Siempre Tuya

Capítulo 5

Alexandra

Al ver a los chicos después de mucho tiempo —me sentía algo apenada —camine hacia la sala donde se encontraban jugando con mis gemelos y el hijo de Judith.

—Mucho tiempo sin vernos chicos —salude.

—Ale hermosa —fue Carlos el primero en levantarse a saludar y darme un cálido abrazo —me sentí tan conmovida por volverlos a ver después de mucho tiempo —los extrañaba —nunca me había detenido a pensar en todo lo que había dejado —uno de esas cosas era a mi equipo de trabajo —mis amigos y compañeros —que ha sido de ellos todos estos dos años.

—¿Cómo es que ambas fueron madres y recién nos enteramos? —dijo Aarón haciendo un puchero.

—Cosas de la vida chicos —dije algo tímida y tampoco es que tenía muchas ganas de hablar del tema.

—La cena esta lista chicos —anuncio David mientras caminaba hacia nosotros —buenas noches mi amor —saludo mientras me daba un beso en los labios.

Todos pasamos a cenar al comedor, entre bromas y anécdotas la cena se tornó muy amena —sí que extrañaba estar rodeado de mis amigos —de mi gente. Quedamos en reunirnos nuevamente más adelante.

—Mi amor yo recojo la mesa —asumo que tienes que hablar con Judith así que adelante —indico David mientras procedía a recoger los servicios de la mesa —gracias David —dije, estaba tan agradecida con la vida por darme a un tipo tan bueno como David —hare todo lo posible para que seas feliz el tiempo de vida que estemos juntos —con esa promesa en mente procedí a retirarme y buscar a Judith, quien se encontraba con los bebés en la sala.

—Hay hermana no me mires así —dijo Judith al darse cuenta que la observaba detenidamente.

–Gracias – dije.

—¿Estas bien Ale? —¿pasa algo? —pregunto Judith, mientras arrugaba el entrecejo.

—Sí, estoy muy bien —estoy feliz —no sabía cuánto extrañaba esta ciudad, mi vida, mi trabajo, mis actividades —hasta hoy día —dije mientras solté un suspiro.

—No estas molesta porque los traje sin comentártelo —pregunto Judith.

—Claro que no —estoy feliz de volver a verlos —además esta casa es tan tuya como mía y puedes invitar a quien tu desees —dije con firmeza, Judith era como mi hermana y quería que sintiera ello.

—Gracias mi Ale —escuche decir a Judith y en cuestión de segundos la tenía abrazándome fuertemente.

—Vayamos a acostar a los niños y de paso me cuentas como te libraste de Fernando.

—Está bien —respondió una desganada Judith.

Acomodamos a nuestros pequeños en la cama —todos los niños dormían en una misma habitación —según nosotras para que se hicieran compañía —era una habitación inmensamente grande donde cada bebé tenía su cama —David lo había organizado de esa forma.

Caminamos hacia la terraza —ahora si puedes decirme que paso —pregunte expectante.

–Pues nada fuera de lo normal hermana —simplemente lo saludé y el a mí —más bien me pareció raro que me preguntara por mi esposo —yo le tuve que decir que no estaba casada, que la única que se casó pues eras tú —que te habías casado con David y habías formado tu familia.

—¿Solo eso?

—Sí, solo eso —dijo Judith.

—Ah… —irónicamente quería saber si habían hablado algo sobre Noé —pues nunca más volví a saber de él desde que me había ido.

—Hay algo más —dijo Judith mientras miraba a todos lados.

—¿Qué buscas? —pregunte extrañada.

—Solo me aseguro que no haya moros a la vista —dijo en son de broma.

—Sí que estás loca —dije sonriendo.

—Hoy día también regreso Noé de los Estados Unidos —por eso es que Fernando estaba en el aeropuerto —así que si nos demorábamos un poquito más Noé conocería a los gemelos.

—¡Mierda! —exclame.

—Re mierda hermana y por cierto dije una pequeña mentirita.

—No sé porque no me da buena espina tu pequeña mentirita Judith.

—Le hice creer a Fernando que tú y David habían tenido dos bebés y esos habían sido los niños que visualizo.

—Judith, las mentiras tienen patas cortas —tarde o temprano la verdad saldrá a la luz y lo sabes.

—Lo se Ale, pero espero retrasarlo lo más que pueda —¿Y tú que harás cuando Noé se entera de la existencia de los bebés?

—Le diré que son hijos de David —legalmente son hijos nuestros —dije en tono firme.

—No lo sé Ale —se va armar en grande cuando todo salga a la luz —por si no te diste cuenta tus hijos son el vivo retrato de su padre.

—Cambiemos de tema, no quiero pensar en ello —lo importante ahora son nuestros padres —ambos están hospitalizados y no están siendo nada colaboradores para su rehabilitación —prometí que iríamos mañana.

—Está bien hermana, vayamos a verlos —los extraño demasiado —dijo Judith.

—Y ellos a nosotras —dije.

—Bueno Ale vayamos a descansar que mañana será un día largo y piensa sobre lo que los chicos dijeron de volver a grabar videos —dijo Judith mientras me dio un golpecito en la espalda y se retiró dejándome sola en la terraza.

Minutos después sentí que me colocaban un abrigo —cúbrete, puedes coger un resfriado —era David quien había llegado.

—Muchas gracias —dije mientras me acomodaba el abrigo.

—¿Paso algo? —pregunto.

—Nada —hablaba con Judith que mañana iríamos a visitar a nuestros padres —dije mientras entrelazaba mi mano con la suya.

—Si claro, mañana los visitaremos —Carmencita puede quedarse con los niños —propuso David.

—Si me parece bien —vayamos a verlos.

—Entonces es hora de descansar —dijo David mientras me cargaba en brazos, enrosque mis brazos en su cuello mientras hundía mi cabeza en su pecho —podía escuchar el latido de su corazón —me sentía mal de no poder corresponder su amor con la misma intensidad.

La misma rutina de siempre —David tomaba sus medicamentos antes de acostarse y yo como siempre torturándome con el pensamiento por no poder hacer nada para salvarlo y darle más días felices.




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