capitulo 8

Un Punto de Inflexión La vida tiene una forma de presentar momentos que lo cambian todo. Para mí, el punto de inflexión llegó cuando comprendí que mi pasado —mis luchas, mis cicatrices e incluso mis tragedias— no me definían. En cambio, podían convertirse en la base de una vida con propósito. Comencé a ver mis experiencias no como obstáculos, sino como oportunidades para crecer, inspirar y servir a los demás. El accidente, que antes parecía una maldición, se convirtió en un recordatorio de mi resiliencia y del plan de Dios para mí. Cada desafío que enfrenté se convirtió en una lección, cada pérdida en un trampolín. También fue un momento en el que descubrí el verdadero poder de mis dones. Comencé a comprender que los talentos y tesoros que Dios había depositado en mí no solo eran para mi beneficio, sino para el de mi familia, mi comunidad e incluso las generaciones futuras. Este punto de inflexión no fue un solo momento, sino una serie de descubrimientos: que podía superar el miedo, que podía aceptar mis diferencias y que podía transformar el dolor en propósito. Fue una decisión de vivir con propósito, perseguir mis sueños con valentía y dejar que mi historia se convirtiera en una fuente de esperanza para otros. Desde ese momento, caminé con un nuevo rumbo. La vida ya no se trataba de sobrevivir; se trataba de prosperar, de usar cada experiencia, buena o mala, como base para una vida significativa e impactante. Comprendí que el verdadero cambio comienza en el interior. Cuando abrazas tu propósito y confías en el plan de Dios, la vida se despliega de maneras que nunca imaginaste. Ese fue mi punto de inflexión: el momento en que elegí vivir plenamente, con valentía y esperanza.