Robert.
Recibo una llamada mientras estoy esperando a Viviana quien está sentada en esa silla giratoria que tienen los salones de belleza.
¿Cómo es posible que esté yo sentado aquí? Dios mío… ¡soy el único hombre en este extraño lugar!
—¿qué pasa Tyler?—digo al responder
—¡me muero!—grita eufórico
Arrugo las cejas al ver a una mujer sentarse a mi lado y seguido de esto otra se sienta a mi otro lado ¿Qué les pasa, por qué me miran así?
—¡Robert!—me grita Tyler
—espera un segundo—me levanto y voy hasta Viviana
Tiene la mirada fija en sus manos a pesar que hay un gran espejo en frente suyo. Pongo mi mano libre sobre su hombro a la vez que cubro el celular para que Tyler no escuche
—¿estás bien?—le pregunto
Su mirada se conecta con la mía en el espejo que está en frente. Asiente.
—pensé que estarías feliz…—se supone que una mujer es feliz cuando va a un salón de belleza ¿no?
No seas tan neandertal, Robert. No todas las mujeres tienen que ser iguales.
Gira su rostro y levanta la mirada para verme—no es nada… solo estaba pensando
—¿en quién?—pregunto antes de pensar. Mierda, no… no quise preguntar eso—quise… quise decir ¿en qué?
Me mira confundida y un tanto divertida
—no es nada, ya te dije—me dice y su mirada viaja al celular que está cubierto el fono—¿quién te llama?
—un amigo
—¿o amiga?
—amigo, preciosa. Estaré afuera un momento—me giro antes que ella diga algo y salgo del salón de belleza
A penas y me quedo ahí, a un lado de la puerta. Vuelvo a colocar el celular en mi oreja.
—ahora sí, me decías
—¿dónde estás?—una risita al final de la pregunta de Tyler me hace dudar que haya escuchado mi pequeña conversación con Viviana
—déjame adivinar… has de estar fo…
—¡cállate!—digo antes de que termine—estoy fuera de mi apartamento por si no lo sabes
—¿a sí?
—si
—¿dónde?
—estoy en un salón de belleza—y es aquí donde me arrepiento de habérselo dicho
—¡oh si! ¿tú en un salón de belleza? Eso tengo que verlo ¿en cuál de todos?
—yo no me estoy haciendo nada, idiota—digo entre dientes
Giro a ver por el vidrio a Viviana, le están cortando el cabello, solo espero que no se lo corte mucho, me gusta que esté de ese largo que tiene
—¡estás con una mujer! ¡joder, ahora sí! ¿dónde estás? Quiero conocerla ¿es linda? ¿ya follaron?
—es en lo único que piensas ¿no?—me río ante su ocurrencia. Si supiera que Viviana es virgen…
—¡dime!
—no me grites
—¿la llevarás esta noche?
—sí
—¡genial! Ya veré que buena está
—con ella no Tyler… —digo al notar sus intenciones
—¿por qué no?—se queja—¿te gusta?
—te veo esta noche. Adiós
Cuelgo antes de escuchar una palabra más de mi mejor amigo. ¿No se puede mantener quieto? ¡A todas quiere darle!
Vuelvo a entrar al salón, pero esta vez no me siento en el sofá… no con esas mujeres viéndome como si yo fuese un trozo de carne. Me cruzo de brazos y apoyo mi cuerpo en una de las paredes y espero.
De vez en cuando observo hacia afuera, ya se está haciendo tarde… saco mi celular del bolsillo. 7:27 pm marca la pantalla.
—¡divina!—escucho gritar a una de las mujeres que atiende
Levanto la mirada y me doy cuenta que es a Viviana a quien ha llamado de esa forma. Su cabello rubio ahora está ligeramente más corto y con unas hermosas ondas.
—¿no me vas a decir nada?—pregunta tímida
—tú…—hago que se levante de esa silla. La agarro de las manos—bueno… estás bonita—no quiero alagarla tanto, aunque con la cara de bobo que debo traer, seguro ya se dio cuenta que estoy quedándome corto
Besa mi mejilla—gracias por esto
—aquí tiene—a duras penas suelto una de sus manos para entregarle a la señorita que atendió a Viviana una de mis tarjetas de crédito
La tarde la habíamos pasado bien, después de recoger a Viviana de la tienda de Phill fuimos a almorzar a un restaurante de aquí cerca de la zona. Es agradable escucharla, está muy feliz de trabajar en la tienda, eso la hace sentirse útil y si eso la hace feliz… entonces está bien.
—¿qué hora es?—me pregunta cuando estamos en el piso siete
—7:54 pm—asiente. Llegamos al piso ocho, saco las llaves y abro la puerta del apartamento—alístate, voy a darme un baño rápido—le digo cuando ya estamos dentro
—hum…
—¿qué pasa?—pregunto
—quería bañarme primero… pero si tú…
—hazlo, no te preocupes—le sonrío para que se sienta más cómoda—revisaré algunos correos y también la grabadora
—¿grabadora?—frunce el ceño.
Señalo el teléfono que está a un lado de la sala, debajo de la lámpara en la mesita—tenemos un teléfono—se queda pensativa—ya, ve a bañarte
~*~
—¿entonces?—junta sus manos avergonzada. Siempre se avergüenza de todo
Me levanto del sofá y la atraigo a mis brazos, huele a mí mismo perfume y es porque ella usa todo lo mío, duerme en mi misma cama, ahí está mi olor, mi toalla, mi bata… eso me gusta.
—estás preciosa—beso su mejilla
Viviana trae puesto el vestido que le compré, nunca me había puesto a verla detenidamente… piernas largas, perfectas curvas… ese vestido le cubre lo necesario, además que la hace ver más dulce, ya que la tela es de encaje. Sus párpados están pintados de un color más oscuro, y sus labios están llenos de brillo labial. Se ve muy bonita.
Suelta una risita contagiosa.
—estoy de tu misma altura, ahora—la sigo sujetando de la cintura y ella tiene las manos en mi pecho, sobre la camisa que me he puesto
—vámonos—la agarro de la mano y salimos del apartamento
Agradezco que Viviana no se haya comprado tacones tan altos, bajar ocho pisos, por las escaleras, estoy seguro que no le gustará nada. Pero me sorprendo al ver que ella no protesta ni hace una mueca. Cuando llegamos a fuera del edificio ya está esperándonos el taxi que llamé de la agencia, mientras que Viviana seguía en la ducha.