»Se juntan los recuerdos del pasado, amontonando en mi presente melancolía«
WD.Rose
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2. ℝ𝕖𝕘𝕣𝕖𝕤𝕠 𝕒𝕝 𝕡𝕒𝕤𝕒𝕕𝕠
Verano...
Solía ser nuestra estación favorita, porque las hojas de los árboles caían; disfrutábamos verlas alzarse en vuelo o sentirlas crujir bajo nuestros pies descalzos.
Reíamos, vivíamos al máximo cada día, como si fuera el último. Quizás nos confundimos en el decurso que a veces pareció detenerse en esos momentos en los que tus ojos se fijaron en mis labios, yo sonreía nerviosa intentando descifrar tus intenciones; pero sólo llegaba tu dulce caricia a mi mejilla, tu voz que hacía de lo demás superfluo.
El tiempo se convirtió en monotonía, lento y veloz con tu ausencia. Aún lloraba por las noches, durante el día; el transcurso era demasiado difícil sin tí. Pensé tirar la toalla, pero... ¿Cómo hacerlo, si después de todo tenía motivos para seguir?
Era difícil verlo y escucharlo decir mamá, llamar papá a quien realmente era su abuelo, doloroso tenerlo cerca y no poder expresarle lo mucho que lo amo. Siempre que tenía la oportunidad lo traía a éste lugar, y sentados en el columpio lanzabamos rocas al lago.
Adoraba ver esa complicidad entre los dos, comprender lo que otros no.
...
Volví a mis quehaceres antes de que la señora Cooperfields notara mi ausencia. En la sala, el pequeño Matthew dibujaba trazos sin sentidos, tumbado sobre la alfombra. En cuanto se percató de mi presencia soltó las crayolas y corrió a mis brazos.
—¡Emi! ¡Emi! ¿Quieres ayudarme a terminarlo? —preguntó aferrándose a mi pierna.
Sonreí.
Eran esos instantes los que daban color a mi opaca vida. ¿Cómo podría negarme ante esos ojitos azules?, Era tan perfecto, no había nada más hermoso sobre la faz de la tierra que él.
Nuestro hijo...
—A ver, enséñame lo que haces ¿De acuerdo? —dije revolviendo su cabello marrón.
Enseguida tomó mi mano y me llevó hasta sus dibujos. Miré de cerca el montón de rayas incomprensibles, bueno tan sólo tenía cinco años, no podía esperar una obra de arte; aunque para mí todo lo que hiciera era tan valioso como una pintura de Picazo o Da Vinci.
—Quisiera dibujar como tú, por favor por favor enséñame, Emi —rogó juntando sus manitas.
Sus facciones me lo recordaban, esos mismos gestos del pequeño Max de mis recuerdos, estaba frente a mí. Una parte suya y también mía llena de energía, inocencia y dulzura.
Así era Matt, mi hijo.
Asentí mirando a todos lados. Tenía terminantemente prohibido vincularme más allá de empleada con los Cooperfields. Así había sido desde lo que pasó.
Me convertí en parte de la servidumbre, dejé de ser la niña que ellos querían, y pasé a ser la chica que día a día repudiaban, sobretodo Marie, la que creí me amaba como una hija. Ahora ellos eran fríos, distantes y las personas más malvadas que conocía.
Conservaba su apellido pero perdí lo que alguna vez consideré vida.
No quise ser una malagradecida,
no fue mi intención cambiarles la vida.
Jamás quise sentir una conexión tan fuerte con Maximiliano, enamorarme de él. Fue inevitable la atracción, imposible evitar que surgiera el amor.
Mientras le explicaba y él escuchaba con atención, mi cabeza se fue al pasado. No estaba mirando a Matthew sino a ese niño que me protegió, al adolescente que se robó mi corazón, al chico del que me enamoré perdidamente.
¿Cuánto más tendré que seguir esperando, Max?
Entonces volví al antaño.
—Maximiliano queremos presentarte a alguien muy especial. Oh vamos no seas tímida, linda —me apremió mi nueva mamá y di un paso observando al niño.
Él sonrió con tanta naturalidad que me sentí cohibida. ¿Acaso no estaba celoso de ya no ser el único hijo?
—Hola Emireth, yo soy Maximiliano pero ahora que somos hermanos puedes llamarme Max; yo te diré Emi ¿Te parece? —expresó sonriéndome y sin verlo venir, él me abrazó.
No supe cómo actuar en ese momento, no estaba acostumbrada a las demostraciones de afecto. Miré a mis "padres" pero ellos sólo asintieron, supuse que debía devolverle el gesto, así que lo rodeé escondiendo el rostro en su pecho y por primera vez, sentí el calor familiar.
—Eres muy bonita Emi, ¿No es verdad mamá, papá? —comentó algo impresionado.
Entrelacé los dedos nerviosa evitando mirar a cualquiera de los tres.
¿Por qué decía esas cosas?
—Es preciosa y la niña más especial que he conocido, ya lo verás Max. ¿Por qué no le muestras su habitación? —inquirió mi "padre."
—Estupenda idea, así vamos arreglando lo de la cena —coincidió "mamá" más que satisfecha.
Sólo tenía siete, pero era una niña muy perceptiva. Yo ví en Marie la plena convicción de que nos llevaríamos bien y en André también mucha seguridad. No eran los únicos, porque sentí lo mismo cuando... Max me abrazó.
Sin darme cuenta su mano estaba enlazada a la mía y pronto me llevó con él.
—Vamos, te va a encantar y lo mejor de todo es que está a la par de la mía, eso es bueno porque si alguna vez tienes miedo podrías quedarte conmigo. Imagínate, veremos películas hasta tarde o alguna serie de Netflix...
Hablaba sin parar.
—¿Netflix? —quise saber mientras subíamos las escaleras, en su apuro di un traspié, afortunadamente no me fuí de bruces.
—Lo siento, vamos muy veloz, es que olvidé que no eres tan rápida como yo —se disculpó un poco ¿Arrogante?
Eso porque no me conocía. En el orfanato solía competir con Sam y Marcus para ver quien llegaba primero al comedor, por supuesto les ganaba aunque luego recibía una reprimenda por parte de nuestra cuidadora.
Editado: 07.08.2020