Jueves 16 de febrero 2023
6:18 am
Odette
Puedo apreciar mi reflejo en la ventana que tengo frente a mí, puedo observar su rostro, es delgado por la falta de una buena alimentación, sus ojos lucen aún más oscuros pues no hay brillo en ellos, el único color que se encuentra en su cara está en la punta de su nariz y este es provocado por las bajas temperaturas de estas épocas, aparte de las bolsas oscuras que se hallan bajo sus ojos haciendo contraste con su pálida tez. Es exactamente igual a mí, pero yo ya no soy ella, jamás volveré a ser ella.
La lluvia me empapa por completo y lo único que puedo hacer es quedarme inmóvil, observando a través del cristal. No soy lo suficiente valiente para tocar el timbre, por lo que solo me limito a mirar a la familia que reside dentro de la casa. Y aunque sigue siendo la misma estructura en la que crecí, ya no es más mi hogar.
Todo simplemente cambió.
¿Fue mi culpa?
¿Debí haber fingido mejor?
No lo creo, nunca fui feliz del otro lado de la puerta, no mientras ellos me recordaban constantemente lo que hacía mal.
En esta parte en la que me encuentro parada, en el mundo real, es difícil, pero al menos tengo el control sobre mis decisiones. Aunque estas me han llevado a ser lo que soy ahora, la chica que se refleja en la ventana, una persona infeliz.
Dentro mi familia se encuentra sentada en la sala, mamá ayuda a abrir los regalos y se los entrega a una pequeña niña que los recibe con expectación, mientras papá graba la reacción de ella. Los abuelos solo contemplan la situación con alegría. Todo son risas.
No puedo hacer esto, necesito más tiempo.
Intento huir de ahí, y de pronto, como si los hubiera llamado mis abuelos dirigen su atención a mí, voltean hacia el mismo sitio donde me encuentro parada, todos excepto mis padres y la niña pequeña, ellos siguen emocionados abriendo los regalos.
La abuela me hace una seña para que entre y el abuelo asiente mientras me sonríe.
Pocas veces he visto a mis abuelos sonreír, y ninguna fue por causa mía.
Me armo de valor y pongo mi mano sobre la perilla de la puerta, la giro y cuando pongo un pie dentro de la casa el ambiente cambia por completo.
El tiempo parece desaparecer, retengo mis lágrimas, pues mi familia ya no se encuentra dentro de la casa, en realidad solo están los viejos muebles cubiertos de sabanas… y yo.
En el piso se encuentra tirado un papel doblado, una fotografía. La levanto y puedo reconocer a las personas que se muestran en la foto, son mis padres, cuando intento desdoblar la foto y revelar la parte faltante todo se desvanece.
Me despierto desorientada, por un momento creí que estaba otra vez con mi familia, pero todo fue un cruel sueño.
Dejo pasar unos segundos para recomponerme del sentimiento sofocante que está creciendo dentro de mi pecho, no soy tan fuerte como para pensar en ellos por voluntad propia, creo que mi subconsciente no está de acuerdo con que reprima estos momentos.
Después de respirar unas cuantas veces, intento levantarme de donde estoy acostada y noto que estoy en el suelo de mi casa. Mi espalda duele y mi garganta está seca.
Me desoriento mucho más al ver que hay varias botellas vacías de cerveza a mi alrededor, y siento como si todo estuviera dando vueltas.
No no no, por favor que no sea lo que estoy pensando. Empiezo a entrar en pánico al pensar que yo bebí esas botellas. Mis ojos se comienzan a empañar e intento tallarlos para quitar las lágrimas, pero antes de que mis manos puedan llegar a mi cara me doy cuenta de que estoy apretando algo en mi puño, lo abro y veo que es una foto, la foto del sueño. Extiendo el objeto y me permito contemplar el recuerdo que está impreso en aquel papel.
Están mamá y papá juntos y a un lado me encuentro yo. Estábamos sentados en el sofá de la sala de nuestra antigua casa, con un ventanal enorme de fondo que mostraba la lluvia que caía del otro lado de este. Los tres sonreíamos hasta que las comisuras de nuestros labios dolieran, era navidad, todo no podía ser más perfecto, así que los abuelos decidieron capturar el momento en una fotografía.
Vuelvo al presente y una sonrisa se instala en mis labios, sonrío ante la ironía del recuerdo, sonrío por la ingenuidad de aquella niña y la ignorancia sobre el futuro que le deparaba.
Tres personas, dos muertes y un corazón desolado.
El tiempo se encargó de convertir ese momento tan genuino en un atroz recuerdo, siendo capaz de partir mi corazón al recordarlo.
Si el tiempo me hubiese advertido que esa era la última navidad que pasaríamos juntos habría puesto mi atención en mi familia en vez de los regalos.
Pero creo que para el tiempo no significaba lo mismo ese momento que para mí.
Si el tiempo sintiera el dolor que yo sentí al enterrarlos en ese cementerio, jamás los hubiera arrebatado de mi lado.
Pero para el tiempo era fácil deshacerse de ese sentimiento tan desagradable, el tiempo lo cura todo, y él tiene toda la eternidad de su lado para olvidar que alguna vez existimos.
Si el tiempo tuviera memoria sabría lo difícil que es perder a alguien, si él lo entendiera todo sería más fácil.
Dejo la foto en el suelo y a duras penas consigo levantarme del piso, voy hacia la cocina a buscar algo con que hidratarme, es lo único en que mi cabeza me permite pensar. Al llegar sirvo agua en un vaso y la tomo con desesperación.
Camino por mi apartamento y el lugar está destruido por completo, no tengo recuerdos de nada más que de haber salido ayer del hospital, no sé cómo regresé a mi casa ni lo que pasó después.
Editado: 21.11.2022