—Oh, no— digo, al notar una pequeña sonrisa formarse en su rostro. Siento extrañeza por la manera en la que ha dicho las palabras, captando demasiado tarde una indirecta que no me agrada para nada:—La enfermera tenía algo más importante que hacer, y aquí estoy.
—¿Entonces es tú acto de caridad del día?— pregunta, alzando una ceja con burla, sin embargo todo eso desaparece cuando se palpita la cabeza con los dedos.—¿Por qué tengo un curita en la frente?
—Creo que te golpeaste con un árbol— miento. Se que existe una sola verdad, y todo tiene que ver con una engrapadora y el lanzamiento de una de mis mejores amigas. Lo golpeo en la frente, Andy ni siquiera pensó con claridad al hacerlo, y se dio cuenta de mala manera que posee una muy buena puntería, pues dio -de alguna forma inexplicable- en el punto exacto para que Byron perdiera la conciencia. Me sorprendió que lo hiciera ella y no Liliana, quien es la que recurre a la violencia con más frecuencia.
—¿Árbol?— repite, incrédulo.—¿Un árbol?
Por un momento vacile en responder, me limito a mirarlo:—Si— segunda vez. Tomo mi celular y suspiro pesadamente.—Ahora debo ir a mi trabajo. Y supongo que tú debes volver a tus asuntos... entonces, chao.
—Fishman— me detengo antes de tomar mi camino hacia la salida y espero a que diga algo:—¿Cómo es que un árbol aparece en medio camino del estacionamiento?
—No me culpes a mi— digo, subiendo los hombros, con temor a que me descubra:—culpa a la naturaleza.
—La naturaleza— repite.—Seguro— noto el sarcasmo, y aunque sé que no debo preguntar, mis labios ya lo están haciendo:
—¿Por qué lo dices de esa manera?— me cruzo de brazos, él me ignora y se pone de pie.—Respóndeme— demando. Esta vez, Ojos Claros me mira, pero no me responde, recoge la mochila sobre la silla junto a la camilla, sin despegar sus ojos de mi rostro y camina hacia mi. Cuando soy consciente de que su acercamiento es terriblemente peligroso, doy un paso hacia atrás, y chocó contra los estantes de medicamentos y vendas.
<Ay Dios>
Trago saliva, Byron da otro paso y se detiene. Elevó un poco los ojos para ver los suyos, y me maravilla aún más el color que estos posen. Lastimosamente la genética es una desgraciada, mis ojos son cafés, los de mi hermano son verdes... ja.
—Que haya quedado inconsciente, no significa que no recuerde lo qué pasó— cielos. —Cambiando de tema—me paralizo en cuanto su mano hace contacto con el estante, justo del lado de mi cabeza, miro su brazo cubierto por un suéter negro de lana, y paro en sus dedos blancos alrededor del metal. Trago saliva, su mirada ha siguiendo mis movimientos en cada segundo.—Debes hacer algo por mi, —vuelvo hacia él, solo al terminar de decir la oración:—¿recibiste mi nota, verdad?
"La deuda se cancela. Pero tendrás que hacerme un favor."
—Yo... no acepte nada.
—Tendrás que hacerlo— parezco una gallina con piernas de gelatina. Byron Cidini realmente es intimidante, y su acercamiento solo hace que me ponga más nerviosa.—Habías dicho, que el choque fue un mal entendido— miro su camisa, como si fuese lo más interesante del mundo, la textura de la tela blanca, de donde desciende un olor fuerte a jabón y perfume de hombre. —Dime por qué fue un mal entendido.
Esta conversación me recuerda a la que tuvimos en el hospital, después de que el director general se marcho y terminamos de alguna manera en el cuarto de servicio. ¿Por qué me hizo entrar en ese lugar? De solo recordar lo que siguió a continuación, la vergüenza me hace encogerme.
—Deje claro que...— trago saliva.—¿Quieres, por favor, darme un poco de espacio?— murmuró, cuando siento que se mueve ligeramente hacia el frente.
—No hasta que me respondas— ignorando eso, me muevo hacia mi derecha y termina de encerrarme colocando la otra mano sobre el estante. Cierro los ojos con fuerza.
—Debo de... irme.
—Respóndeme.
Me resigno, miro su cuello, lleno de pequeños lunares y la curva de su nuez de Adán. —No... yo... —tartamudeó, y me corrijo, sin mirarlo aún:—Dije que no había razón. Yo lo hice. Yo soy...
—Deja de mentirme, Valerie— me interrumpe. Me siento horriblemente juzgada y amenazada por este troglodita.
—By...— por primera vez elevó la mirada, y descubro que una sonrisa adorna sus labios rosados. ¿Se está burlando? ¿De verdad? —Muévete— trato de sonar con firmeza.
—¿O que?
—Gritaré.
—Adelante.
—Byron... habló en serio.
—Grita, Valerie.
En cuando mi boca se entre abre para realizar la acción, él hace el movimiento más peligroso que pudo ver hecho en esta historia. Me toma desde el cuello, y se acerca hasta el punto donde su nariz roza la mía y la punta de sus zapatos tocan los lados de los míos. Me quedo completamente en blanco, me aferro a su suéter con las manos echo puños, apuesto a que mis ojos pueden salir de su lugar si vuelve a hacer algo así. Mi corazón dio un brinco de la sorpresa. Por qué no imagine, de alguna manera, que estuviera en esta situación y mucho menos con este chico.
Una nueva sonrisa se ensancha en su rostro, la presión de sus manos es fuerte y el tacto frío. Para mi fortuna, la puerta de la enfermería se abre, y la enfermera entra. Byron afloja su agarre y yo suelto su suéter.
—Llegarás tarde al trabajo— da un paso hacia atrás y sobre su hombro veo a la enfermera cruzada de brazos. —Nos vemos después, Fishman.
Me quedo en mi lugar, el gira para marcharse, en cuando pasa aún lado de la enfermera dice:
—Gracias por la sustituta, pero a la próxima intente que sea una menos... tentadora— me echa una mirada por el hombro y hace que mi mundo se derrumbe en cuanto vuele a sonreír y pasa esa mirada clara por mi rostro.
[•••]
Un estruendo suena por toda la cocina. Busco con la mirada velozmente y veo a Colin maldecir. Me apresuro a limpiarme las manos en el delantal, caminar hacia él y ayudarlo a recoger los pedazos más grandes de la porcelana.