Si es contigo acepto

Capítulo 9

Marie. ¿Por qué no me dijo nada? ¿Es por eso que estaba molesta? No, es imposible. No tiene porque. Es mi vida. Puedo vivir con quien se me dé la gana. 

Miro mi pantalón que trae puesto— parece que te gusta…— jaloneo un poco la tela

—oh—se da cuenta de lo que hablo—bueno es que…—ahora, se sonroja

No voy a ponerla nerviosa—¿y esto?—le arrebato la lata de duraznos que trae

—humm—miro la hornilla de la cocina, está la sartén y sucia—intenté cocinar… —entonces, nunca ha cocinado. ¿es en serio?—quise prepararte el almuerzo ¿sí?—me dice frustrada. Cruzo los brazos sobre mi pecho. Esto es divertido—quise preparar frijoles… esos que almorzamos ayer, es que me gustaron y…

Presiono mis labios, no quiero reírme —¿los quemaste?—pregunto. Es un lindo detalle de parte de ella. Un bonito detalle. Como ella.

Robert. No empieces…

—¿por qué sonríes?—levanta una de sus cejas, bien definidas

¿Ahora no puedo sonreír en mi propia casa? No puedes burlarte, que es diferente. Levanto las manos en modo de ofrenda de paz—¿y cómo quedaron?

—comes mucha comida enlatada, Rob—niega lentamente—y… bueno, ya no quedaban frijoles—debe ser cierto. Antes de mi viaje ya casi no había comida y no compré más por la semana en que no iba a estar en Brooklyn

—¿qué intentaste hacer, entonces?

—nugguets—me entrega la caja ya abierta. La sacudo levemente, aún hay algunas dentro—pensé que solo se ponían y ya… pero… ¡están como piedra, Rob!

Le muestro una sonrisa con ironía. Dame paciencia con esta mujer. Me remango las mangas de la camisa hasta los codos—te ayudaré a cocinar

—lo digo en serio, no te burles

Echo un poco de aceite en la sartén, pongo todos los nugguets en un recipiente y lo introduzco al microondas un par de minutos, luego los vuelco en la sartén y empiezan a freírse.  

—eso pareció fácil—los ojos de Viviana no se despegan de todo lo que hago. Más vale que aprendas…

Voy hacia el fregadero y me enjuago las manos—¿con papas?—asiente entusiasmada—en el refrigerador, en la última parrilla—hace lo que le digo—hay un recipiente de plástico

Apago la hornilla de la cocina—¿esto?—cierra el refrigerador y vuelve a mi lado. Soy de esos hombres que ya tienen toda la comida lista, solo para calentar en el microondas y ya

—ahora vas a cortar—le paso un cuchillo no tan grande. Vamos, es fácil, ya las papas están peladas, solo faltar cortar. Me mira dudosa ¿qué?

Me entrega el cuchillo—haber enséñame—con su barbilla señala las papas

¡Mujer! Corto en tiras las papas, rápido. Tengo hambre. Viviana ve mis manos con detenimiento. ¿De verdad, nunca ha cocinado? Dejo una papa, ella empieza a cortar… lento… pero lo hace. Sus manos se ven delicadas, como de porcelana.  

—¿y quién era esa mujer?—estamos almorzando. Limpio la comisura de mis labios

¿Por qué lo pregunta?—Marie—respondo sin darle importancia

Asiente unos segundos y luego vuelve hablar—¿y quién es Marie?—coge una de las papas y me señala—¿tu novia?

Me río—no, por supuesto que no—¿cómo se le ocurre? —es la directora de la Universidad

Sus ojos se abren de par en par—¿directora? ¿universidad?

—soy profesor, Viviana

—¿qué materias enseñas?—vuelve a dar otro bocado a los nuggets de su plato

—historia y… literatura inglesa—me encojo de hombros

Rápidamente y sin darme cuenta, nos fundimos en una conversación ligera de tú me preguntas y yo te pregunto.  

—¿tu frase favorita?

—el amor es una flor que hay que dejar crecer—cito a uno de mis cantantes favoritos

—¿de quién es?—curiosea

Sonrío—John Lennon

—¿te gusta John Lennon?—sonríe con tanta facilidad, una sonrisa tierna y sutil  

—sip

Ambos terminamos de almorzar. Bien, ahora devuelta al trabajo. Me levanto igual que ella—yo los lavo—me pide mi plato

—claro que no—trato de quitarle el suyo de sus manos—dámelo

—¡oye!—retrocede mientras ríe. Su cabello rubio se agita al moverse, es tan  delicada. Hay algo en ella… —en serio Rob, seguro estás agotado, dámelo, tu ve a descansar

Le entrego el plato y es en ese momento donde puedo tocar su piel, es muy suave, su actitud, su manera de hablar, de actuar. Viviana no es una chica común y corriente… hay algo que me está ocultando.

~*~

He terminado mis clases de esta semana. Bien, muy bien. Esto es agotador… debería cobrar más. No te quejes, ganas muy bien. Sí, lo malo es que estuve desperdiciando mi dinero en ese hombre. Maldición. Apago la laptop y voy a buscar a Viviana. He estado encerrado como cuatro horas y ella no me ha interrumpido.

La encuentro en el cuarto donde se lava la ropa. Está de cuclillas, observando por el círculo de cristal de la lavadora, como la ropa gira y gira—¿qué haces?

Me mira y sonríe—lavé la ropa—señala el cesto donde se pone la ropa sucia, pero ya no hay nada—tenías mucha

—déjala ahí—extendiendo mi mano, la toma y la ayudo a ponerse pie—nos merecemos un café—camino con ella hasta la cocina

Después, cenamos lo que sobró del almuerzo. Estoy cansado, debo dormir más. Oh… la cama. No quiero dormir de nuevo en el sofá. ¡Ya van dos noches! Me pongo la piyama y Viviana sigue en el baño. Mejor se lo propongo de una vez…

La veo salir, agarra una de las almohadas—¿qué haces?—frunzo el ceño

—voy a dormir en el sofá—okay, eso no me gusta

—no—niego—ven acá—me siento en la cama

—Rob, es lo menos que puedo hacer…—suelto una risita—¿por qué ríes?

Vuelvo a mirarla—no pareces la misma Viviana que casi rompe la luna de mi auto—sonrío al recordar ese día

Sus mejillas se sonrojan, levemente—es tu culpa… tú no querías abrir—desvía la mirada y rasca su cuello

—hagamos un trato—propongo—estoy muy cansado y por lo que veo, tú también—vamos a escuchar que respondes…—dormiremos en la misma cama ¿qué dices?



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En el texto hay: comediaromantica, romance, amor y humor

Editado: 05.07.2022

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