En algún momento de la década del 2010 en Alemania, un joven de cabello corto y enérgico disfruta del futbol con sus amigos de la cuadra. Atento de los autos que van pasando, cruza para tomar la pelota que había sido arrojada por uno de los chicos que impetuosamente decidió disparar hacia el arco para que acabó en la calle.
El chico se acerca a la pequeña cancha de futbol y retoma el juego con el mismo empeño y entusiasmo que sus amigos.
Al anochecer regresa a su casa donde su madre es golpeada con gran violencia por su padre. El hombre, que había quedado desempleado luego de que la empresa donde trabajaba como conductor de transporte de basura haya quebrado tras una grave crisis económica, se volcó a las drogas y alcohol. Mientras tanto, su madre trabajaba todo lo que podía y alentaba a su hijo para que se dedique a su sueño como ser futbolista profesional.
Todos los días se prepara para ir al colegio como cada mañana y como es de costumbre escucha los gritos de sus padres que no paran de pelearse. A pesar de eso el chico, quien se encontraba en la escuela secundaria, no permitía que los conflictos entre sus padres arruinasen la esperanza y también ese pequeño rayo de espera fue su hermana Helga, 2 años mayor que él.
Ambos se llevaban muy bien al punto de que le confiaba todo a ella.
Helga no paraba de hablar de cómo será su vida tras la escuela secundaria y cuando se mude a Múnich. Estaba muy ilusionada y el chico la apoyaba mucho en eso. Sin embargo, la desgracia…como siempre golpea al rostro con fuerza porque un día Helga había olvidado su cuaderno donde dedicaba horas y horas para dibujar con la esperanza de hacerse conocida en Múnich mediante su arte. Pero en el momento en que cruza y llega a la mitad de la calle, un conducto despistado conduce en línea recta cuando el semáforo está en rojo y sin darle ninguna oportunidad de al menos darse cuenta de que lo que iba a ocurrir, la vida de Helga se extinguiría.
La muerte de la chica no solo golpeó con furia a la ya destruida familia, sino que al poco tiempo su madre también moriría por exceso de trabajo dejando a su padre bajo su cargo. Tras esto los días pasaron muy lento y con toneladas de brutales palizas. Al final el chico tuvo que abandonar la escuela y dedicar horas y horas a quedarse en casa porque su padre no paraba de buscar pelea con los vecinos y desafiar a la autoridad no solo de la policía sino también de quienes intentaban sacarlos de la casa al no poder seguir pagando impuestos y alquiler.
Lentamente el corazón devastado y triste del chico lo obligó a tomar una drástica decisión. Se acercó a la cocina y así hasta un cajón donde descansa un cuchillo afilado para carne, luego camina sigilosamente hasta donde duerme su padre con una botella de ginebra en la mano y un cinturón con el que acababa de golpear al chico.
Entonces se abalanza sobre el hombre y apenas se resiste porque en cuanto ve al chico intenta golpearlo con su puño cerrado logrando asestarle un puñetazo en el ojo que le corta con el anillo de bodas que aún conserva en su mano. Le deja una cicatriz que recorre en línea vertical por su cojo hasta la mejilla.
Toma el cuchillo y entierra en el pecho del hombre, no sin antes recibir como castigo divino la imagen en su mente de cuando eran una familia feliz y su padre amable y amoroso como pocos ahora convertido en un monstruo violento.
La mirada del chico es triste e inhumana y antes de que la llama de la vida de su padre se extinga exclama declararía:
—Cosechas lo que siembras, tú mismo deberías saberlo más que nadie…papá…
La policía no tardaría en llegar y encontrar al chico a un costado de la habitación, acurrucado contra un mueble de cajones con la mirada perdida y carente de emociones. El cuchillo permaneció en el pecho del hombre y el chico acabó investigado por homicidio de su padre. Al final, el caso fue archivado por presiones de ciertas personas con gran curiosidad hacia el chico y buscaban de alguna manera tener su servicio para trabajos sucios.
Esas presiones surtieron efecto porque la fiscalía pediría 6 meses de prisión para el chico, aunque al poco tiempo desaparecería hasta muchos años después cuando una banda de neonazis fue aniquilada por alguien que portaba un bastón de metal y ejerció gran violencia contra esos hombres. Al menos murieron 12 muchachos de casi 30 años que intentaban asaltar a una mujer senegalesa.
Muchos empezaron a apodarlo como “el santo del bastón”, porque no atacaba a civiles sino a neonazis, antisemitas o cualquier grupo radical que genere violencia u odio. Los mataba sin piedad y dejaba sus cuerpos pudriéndose a la vista de cualquier persona.
Sin embargo, el amor de su madre y la hermandad de Helga aún son algo por lo que mataría por recuperar, así como el tiempo y el perdón de su padre por haberlo matado tan cruelmente…
En el presente, Theo, quien está con los ojos cerrados esperando en la azotea de un edificio y con la lluvia cayéndole encima, exclama triste y en la soledad de la noche:
—Cosechas lo que siembras… ¿verdad mama, Helga…padre?
Su momento de meditación con su pasado es interrumpido por Irvia y Nikovaj, ambos llegan con noticias interesantes sobre la Shield Force y es que gracias a los zombies que Theo usa como centinelas revelaron la ubicación de Ryoma y su escuadrón:
—Theo—exclama Irvia
—Lo sé. No esperaba que hayan terminado su misión en Ibaraki