Shira: La joven guerrera

Capítulo Ⅲ

 

Recorrimos el bosque del pueblo tranquilamente, de mis labios salía una hermosa melodía para desconcentrarme y no mirar los árboles.

La melodía me la cantaba mi tío cada invierno, frente a la ventana que daba vista al lago, el fuego calentaba la casa y una deliciosa comida era preparada por mi madre, el aroma a carne recién hecha ambientaba el lugar. Huía de mi madre hacia los brazos de mi tío, como un juego de costumbre. Él me envolvía hasta con sus alas y susurraba la parte favorita de su canción, para que me sintiera protegida.

Cuánto me encantaría envolverme en sus brazos sólo una vez más.

— ¿Lindos árboles no crees? —espetó Jenay, rompiendo el silencio. Se dio cuenta que evitaba mirar los árboles por mi nerviosismo. Le miré de reojo y él miraba los horrorosos seres plantados. No le dije nada, pero aún así se decidió hacerme hablar— ¿Cierto o no Shira?

—A mí me parecen horribles. —dije sin quitar mi vista del frente.

Estuve doce primaveras seguidas cortando, arrancando, y eliminando cada árbol que crecía en mi patio, empecé en el bosque pero mi madre me lo prohibió.

— ¿Sabías que los árboles de este bosque dan los mejores frutos de todo Girsus?

—Sí, lo sabía, por si no recuerdas, vivo cerca del bosque, ahora, es suficiente el tema, por favor, cámbialo ya. —mi voz sonaba firme pero por dentro estaba de rodillas ante él implorando que se detuviera, este tema me atormentaba, sólo me hacía recordar aquellas escenas, y lo culpable que me sentía con todo eso.

A Jenay parecía no importarle en absoluto lo que dije, tal vez pensaba que yo sólo decía eso porque quería fastidiarlo, por lo tanto quería molestarme.

— ¿Sabías también que hace varios siglos los frutos eran gigantescos y algunos má... —saqué mi espada rápidamente y cerré su boca colocándola por encima de tal.

— ¡Dije que suficiente tema de árboles por hoy! —grité, el eco resopló por todo el bosque.

—Oh no. —se escuchó el fuerte golpe del aire chocando contra los árboles, recogió cada árbol hasta llegar a nosotros.

—¿Qué pasa? —dije asustada mirándolo, guardé nuevamente la espada.

—¿Que no sabías que las mujeres no pueden gritar el nombre de los árboles? Más vale que corramos. —mi yegua se colocó frente a la suya.

— ¿Qué? —pregunté confundida. Cuando cortaba los árboles los maldecía una y otra vez, aunque, en voz baja.

— ¡Que corramos! —gritó y detrás de él pude ver que venían árboles desde el inicio del bosque, no dudé en correr hacia el camino opuesto de donde venían a toda velocidad. El caballo de Jenay me alcanzó rápidamente y me sobrepasó de igual manera, a punto de terminar el recorrido del bosque comencé a sentir mi corazón acelerado en la boca y mis ojos poco a poco se cerraron.

Aunque muchas veces he tenido la muerte en la punta de mi lengua, le sigo temiendo como una madre teme perder sus hijos y un carpintero a que le destruyan su casa.

Desperté en un lugar muy extraño, con grandes hierbas color rosa y verde, el cielo de varios colores con un circulo en forma espiral, se sentía más cerca de lo normal, estaba recostada en Yuni y pude percatarme de que Jenay se estaba burlando de los árboles que al parecer no podían cruzar hacia el llano espiral.

— ¡Yuju, son unos débiles! ¡Atrápenme si pueden! O no... —Puso cara triste— No podrán, ay lo siento —soltó carcajadas, los árboles chocaban contra un muro invisible.

No sé cómo este chico desconocido podía tener la confianza de hacer este acto después de lo sucedido, me hizo recordar a mi tío, cuando yo tropezaba o chocaba con algo el se burlaba del objeto con que me lastimé.

—Lo que haces no es muy maduro ¿sabías?

—Bueno al menos no fui yo quien se desmayó del susto. —me puse en pie.

—Tengo mis razones. —crucé mis brazos.

—Es lo que eres.

— ¿Por qué las mujeres no pueden gritar eso que ya sabes que es? —llena de curiosidad pregunté, miles de dudas vagaban en mi cabeza, ¿Será esto algo sobre aquellos árboles de hojas azules?

—Pues, una vez, hubo una mujer del pueblo que le fue infiel a su esposo con su criado, ella huyó y el esposo se suicidó en el bosque ahorcado, dicen que los árboles despiertan al escuchar el nombre "árbol o árboles" de la boca de una mujer porque los rastros de sus espíritus están en los árboles y siguen enojados buscando a su esposa para destruirla, ya ha matado a varias mujeres.

—Vaya —quedé atónita.

— ¿Por qué no sabías esto si eres del pueblo?

—No sé.

—Es que eres tan miedosa que prefirieron no decirte para evitar una muerte más.

— ¡No soy miedosa!

— ¿Qué te parece este lugar?, ningún ser malvado puede entrar a este lugar, así que con toda honestidad podemos decir que estamos limpios.




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