CAPÍTULO 0

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Un edificio, una joven y un destino incierto. 

Para Ga Young no era difícil subir escalón por escalón del edificio en el que vivía desde su niñez, lo realmente difícil para ella era aceptar que podía encontrar una solución menos drástica. Una solución que no lograba visualizar en ese momento. Por eso su trayecto hacia el techo del edificio fue inmediato. Su vida no marchaba como lo había planeado durante años, las decepciones se convirtieron en algo frecuente y su estado de ánimo comenzó a decaer día a día. Su interior era un caos y su alma no tenía rumbo. La única solución que encontró fue terminar con todo de manera inmediata y ¿Qué era más rápido que arrogarse desde el techo del edificio?, pues ella creía que no había nada más rápido que hacer eso. 

Ga Young llegó hasta el último escalón y frente a ella estaba la puerta que la separaba de su posible solución y final. 

Abrió la puerta y el cielo oscuro lleno de estrellas le dio la bienvenida. 

Caminó el trayecto que la separaba del borde del edificio. Caminó decidida en terminar con todo, decidida en dejar ir la última pizca de esperanza que intentaba guardar en su interior pero se le escapaba en cada paso que realizaba. Caminó hasta que llegó al borde de su final.

Con un nudo en la garganta se subió al borde del techo y observó todo el panorama. 

«Estuve en la cuerda floja por mucho tiempo pero hoy  siento como esa cuerda comienza a romperse para dejarme caer finalmente. Desde aquí puedo ver a las personas caminando como si de hormigas se trataran. Todas con una vida por vivir, con un propósito».

Miraba a cada persona que caminaba por la calle frente a aquel edificio. 

«Tienen un propósito que aún no logro ver para mi misma».

Suspiró aceptando su derrota y llevó la mirada al cielo mientras las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos. 

«Quizá mi lugar sea junto a todas esas estrellas brillantes», dijo su voz interior.

Cerró los ojos mientras tocaba su pecho sintiendo el dolor de la angustia.

«Finalmente la cuerda se rompe. Ya nada tiene sentido».

Inclinandose hacia delante se dejó caer pero tan pronto eso ocurrió su cuerpo se detuvo. 

—Tu cuerda aún no se ha roto. 

Ga Young abrió los ojos en sorpresa e inmediatamente frunció el ceño. Estando semi colgada del techo volteó la cabeza para ver quién estaba detrás suyo. 

Miró extrañada hacia el joven que la sostenía tomándola del suéter por la espalda. 

—El momento aún no ha llegado —continuó el joven.

—¿Tú quién eres? —dijo Ga Young sin entender la situación.

El extraño pero atractivo joven sonrió por primera vez desde que ambos se vieron a los ojos.

—Tu ángel —respondió con total naturalidad.

Ga Young lo observó extrañada y asustada. Volvió su mirada hacia lo que sería su caída y el pánico comenzó a invadir su cuerpo. 

—Oh por dios. Por favor no me dejes caer, ¿Qué hago aquí? —El miedo y pánico de ella era visible para el joven que aún seguía sosteniendola.  

—¿Y a mí me lo preguntas?, tú eres la que quería caer.

El joven volteó por una fracción de segundos la cabeza al oír como alguien se acercaba hacia donde estaban ellos. Volvió a mirar a Ga Young que aún colgaba del borde del techo y poniéndola a salvo de la caída desapareció de la vista de la persona que se acercaba y de la de Ga Young.

Un hombre completamente ajeno a lo que sucedía en el techo terminó de subir las escaleras  mientras hablaba por teléfono y al llegar se encontró con una confundida Ga Young que se encontraba parada firmemente sobre el borde del techo. 

—Señorita, ¿Qué hace ahí?, no lo haga. 

Ga Young no pudo emitir ninguna palabra ante la sorpresa de la desaparición repentina de aquel extraño y atractivo joven. Miró a su alrededor mientras poco a poco bajó del borde del techo. 

El hombre que la observaba atento y preocupado se acercó para agarrarla y asegurarse de que estuviera bien.

—Señorita, ¿Usted está demente?

Ga Young lo observó de inmediato al escucharlo y ofendida ante su comentario se soltó del agarre.

—¿Acaba de decirme loca? —preguntó pero sin querer oír la respuesta negó con la cabeza y levantó una mano indicándole al sujeto que no le respondiera—. Mejor no diga nada. 

El hombre al no entender la conducta de la joven decidió no decir nada. 

Ga Young negó ofendida nuevamente mientras buscaba con la mirada al joven que la salvó pero al no encontrarlo decidió ir hacia el interior del edificio. 

Dejando solo al sujeto que la creía demente ella fue directo a las escaleras para bajarlas. En el trayecto comenzó a oír risas a su espalda, volteando para ver de donde provenían se encontró al joven atractivo muy cerca de ella. 

—¿De dónde saliste? —dijo asustada. 

—Siempre estuve junto a ti.