Showtime

1. Una casualidad lleva a otra

Si hay algo de lo que estoy seguro es que la vida no me ha tratado muy bien.

Constantemente me preguntaba si había hecho algo mal y el karma me lo estaba regresando con creces. No es que yo fuera creyente de esas cosas, ¡menudas tonterías!, pero me lo había estado planteando últimamente al ver la serie de sucesos desafortunados que estaba viviendo. Prueba de ello es que estaba abordando aquel avión con destino al Aeropuerto Internacional Jhon F. Kennedy, ubicado en Estados Unidos de América, conocido también como el lugar en el que menos quería estar. No por el clima, no por el idioma, no porque tendría que alejarme de mi ciudad natal. Al fin de cuentas, todas esas barreras tan triviales las había superado hacía muchísimos años.

No. El motivo porque el que no quería estar en aquel país era porque allí se encontraba él. Aquel que habría sido mi primer amor.

Daba la casualidad que mi primer amor había sido un chico. Casualmente era mi mejor amigo en ese entonces. Sin embargo así como empezó, con un sentimiento fugaz, desapareció sin dejar estela alguna.

Qué tontería es aquello del primer amor ¿verdad? Tan solo una vana etapa de la vida llena de mentiras y falsas promesas. Conoces a alguien, "tu media naranja" y crees que te has enamorado de verdad. Haces lo que fuera por esa persona, sin ponerte a pensar en las consecuencias que podría implicar. Dices "te amo" sin saber realmente el significado tan grande de aquellas dos palabras. Prometes que siempre estarán juntos. Y lo entregas todo sin temor.

Pero buen un día, despiertas dándote cuenta que todo lo que habías vivido fue tan solo una gran ilusión. Bonita sí, pero simples mentiras que nunca tuvieron validez alguna. Todo aquel amor se desvanece como por arte de magia. Ya sabes lo que dicen: "El primer amor nunca dura".

Puedo saberlo con certeza porque yo viví esa etapa cuando era apenas un crío (¿Tenía unos 15 o 16?). Y en mi caso, la persona que había sido mi primer amor, casualmente también fue la persona que más daño me había hecho en mi vida. Y no es como si no lo hubiera superado… ¡pasó hace ya casi diez años! Pero, ¿saben? Es de esas experiencias que, no importa cuánto tiempo haya pasado, no se pueden olvidar.

¿Entienden ahora por qué no quiero dejar Francia?

Aunque las probabilidades de encontrarnos frente a frente eran mínimas (trabajamos casi en el mismo medio, pero si es en diferentes compañías no creo que haya problema), no me siento con ánimos de plantar un solo pie en el mismo terreno continental que esa persona ha pisado. Para agravar las cosas, lo poco que sé de su vida actual es que se ha convertido en una de las personas más influyentes del estado americano. Además las otras noticias provenientes de la prensa rosa no dicen muchas cosas buenas de su persona. Honestamente no esperaba menos de él.

Tampoco es que lo hubiese estado investigando ¡Por dios! ¿Quién querría hacer eso? Más bien, lo sabía porque casualmente era la única información a la que podía acceder en aquel pueblecito llamado Amoris Ville. Y eso solo un par de ocasiones al año, en las que casualmente me dignaba a visitar a mi abuela en mi ciudad natal, y casualmente a esta le daba por encender el televisor, siempre en el canal que se dedicaba a los chismes de los famosos. Para saber en qué trabajo, decía ella.

Sí, lo irónico del asunto es que vivo del mundo del espectáculo. Casualidades a fin de cuentas.

Farfullé una vez más, estaba cansado. Por fin, 8 horas después de aquel fastidioso vuelo, estaba pisando suelo americano. Fui a recoger mi equipaje, tan solo una maleta de tamaño pequeño con lo más indispensable para vivir hasta que lo demás, el resto de mis pertenencias, llegara. He sido condenado a vivir en este país en contra de mi voluntad. Cambiar mi cultura y mi idioma, para analizar las costumbres, forma de vida y entretenimiento del público estadounidense no formaba parte de mi plan de vida, pero mi trabajo como representante artístico me exige este cambio.

Sí, representante o "manager", esa persona que se dedica a administrar la vida de algún famoso, en este caso a cantantes. Hacer el itinerario, gestionar contratos, supervisar que cumpla con su agenda, cuidar de su imagen, cosas como esas. ¿Cómo llegué a ese trabajo? Negocio familiar; mi padre tiene una compañía discográfica (The Rousseau Entertainment, conocida mejor como TRE por las iniciales) que para mayor seguridad de sus clientes les proporciona un representante capacitado. Una regla pues: si quieres firmar con nosotros, una de las compañías discográficas más importantes del mundo, nosotros vamos a supervisar tu carrera. En fin, como heredaré este negocio desde pequeño he sido instruido en el mundo del espectáculo, aunque no sea de mi agrado. No puedo decir que soy un representante experimentado, en Francia solo estuve a cargo de una cantante que tuvo fama un par de años y decidió retirarse.

A mi padre se le había ocurrido la maravillosa idea de abrir varias sucursales a lo largo del mundo cuando yo aún no entraba en el negocio y Estados Unidos no fue la excepción. Esta última estaba trabajando bien hasta que se hizo famosa en extremo lo que ocasionó mayor demanda y a su vez falta de personal. Y en medio de esa crisis, casualmente yo ya estaba libre.

Lo demás es historia: me obligó a venir si es que quería heredar el negocio. Amenazó incluso con dejárselo a mi hermana, pero una modelo cabeza-hueca que solo sabe sonreír a una cámara e irse de fiesta mandaría a la quiebra la empresa familiar en cuestión de segundos. No me quedó otra alternativa que aceptar.

Como dije, no es que me apasione mi trabajo. Pero estoy tan acostumbrado y además –aunque suene egocéntrico– tengo talento para ello. Y por sobre todo, era una empresa que se remontaba a un par de décadas. No iba a dejar morir aquella tradición familiar que a duras penas había comenzado.

Y heme aquí, soportando las temperaturas cercanas a los 0°C, esperando a que alguien de la compañía se dignara a recogerme. Se suponía que una vez que llegara habría alguien con un letrerito con el logotipo de TRE, o bien, mi nombre. Pero ninguna de las dos cosas se presentó. Resignado, tuve que sentarme en la sala de espera más cercana. Podría haberme ido por mi cuenta aunque nunca había estado antes en NY, pero confiaba en mi orientación.



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En el texto hay: romance, boyslove, corazondemelon

Editado: 21.05.2020

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