…no tengo ninguna duda de que fue ocasionado por la mutación del ébola, sino ¿Cómo podríamos explicar tal locura?
Acabo de escuchar a un soldado que se comunicó con su base y parece que…buscarán contener esto con misiles y una posible bomba nuclear. Mataron civiles porque en 48 horas no supieron contenerlo y la ONU decidió tal atrocidad. Apenas dispongo de 5 minutos por lo que intentaré explicar todo lo posible.
En los días previos a esto, personas pertenecientes a una tribu llegaron con altas temperaturas en sus cuerpos y sangrado tanto de nariz, oídos, boca y ojos. Ninguno sobrevivió y el único que al menos pudo hablar antes de morir nos dijo una sola palabra que aún resuena en mi cabeza como si fuera una especie de maldición…Kalunga. Según los médicos mas antiguos en la zona, es como se llama al dios de la muerte para el pueblo Lunda. Esta persona no paraba de repetir ese nombre.
Después de eso, uno de mis ayudantes me trajo información sobre lo que pasó durante el covid. Muchos en esa tribu se enfermaron y tuvieron que ir a socorrerlos y ahora el ébola hizo estragos. Me duele decirlo, pero su forma de vida es lo que llevó a tal destino. Aún así decidí luchar por salvarlos…si, de nuevo mi decisión y por la que me estoy auto cuestionando sin parar.
Creo que estoy divagando así que continuo.
Al ver la calle desde el techo resguardado a duras penas, veo que aún corren personas que pudieron escapar, pero son perseguidas por al menos quince o veinte de estos desalmados que ya no puedo llamar humanos. Parecen poseídos por ese demonio…si, ahora que lo pienso, muchos supersticiosos me comentaron que este dios de la muerte poseía a los pastores y cazadores locales para devorar a los suyos en un acto tan vil y nauseabundo como el del canibalismo.
No les creí, pero al ver esto…yo…
Parece que los misiles están por llegar. Tengo miedo…temor…por morir aquí y no poder despedirme de ti…mi amada Stephanie…”
Audio enviado a las 15:33hs el 29/05/20XX desde Kinshasa, República Democrática del Congo.