Siempre tuya

Carta 8

(Nota escrita por Eloisa el 17 de marzo, 2018)

Por el amor de Dios y todo lo que es Santo, tienes que levantarte de esa cama o vas a quedarte pegado a ella. Es más, si no te quedas pegado a las sábanas como un zancudito aplastado en la pared, yo misma me encargo de que echarte pegamento por todo el cuerpo.

(Probablemente sonará cruel, y si es así, perdóname. Ese era mi pobre intento de ser graciosa y motivadora. Toda una payasa como las del circo Du Soleil. ¿A que sí?)

Sé que estos días están siendo duros y sé que apenas nos conocemos. Pero me estoy quedando sin alternativas, Nathan. He tratado de ser dulce y amable: susurrando cuando estoy a tu alrededor, acariciando tu sedoso cabello y murmurando que todo estará bien, contándote historias felices, hablándote de las travesuras de los Vell, llevándote comida y obligándote a ingerirla, recostándome a tu lado las noches en que estás demasiado asustado para dormir…

Y no me queda de otra más que confesarte mi secreto: me asustas. Me aterras. Siento que si dejo la habitación demasiado tiempo tu alma se las arreglará para salir volando por la ventana, cada vez más lejos y lejos y lejos, hasta que ya no pueda verla ni sentirla. Y si mueres, no podría soportarlo. Esto sólo me lleva a estar cada vez más extenuada e insomne sin nada que pueda hacer al respecto.

Por otra parte, necesito tu ayuda: económicamente, estamos quebrados. Los números rojos titilan en mi cabeza cada vez que pienso en dinero y si esa no fuera alerta suficiente, la ausencia de suministros en la nevera también es un claro indicativo.

Hace dos días he recibido una carta del Doctor Heim ofreciéndome trabajo y finalmente me he decidido a confiar en él. Después de todo lo que he pasado no es una decisión que haya tomado a la ligera. Pero el hambre aprieta y alguien tiene que hacer algo al respecto.

Todo ello me recuerda que debo hacerte saber lo siguiente… Tú no eres el único con un corazón roto y sangrante en el pecho: Yo también estoy irreversiblemente destrozada y por ello me veo obligada a gastar la mayor parte del tiempo tratando de mantener mis piezas juntas, de no derrumbarme. Porque sé que si dejo que la tristeza y la impotencia me invadan demasiado tiempo, nunca hallaré el camino de vuelta a quien soy. Y ya me he perdido a mí misma suficiente sin que fuera consciente de qué hacer al respecto, como para también perderme a mí misma cuando sí sé que hacer para evitarlo.

Afuera el sol es brillante, las aves cantan, y el cielo es de un azul intenso y seductor. Sí, el azul puede ser seductor (anda a comprobarlo, por favor).

Me parece casi una mentira: Nunca creí que el cielo pudiera ser más hermoso o inefable de lo que era en casa. Ya sé que es una idea irracional, pero eso es lo que yo creía: que no existía otro sitio mejor que en el que nací, que ningún otro lugar podía ser más bello.

Me equivoqué. Este lugar lo es. Por eso te lo voy a repetir:

Afuera el sol es brillante, las aves cantan, y el cielo es de un azul intenso y seductor, y tú y yo estamos vivos para ver otro amanecer, estamos vivos y respiramos, estamos vivos y sentimos, estamos vivos y amamos y sufrimos. Estamos vivos. Entonces… salgamos a vivir. Vivir cada segundo del día, cada sonrisa que nos regalan, cada nuevo amigo, cada nueva oportunidad…

Por favor, vive, Nathan; no solo existas. No solo sobrevivas hasta que halles la forma de morir.

Posd: regresaré cuando pueda, te he dejado el almuerzo sobre la mesa. Sinceramente, no es mi mejor receta –no tenía mucho con lo que trabajar-, así que te recomiendo que vayas a la cafetería BenKa en lugar de comer lo que he dejado (no pienso responsabilizarme si te descompones). Venden unos panecillos que ni te cuento. (Hay dinero en la mesita de noche al lado de mi cama, en la primera gaveta, tómalo)



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En el texto hay: amor, amistad, brujo

Editado: 03.09.2018

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