Sicrónico

Terceros

Debe haber algún error…
Se suponía que esta historia debía ser solo entre tú y yo.
Así lo entendí, así me lo enseñaron:
que el amor era de dos,
que en una relación no cabían testigos ni intrusos,
solo nosotros, solo tú y yo.

Pero ahora empiezo a preguntarme
si desde pequeña me enseñaron a contar mal,
porque al parecer… hay más de dos en esta ecuación.
Tú, yo… y ella.
Una tercera persona en una historia donde solo debían estar dos.

Y es curioso, porque se supone que esa no es la regla.
El amor no debería compartirse,
no debería dividirse en pedazos.
Y aun así, ahí estabas,
entregando premios falsos y promesas rotas,
coronando a la mejor actriz con palabras
que alguna vez me dijiste a mí:
Amor sincero, puro, verdadero… y completo.

Pero lo que diste, no fue completo.
Lo partiste.
Lo dividiste.
O quizás a ella le diste más porciones.
Mientras yo me quedaba con lo que sobraba,
ella recibía el protagonismo.

Y yo, ¿quién era yo?
La secundaria.
El personaje de fondo.
La que creyó ser todo,
pero apenas era parte.
La que merecía el plato principal,
pero solo recibió sobras.
Lo que no merecía.

Deberías recibir un aplauso.
No solo por tu actuación,
sino por la forma en que lograste ocultarlo todo.
Por fingir tan bien el amor.
Por endulzar el oído con tanta delicadeza
que tus mentiras supieron a verdad.
Por construir un teatro tan bien montado
que hasta yo creí que era real.

Porque mientras yo te amaba bonito,
tú te acurrucabas en los brazos de otra.
Mientras yo soñaba contigo,
tú dormías con otra que no era yo.
Mientras yo te decía te quiero millones de veces,
tú le decías a otra te extraño en silencio.

Y lo peor es que yo seguía ahí,
intentando darte lo mejor de mí,
pensando que quizás un día lo valorarías.
Pero para ti nunca fue suficiente.
Lo que para mí era un universo,
para ti solo era un pedazo de tierra
que podías pisotear.

No sé cuándo dejamos de ser dos.
No sé en qué momento tú y yo
se convirtió en tú, ella y yo.
No sé cuándo el amor compartido
se volvió un triángulo,
y luego una línea rota donde yo quedé atrás.

Fuiste un buen actor.
Lo admito.
Y si tu propósito era romperme el corazón,
entonces no mereces un premio…
sino dos.
Uno por tu actuación impecable…
y otro por tu falta de conciencia.

Y me pregunto:
¿De qué sirve prometer amor eterno,
si al final lo entregas en brazos ajenos?
¿Para qué hablar de incondicionalidad,
si tu amor tenía condiciones escondidas?

Y entonces, inevitablemente, me culpo.
Me pregunto qué hice mal,
si fue que no di lo suficiente,
o si creí darlo todo y aun así no bastó.
Tal vez nunca lo sabré.

Pero por mi propio bien,
quiero pensar que el error fue tuyo.
Porque me dolería demasiado
aceptar que fui yo la que falló.

Y mientras tú buscabas otros brazos,
yo me quedaba esperándote.
Esperando que volvieras.
Esperando que me amaras como antes,
como prometiste.

Pero no volviste.
Me engañaste.
Caí en tu circo.
Me creí tu película bien escrita.
No sé cuál fue tu finalidad,
pero si fue jugar con mi amor,
lo hiciste a la perfección.

Y aun así duele.
Duele que te fuiste cuando más te necesitaba,
que te refugiabas en otra mientras yo me enfriaba,
que buscabas mientras yo seguía esperándote.

No sé en qué momento cambió todo.
Solo desperté un día,
abrí los ojos…
y me di cuenta de que ya no eras tú y yo.
Me di cuenta de que el amor que jurabas
se había ido.

Y entendí algo aún más cruel:
que mientras yo pensaba que me mirabas a mí con amor,
en realidad estabas mirando detrás de mí…
donde ella estaba.
Siempre estuvo ella.

ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ🧠🫀ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨ـﮩ٨ـﮩﮩ٨




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.