Si me dices te amo...

Lo que hizo falta

Cuándo volví a verlo ya había pasado una semana desde la ultima vez, a nuestra llegada de Las Vegas nos fuimos a comer palomitas dulces sentados en un banco a la luz de la luna y no sé porque, pero me pareció —y aun me parece— lo más romántico que...

Cuándo volví a verlo ya había pasado una semana desde la ultima vez, a nuestra llegada de Las Vegas nos fuimos a comer palomitas dulces sentados en un banco a la luz de la luna y no sé porque, pero me pareció —y aun me parece— lo más romántico que he hecho siempre. Luego él me acompaño casi frente a mi piso y nos abrazamos.

He recordado ese abrazo los últimos días y he sonreído cada vez, creo que me estoy ablandando y me da miedo.

Mucho.

Pero en fin, volviendo al presente, esta frente a la universidad, ya sabía que iba a estar ahí, pero saberlo no me preparo para verlo.

Mi corazón esta palpitando más rápido que de costumbre, mis manos empezaron a sudar y una extraña sonrisa nacida de quien sabe donde me esta embargando todo el rostro.

Estoy sonriendo como una estúpida y no me avergüenzo en lo absoluto.

A su lado está Markos y a mi lado está Diana, dicho esto, es más que obvio que no me voy a acerca ni viceversa.

Yo estoy empezando a creer que esto va a ser más difícil de lo que esperaba. Quiero decir, a fin de cuentas, fui quien dijo de vernos poco y a escondidas, mientras tanto, él no acepto y gracias a Dios por eso.

Porque en ese caso ahora mismo me sentiría muy mal mientras veo como Matilda se acerca a ellos y enreda un brazo por el brazo de Mattew. No sé que es este feo sentimiento en el pecho, pero me gustaría poder acercarme a ellos y besarlo, solo dejar en claro que él es mío o casi.

En ese momento, en que quito el brazo de ella del de él, yo volví a respirar profundo. El nudo en el pecho se me disolvió y pude sonreír.

Le sonreí a Matthew.

Había pasado mucho tiempo pensando que nada del amor es real, que se puede querer y anhelar, que se puede esperar, incluso a veces, se puede echar en falta a la otra persona por costumbre, pero que se deseará el amor, eso no lo creía.

¿Qué es el amor?

¿Qué es esta necesidad incoherente de verlo y que me abrace?

Pasamos de clase en clase y la única que compartimos no es hoy, así que no lo volví a ver en todo el día, ni siquiera volví a sentir ese olor que solo él tiene. Supongo que también se debe al hecho de que nunca me había sentido así, quiero decir, nunca antes me había dado la oportunidad de sentirme amada y de amar, no creo del todo en el amor y experimentarlo es casi absurdo.

Pero si paso, lo vi, lo vi en medio de la calle caminando como si no tuviera ninguna preocupación en la vida, lo vi y sentí que solo existimos él y yo.

—Hola —La estúpida sonrisa en mi rostro me iba a dar dolores en las mejillas, pero no había nada que hacer para detener la alegría que se apodera de mi cada vez que lo veo.

—Hola, mi Samara —Sus brazos se envolvieron a mi alrededor como Koala a su rama, mi rostro en su cuello, mis brazos alrededor de él y yo perdida en mi lugar seguro.

Son las once de la noche, las calles están vacías y los ruidos son casi inexistente, en cambio en mis oídos corre el sonido de miles de caballos camino al cielo. Mis ojos se sienten húmedos y no sé que hacer, es como si toda la energía de mi cuerpo se hubiese esfumado.

Me siento débil, pero no tengo miedo.

—Me hiciste mucha falta cuando desperté hoy y no te estaba abrazando —murmuro contra mi oído, aun seguíamos parados en medio de todo, como si el mundo fuera nuestro y nada importará.

Yo también lo extrañe, pero ¿cómo?, ¿cómo es eso normal? solo he compartido dos noches con él de veinticuatro años de vida, que alguien venga y me diga si esto es normal.

Estoy casi segura de que me estoy dejando llevar por él y por su gran entusiasmo, por la seguridad que siento cuando esta cerca y por la loca esperanza de que se puede amar sin romperse en el camino.

Recuerdo que años atrás, tal vez, cinco, yo intenté entregar todo lo que tenía: tiempo, dedicación, pensamientos, energía, no tuve reparos en querer y dejar que me quisieran, intente acallar esa voz lógica en mi cabeza que me decía que nada de aquello iba a funcionar, lo intente con todas mis fuerzas hasta que los gritos de esa voz me petrificaron un día cualquiera en el que todo estaba bien.

Y le termine, intente explicarle que la del problema era yo. El problema real siempre fueron mis inseguridades, mi malicia, mi incredulidad, mi exceso de visión y la constante espera de que todo se resolverá cuando y como yo quiero, excluyendo siempre a la realidad y al tiempo.

Intente que me entendiera y al final solo lo lastime, porque supongo que de la misma manera que hay personas que como yo prefieren no esperar a ver lo que creen que ira mal, hay otros que arriesgarían hasta lo que no tienen aún sabiendo que todo acabará en desastres.

Aquello era una herida cerrada, al menos fue lo que creí y me tomó por sorpresa la manera turbulenta que esos pensamientos volvieron a hilarse en mi mente, fue desesperante porque esta vez yo soy más madura, puedo superar los riesgos, puedo permitirme una decepción, al menos una, yo le tenía fe a esto que empecé.

Yo estaba creyendo en nosotros.

No le pude ocultar lo que sentía y cuando se lo dije, me dejó esperando la misma respuesta cada vez que aquello pasará. Solo teníamos tres meses juntos cuando pasó.

Yo quería escuchar lo mismo la vida entera.

—Veo como me miras Matt, pero no entiendo tu mirada. Puedo ver las estrellas en ellos, pero tengo tanto miedo de perderme en ti y luego no saber que hacer si algún día te vas.



#202 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, romance bonito

Editado: 22.12.2024

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