Si El Tiempo Tuviera Memoria

| CAPITULO 6 |

14 de febrero 2023

4:16 am

—… cuatro borregos, cinco borregos, seis borregos, sie-

El pequeño Charly empezó a removerse inquieto en su silla, las ganas de hacer pipí se intensificaban, y no sabía cómo despertar a su madre.

No entendía lo que estaba pasando, no sabía porque estaban durmiendo en ese cuarto de hospital, su madre no le había dicho nada y tampoco había jugado con él desde que habían llegado al hospital.

No tenía sueño así que se puso a “contar borregos” como su madre le decía que hiciera cuando no podía dormir, pero al no estar en su cama no lograba conciliar el sueño. No resistió más las ganas de ir al baño y decidió ir solo.

Se puso de pie tirando su mantita al piso y abrió la puerta de la habitación, volteó a ver a su madre, pero esta no se despertó. Caminó por el pasillo, estaba algo solitario, el niño tenía cada vez más ganas de encontrar un baño que comenzó a desesperarse, no ubicaba el lugar, era muy grande el hospital, había muchas habitaciones que no sabía ni por donde caminar. De pronto una gran puerta a su izquierda se abrió, aparecieron varias personas empujando una camilla con una persona acostada en ella, las luces rojas y azules de la ambulancia se filtraban por la puerta aun abierta obligando al pequeño Charly a cubrir sus ojos.

El miedo se hizo presente, llevándolo a aquel día que exploraba el hospital y entró a una habitación con cortinas dividiendo el cuarto, curioso, jaló la cortina hacia un lado y lo que vio fue horrible, ni siquiera parecía una persona.

Volviendo al presente con un Charly muy asustado corriendo hacia un pasillo del hospital, alejándose lo más que pudiera de aquellas personas.

El pequeño tenía lágrimas en sus mejillas y sintió como algo goteaba por su pierna, miró hacia abajo y vio sus shorts con una mancha de orina en ellos provocando más su llanto.

Quería regresar con su mamá, pero no sabía en que parte del hospital se encontraba. Observó a su alrededor y lo único que llamó su atención fue una puerta entreabierta con la luz encendida, caminó hacia allá percibiendo un tarareo proveniente de adentro.

No se detuvo al estar frente a la puerta, su curiosidad era más grande que cualquier otro sentimiento que haya tenido antes, siempre fue un niño muy distraído e imperativo, no fue diferente esta vez. Empujó la puerta hasta tener acceso a la habitación, entró y mientras caminaba iba observando a su alrededor, dentro de su pecho su corazón empezó a latir con fuerza, sus manos comenzaron a sudar y sus ojos se empañaron nuevamente.

Había varias camillas divididas por cortinas, recordándole a aquel día, de un momento a otro las luces de ese lugar se apagaron, dejando solo una fuente de luz dentro de la habitación. Una lampara, al otro lado de una cortina solo había una lampara encendida creando la sombra de una persona bastante grande.

Preso del miedo Charly quiso salir de ahí lo más pronto posible, caminó de espaldas evitando hacer cualquier tipo de sonido.

Un paso.

Dos pasos.

Al tercero, el cuerpo de Charly empujó una mesa provocando que algunas cosas arriba de esta se cayeran. Charly se quedó muy quieto, aguantó la respiración por unos segundos y nuevamente sus mejillas estaban mojadas por sus lágrimas.

El sonido que había estado haciendo aquella persona al otro lado de la cortina se detuvo, y aunque había una cortina separándolo Charly pudo ver perfectamente como la cabeza de aquel extraño se giraba, permitiendo mostrar su perfil.

—Pequeño Charly ¿eres tú?

Al otro lado del hospital se encontraba una madre muy espantada al no ver a su hijo por ningún lado de la habitación. Adalia la madre de Charly se levantó en la madrugada y lo primero que hizo fue asegurarse de que Charly estuviera bien, se llevó una gran sorpresa al no verlo por ninguna parte del cuarto, se dirigió a al área de recepcionistas y preguntó por Charly, ellas sabían cómo era físicamente su hijo y tenía la esperanza de que lo hubieran visto, pero ninguna pudo decirle donde estaba el pequeño.

Caminó por todo el piso buscando en cada rincón, tenía la vista borrosa por la falta de sueño y su cuerpo estaba cansado. Desde el momento en que recibió una llamada informándole que Jorge había sido agredido y se encontraba en mal estado lo primero que hizo fue llevarse a Charly al hospital, y ya ahí esperó a cualquier información que le diera el doctor, no pudo conciliar el sueño por la preocupación, apenas hace unas dos horas había podido dormir, pero una extraña sensación hizo que se despertara y fue ahí cuando notó que Charly no estaba.

Seguía en su búsqueda cuando pasó por los sanitarios y ahí se encontraba él. Salió corriendo en su dirección.

—¡Oh por dios! mi niño, ¿estas bien?

Abrazó tan fuerte a su hijo reflejando el miedo que había sentido, y se aseguró de que se encontrara bien, tomó su cara entre sus manos y lo observó a detalle, después de su cara pasó a su ropa y vio la mancha en los pantalones de Charly.

Él se encontraba cabizbajo.

—Charly, ¿Qué fue lo que pasó?

Charly alzó la cabeza al oír la pregunta y Adalia supo que algo no iba bien.

—Yo… yo quería hacer pipí y tú no te despertaba.

—¿Fuiste tu solito al baño? – el niño asintió con la cabeza.

—Si, pero me espanté y me hice pis encima. – volteó a ver a su mamá a la cara – ¿Tas enojada mami?

—No es eso Charly, solo que no puedes salirte así sin avisarme, qué tal si te llevan o te pasa algo, dime ¿cómo voy a saber yo donde buscarte?

—Lo siento mami.

—No te preocupes mi niño, ven vamos a buscar algo de ropa para cambiarte.

Adalia agarró de la mano a Charly y lo guío hacia su habitación, cuando llegó a ella y cerró la puerta no pudo evitar tener un mal presentimiento acerca de toda esa situación, así que después de asegurarse de que Charly estuviera dormido, se puso a rezar nuevamente, teniendo fe en que todo estaría bien y que pronto regresarían a casa con su esposo.



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En el texto hay: misterio, cartas, escritos

Editado: 21.11.2022

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