Te escribí, pero no te escribí,
y aún te sigo escribiendo,
en cada página en blanco que llenan mis manos,
en cada línea que se convierte en mi refugio,
donde mis palabras encuentran libertad,
aunque tú nunca las leas.
No te lo dije de frente,
no pude mirarte a los ojos
y confesar lo que guardo,
por miedo a que las palabras se deshagan
en el aire, sin dejar huella.
Pero aquí, en cada página,
te hablo sin reservas, sin límites,
te escribo en versos, en canciones, en cuentos,
en todo lo que soy cuando no puedo ser más.
Te escribí, pero no te escribí,
no te envié cartas ni mensajes en el móvil,
solo me quedé con mis pensamientos
y mis sueños plasmados en tinta,
porque el miedo a no ser entendida
me hace escribirte en silencio,
en estos libros que nunca verás.
Y aún te sigo escribiendo,
en las noches en que mi alma se desvela
y mi corazón no puede callar más.
Cada letra, cada palabra,
es un pedazo de mí que dejo aquí,
sin esperar respuesta,
solo porque necesito decirlo,
aunque tú no lo sepas.
Escribo para ti, aunque no te lo diga,
para que, si alguna vez llegas a leerlo,
entiendas todo lo que guardé en mi pecho.
Pero mientras tanto,
te escribo en páginas que se guardan bajo llave,
en canciones que nunca cantaré,
en historias que solo existen en mis diarios.
Te escribí, pero no te escribí,
y seguiré escribiendo,
porque aunque mis palabras nunca lleguen a ti,
siempre serán mías,
y en ellas encontraré la manera
de liberar todo lo que nunca pude decirte.
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