Lunes 13 de febrero del 2023
12:45 pm
Odette
¿Alguna vez has sentido que tu muerte está cerca?
Como si fueras contra reloj, y las horas no sumarán, sino todo lo contrario, que cada minuto sea uno menos.
Cuando estaba en mis 20´s solía pensarlo, sentía la presión de los años en mi contra. Luego me di cuenta de que todo era una ilusión provocada por mi ansiedad.
La ansiedad trabaja así, con sensaciones sofocantes, te hace crear mil escenarios catastróficos, altera tu visión y trabaja con tus miedos. Es imposible vivir sin ansiedad, y, aunque está es realmente desagradable, sigue siendo un sistema de respuesta de nuestro organismo ante algún peligro. Pero no te preocupes que se puede gestionar la sintomatología asociada.
Todo este proceso para trabajar sobre lo que está causando la ansiedad puede ser muy insoportable, pero debemos recordar que la ansiedad no es nuestra enemiga, realmente nos está protegiendo.
Pero regresémonos al principio. Ha pasado mucho tiempo desde que tenía 20 años – 11 años para ser exacta – y la idea de que se acerca mi muerte vuelve a rondar por mi cabeza.
Me es difícil encontrar una respuesta, algún miedo tal vez, del porque me he sentido tan ansiosa estos últimos días. No he llegado a ninguna conclusión.
En este momento me encuentro sentada frente a mi escritorio, la ventana está abierta y puedo sentir una fresca brisa acariciar mi cara, dejándome llevar por la relajante sensación, cierro mis ojos, dejando al mando mis demás sentidos.
El sonido de una ciudad despierta llega hasta mí…
Carros
Puedo oír como los carros pasan por la calle de enfrente.
Risas
Escucho a gente riendo.
Golpes
Unos golpes en mi puerta me distraen. Abro los ojos, suelto un suspiro y me paro de la silla para ir a abrir.
Al otro lado de la puerta encuentro la cara de Joana, mi compañera de trabajo.
—¿Estás ocupada? – Me pregunta con una dulce sonrisa.
—No, descuida aún faltan 9 minutos antes de que mi siguiente paciente llegué.
Me hago a un lado para que pueda entrar a la habitación y al pasar la manga de su blusa roza la piel descubierta mi hombro, la tela de la camisa que lleva puesta Joana es de seda por lo que aquel roce me provoca cosquillas.
Sobo mi hombro y me siento en el mueble, a lado de Joana.
—Bueno y ¿qué es tan importante como para que hayas decidido caminar hasta mi consultorio? – Se lo digo en forma burlona.
Ella por su parte hace una mueca ante mi broma.
—Solo quería invitarte a una salida.
—¿Una salida? – Pregunto algo confundida.
—Si, hace mucho tiempo que no salimos juntas – Me lo dice con un extraño entusiasmo que me da miedo.
Su mirada es como nostálgica, sé que hay algo más que esto.
—¿Joana? – Hago la pregunta, y por su cara deduzco que sabe que no me tragué el cuento de la “salida”.
—Vamos Dett, te prometo que no es nada malo, solo quiero salir contigo como amigas, ya sabes, nosotras dos como en los viejos tiempos.
—De acuerdo – Digo sin muchos ánimos – ¿A dónde saldremos?
—Bueno, eso déjamelo a mí, querida Dett.
—No quiero nada de locuras Joana – Le advierto, ya que, Jo siempre ha sido algo alocada, por no decir otra cosa.
—¡Oh vamos! será algo bastante tranquilo, ¿Cuándo te he mentido?
—Emm recuerdas la vez que me dijiste que te acompañara a una fiesta, que sería “muy tranquilo” – hago comillas con mis dedos – y se te olvido mencionar que la fiesta era en un club swinger.
— ¡Eso no fue mi culpa! Yo no sabía que era un club de esos.
—Si claro, pensaron que éramos pareja y todo acabo en descontrol – Río ante el recuerdo.
Joana también ríe por todo el desastre de aquella noche.
—Que loco, ¿Cómo pudieron pensar que éramos novias?
—Bueno era lógico, íbamos juntas al club ese.
Un silencio se forma entre ambas, no es incómodo, con Joana he perdido la pena y aún sin decir nada, disfruto los momentos que paso con aquella pelinegra.
—Odette.
—Mande.
—Sabes que eres mi mejor amiga ¿cierto?
Trago saliva.
—Lo se Jo. Tú también eres mi mejor amiga.
La miro a los ojos y siento como mi garganta necesita una buena botella de agua, de lo seca que está.
Abro mi boca para decir algo, pero alguien llama a la puerta.
Cierto, se trata de mi paciente.
—Uy, pero que rápido pasa el tiempo – Dice Joana mientras nos levantamos del sillón.
Si, eso siempre me pasa cuando hablamos Jo.
Ambas nos dirigimos a la puerta.
—Luego me avisas sobre la cita.
—Si, luego te digo.
Abro la puerta y Joana se dirige a su área de trabajo. Yo me fijo en quien fue la persona que tocó la puerta, y en una esquina diviso a mi paciente.
—Matthew, que gusto verte, llegas temprano.
Matthew me mira y me regala una sonrisa.
—Buenas tardes, señorita Moreau, lamento si la interrumpí.
—Oh no te preocupes, vamos pasa.
El chico de ojos azul obscuro entra a mi consultorio, y cuando pasa por mi lado el aroma de su colonia llega hasta mi nariz.
Él toma asiento en el mueble en el que antes estábamos Joana y yo, mientras que yo me dirijo a mi escritorio, agarro mi libreta y una pluma – lista para tomar apuntes – y tomo asiento en una silla frente a Matthew.
Observo a él, está doblando su chaqueta color negra para después acomodarla en el descansabrazo izquierdo del sofá, por último, pone su libreta color café al otro lado de él.
—Señorita Moreau, la semana pasada yo volví a pensar en… ya sabe, suicidarme. Me siento muy avergonzado, no quiero que crea que la estoy haciendo perder el tiempo, he tenido avances se lo juro, solo que no sé qué me pasó.
Editado: 21.11.2022