Si es contigo acepto

Capítulo 6

—¿tan poco quisiste a tu novio que no te importa regalar el anillo que él te dio?

 

Auch. Golpe bajo.

 

No es que no hubiese amado a mi novio, eso no tiene nada que ver, algo que no entiendo es por qué las personas creen que un anillo es el símbolo del amor, no es necesario tener un anillo, ni casarse para poder demostrarlo. Y sí, lo amé, tal vez, ni si quiera estoy segura de ello.

 

—no estoy segura si era amor lo que sentía por él—digo en voz baja

 

—¿entonces?

 

—Rob por favor…— pido ¿por qué es tan insensible?—solo dime si eso puede servir— señalo mi anillo que aún sigue entre sus dedos

 

—yo no sé de joyas, Viviana— otra vez ese nombre, debo acostumbrarme— esto…— señala la piedrecilla del anillo— parece un diamante— más bien, lo es. Hace una mueca con los labios, me mira y sonríe—o una buena imitación

 

Suelto un suspiro de frustración y me dejo caer a su lado, en el sofá. Por primera vez, quiero entablar una buena relación de amistad con alguien y ese alguien es Rob, pero él simplemente no me deja.

 

—me iré a dar una ducha—se levanta del sofá y apaga la televisión—me duele la espalda… ya que alguien me echó de mi habitación—lo escucho murmurar al caminar

 

Ruedo los ojos, quiere pelear de nuevo y no voy a ceder. Me levanto y camino hasta el balconcito, abro las cortinas y veo una enorme vista de Brooklyn. ¿Qué voy hacer con mi vida? Debo trabajar para ganar dinero, pero ¿en qué? Solo estudié publicidad pero nunca la ejercí, es decir… no tenía necesidad de trabajar. Y ahora me arrepiento de no haberlo hecho.

 

—Viviana— volteo al escuchar a Rob llamarme. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero él ya tiene otra ropa puesta, ahora tiene pantalones negros y una playera con cuello de camisa, es de rayas blancas y negras. Trae el cabello alborotado y mojado.

 

Puedo oler un exquisito aroma, el mismo que ayer olí en su almohada. A decir verdad, todo este apartamento huele a él. Delicioso y excitante

 

—entra a darte una ducha, hay agua caliente

 

—gracias—respondo y voy hacia su habitación

 

Entro al pequeño baño, cierro la puerta y me desvisto. Abro la llave y doy un respingo al sentir el agua helada caerme sobre el cuerpo ‘hay agua caliente, si claro’ me estremezco ante el frío, pero en segundos el agua comienza a calentarse. Hay un pequeño contenedor en la pared,  hay shampoo y una esponja de baño.

 

Enjabono mi cabello con el shampoo, enjuago y empiezo con mi cuerpo, uso el jabón que está todo húmedo y algo se me remueve en mí al darme cuenta que Rob ha usado el mismo y lo ha pasado por todo su cuerpo. Cuando salgo del baño, me doy un susto al verlo sentado en la cama con una laptop en sus piernas.

 

—por fin—me dice sin quitar al mirada de la pantalla, teclea un par de veces

 

—¿qué es eso?—pregunto al ver un par de prendas dobladas a su lado

 

Cierra su laptop y me mira—te conseguí esto—coge las prendas y me las entrega. Es una blusa color azul, sin mangas y  con un gran escote, demasiado revelador para mi gusto, y unos jeans celestes y rasgados por las rodillas

 

—póntelos—me ordena

 

—¿te molestaría si solo me pongo los jeans?  

 

Deja su laptop a un lado y se levanta—¿no te gusta la blusa?—pregunta ya al frente mío. Niego—ponte una de mis camisas, entonces

 

Obedezco, escojo una de sus camisas blancas. Vuelvo a entrar al baño y me cambio. Salgo nuevamente y Rob ya no está. Voy a la sala y lo veo al lado de la puerta de salida, agita unas llaves en su mano.

 

—te queda bien—Sus ojos pasan por todo mi cuerpo, pero se detienen en mis pies y es que estoy descalza. Sonríe, pero esta vez no hay nada de burla en su rostro sino ternura. Mis ojos se agrandan al verlo agacharse, su rodilla derecha la apoya en el suelo

 

—Rob ¿qué haces? —pregunto avergonzada

 

—esto—guarda las llaves en su bolsillo y no me he percatado que a nuestro lado en el suelo hay unas balerinas blancas. Su mano se posa en mi pie izquierdo, y lo levanta ligeramente, me coloca la balerina y hace lo mismo con mi otro pie. Me sorprendo al sentirme cómoda con ellas. Rob se levanta—te quedan perfectas—me sonríe nuevamente

 

Me veo los pies, las balerinas son muy bonitas, tienen las puntas redondeadas y un pequeño listón de adorno. Levanto la mirada y veo a Rob. Sonrío tímida. Nunca nadie había hecho algo como eso ¿ponerme los zapatos? es un pequeño detalle, pero muy lindo.

 

—ahora nos vamos—me toma de la mano y abre la puerta. Salimos y suelta mi mano para cerrar la puerta con la llave. Observo cada movimiento que hace, guarda sus llaves, camina por el pasillo y lo sigo

 

—¿a dónde vamos?—pregunto sonriente

 

—necesito comprar algo, además, pensé que querrías conocer el vecindario—me sonríe  

 

Abro la boca para responderle pero la cierro al ver a uno de los borrachos de ayer—Rob—lo jaloneo de la manga de su camisa. Se gira a verme

 

—¿qué sucede?—no me atrevo a hablar y sigo mirando a ese hombre, ahora está sobrio, al parecer

 

—ese hombre… él y otros dos… ayer… —llego a decir, me escondo detrás de él como niña chiquita, sí, que cobarde

 

—¿te hicieron algo?—muevo la cabeza de un lado a otro. Me sujeto a su espalda pero por muy corto tiempo, Rob se voltea y sujeta mi mano—estás conmigo, tranquila—me hace caminar a su izquierda

 

El hombre solo nos ve de reojo, mira la camisa de Rob que traigo puesta y luego nuestras manos unidas. Me apego más a Rob, pasa por nuestro lado. Rob sigue sin soltar mi mano y así bajamos los ocho pisos ¡ocho! Por las escaleras. Cuando llegamos al primero, estoy exhausta, en cambio él parece que solo hubiera dado un par de pasos. No me atrevo a preguntarle cómo se llama este vecindario, puedo ver que es humilde y bonito, hasta rústico podría decir.



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En el texto hay: comediaromantica, romance, amor y humor

Editado: 05.07.2022

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