Si el día llega

06. Hospital Infantil.

DOS HORAS ANTES.
 

Mi ultima clase termina. Soy la última en salir después de solicitar la ayuda del profesor.

Con la mochila al hombro, y la vista pegada a un horario entre mis dedos, camino por el pasillo. De reojo, advierto que un chico se coloca a mi lado.

—Dime, Valerie— elevó la vista hacia Thom, que mantiene una pequeña sonrisa en su rostro mientras camina junto a mi:—¿En qué semestre los estudiantes de medicina aprenden a escribir feo?

Inevitablemente me echo a reír. Es evidente que me estuvo esperando. Y me parece adorable. También alejó el estrés de mi sistema al hacer una broma así.

—No es que nos lo enseñen. Probablemente se deba al echo de que tenemos que escribir rápido.

Eleva una de sus cejas. —No me sorprendería que pudieras traducirme un par de jeroglíficos, Val.

—Ni siquiera haz visto mi letra.

—Puedo apostar que es un desastre.

—Deja de humillarme, Thompson— sus labios vuelven a curvarse en dirección al cielo. Nos detenemos en medio del pasillo.

—No te humillo. Solo quiero hacerte sonreír.

—Entonces deberías estudiar comedia.

—Suficiente tengo con las clases de informática avanzada. Y si no lo notaste, soy todo un éxito. Mi trabajo implica diversión. Es un juego para niños.

—Eres un engreído.

—Solo quiero que me prestes un poco de tu atención— dice. Y yo siento que el corazón me palpita tan fuerte y rápido que terminará dañándose en cuanto me lance otra de esas miradas juguetonas.

—Me tengo que ir— es lo que puede formular mi boca. Cierra los ojos un instante y se muerde el labio. Lo hace, cuando algo lo desespera, lo exalta o no le deja ninguna otra opción. Y... creo que soy cada una de ellas.

—De acuerdo, Fishman— se inclina hacia mi, dejándome embriagada por el perfume caro que usa, y embobada por el beso que deja sobre mi mejilla.—No sé cómo lo haces, pero siempre logras escapar de mis garras— niego con la cabeza, divertida, y me marcho.

Dime, señor. ¿Por qué?

Te lo pregunto a ti, porque yo no tendría el valor suficiente como para decírselo a Thompson. ¿Por qué yo, de tantas chicas hermosas en la universidad y fuera de ella —donde por lo menos el 99% está detrás de él— está inclinado hacia mi? Con la única persona que no tiene el tiempo para hacer algo tan hermoso como amarlo.

Porque es muy claro lo que busca.  Y cualquiera que lo tendría de su lado se daría cuenta de lo increíble que es; y es ahí donde esas personas me golpearían. Porque no lo tomo.

Lo tengo frente a mi. Pero soy incapaz de tomarlo.

Te odio, estudiante de medicina.

Te odio, Valerie Fishman.

Te odio, Donald Thompson.

[•••]

Me encamino hacia el mostrador de la recepción del hospital. Mientras me sujeto el cabello, distingo la cabellera negra y rizada de Lory, la recepcionista que siempre cuida mis pertenencias mientras estoy un par de horas de voluntaria en las instalaciones.

—Buenas tardes, Valerie.

—Lory— rodeó el mostrador y me adentro en su pequeño espacio para saludarla con un abrazo. —Dime, ¿qué tienes para mi?

—Los niños del área dos, quieren que les cuentes una de tus historias— dice. Inclinándose hacia atrás en su silla giratoria. —Pero primero, cúbreme mientras voy al baño. Llevo horas aguantando.

Sonrió. Asiento con la cabeza y sale por donde yo he entrado. Pero regresa después de un segundo, asomando su rostro por la orilla de la pared:

—Por cierto, si viene alguien preguntando sobre los planos del edificio, están en aquel archivero— señala a mi derecha y continúa:— es el último cajón, expedienté PEA. Es muy importante.

Asiento con la cabeza.

Pasan alrededor de treinta segundos cuando llega un chico preguntando por una habitación del tercer piso. Le doy indicaciones y... bueno, es todo lo que hace Lory.

Me acomodo en la silla, esperando a la mujer de mediana edad con paciencia. Miro el reloj en la pared blanca. Tengo una hora para recorrer el hospital y hacer lo que tenga que hacer, una hora más para marcharme y llegar unos minutos antes de mi turno en la cafetería.

Distraídamente, colocó la mano sobre el escritorio, empujando una carpeta con un par de papeles en su interior al suelo. Me replicó por mi distracción y me agacho a recogerla.

Seguramente son documentos importantes y yo de distraída pisándolos no ayudaría en nada. Los acomodo aún inclinada en el suelo.

—¿Hay alguien ahí?— pregunta una voz del otro lado del mostrador. Me apresuro.

—¡Si, deme un segundo!— digo, cerrando la carpeta y poniéndome de pie. Vuelvo a tirar los papeles en cuanto veo el rostro del otro lado.

Byron eleva una ceja y mira hacia el suelo, donde han caído nuevamente los documentos. Cierro los ojos con fuerza.

—Distraída y torpe— dice, después de un segundo de silencio. —¿Qué sigue, Fishman? — coloca ambos brazos sobre el mostrador, mirándome con intensidad y diversión.

Me muerdo la lengua.

—Lo siento— junto mis manos.—¿Qué necesitas?

—¿Trabajas aquí?— cuestiona, mirando hacia los lados.

—Soy voluntaria— respondo.—Ahora, ¿en que te puedo ayudar?

Sus ojos se detienen en mi. Tiene un papel el la mano, alcanzó solo a ver el color de la pluma con lo que esta escrito.

—Expedienté PEA.

Entre abro los labios, y mi mirada se pasa hacia el archivero y el último cajón. Pero vuelvo a verlo.

—¿Cómo haz dicho?

Exhala con paciencia.—Expedienté, P-E-A— repite. —Vamos Fishman, no tengo todo el día.

Con cuidado de no pisar los papeles en el suelo, avanzó por el área y abro el último cajón del archivero. Busco entre las carpetas y el fácil encontrarlo, es la única que tiene un color distinto a las demás. Es azul. Lo tomó y vuelvo a leer su separador:

PEA

PROYECTO DE EDIFICACIÓN ARQUITECTÓNICO.



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En el texto hay: humor, juvenil, romance

Editado: 14.09.2019

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