Volema, 31 de marzo del 2018.
De: Eloisa González
Para: Kali O’Neill
Oh, bueno. Eso no salió tan mal como esperaba.
No serías tú misma si no sacaras los colmillos y los hincaras directo en la yugular, como un vampiro sediento de sangre, en vista de la menor provocación.
Por otra parte, concuerdo contigo cuando afirmas que necesitamos escuchar a la otra evitando los prejuicios.
¿Si no, cómo lograremos apoyarnos incondicionalmente?
En fin, entiendo perfectamente que tú y yo contamos con experiencias distintas y, en consecuencia, nuestras opiniones y expectativas divergen de forma irreconciliable en asuntos relacionados con la Orden. También entiendo que eso no tiene por qué separarnos, si no lo permitimos.
En tu carta anterior me hiciste una pregunta muy difícil de contestar, sobre todo por la cantidad de sentimientos que me invaden cuando pienso en lo que sucedió.
No encuentro motivo para seguir dándole largas al asunto, o al menos, motivos que sean más grandes que las ganas que tengo de recibir consuelo de tu parte. Sin embargo, espero que entiendas que no puedo especificarte quién, cómo ni por qué.
Necesito que confíes en mí cuando te digo que es mejor para ambas que te quedes fuera del desastre en el que he convertido mi vida.
Bueno, eso es más bien una mentira, la verdadera razón de tanto misterio es que me produce mucho terror el solo pensar que se te pueda ocurrir hacer algo tan estúpido como enfrentar a mi exnovio.
No temo por su vida, temo por la tuya.
Él es la clase de persona que quiere tener todo el control del tablero de ajedrez: cada pieza debe ser suya y moverse a su antojo.
Lo que quiero decir es que estoy muy segura de que te vería como una amenaza, y me es indispensable mantenerte tan protegida como sea posible: Te necesito en demasiados sentidos. Muchos de ellos aún no los comprendes. Pero desafortunadamente los enteras pronto, en un día no muy lejano. Espero que ese día no me odies tanto como creo que lo harás.
Sí, Kali, él me hizo daño.
¿Sabes?
Tienes toda la razón: debí haberlo visto venir. Todas y cada una de las pistas se encontraban justo frente a mí como señales de tráfico enormes, de esas que dicen: ¡Cuidado, peligro en el camino!
Pero era demasiado bueno, demasiado hermoso. Tan perfecto que preferí estar ciega.
Sólo sucedió una vez. Ni si quiera puedo decir que fue violencia doméstica o violencia de género: podría haber sido un mamut y aun así habría terminado de la misma forma.
Él simplemente es un monstruo narcisista.
Y yo cometí el error de interponerme en las metas que él había trazado para sí mismo.
Me odio, Kali.
Muchísimo.
Estaba tan asustada que hice algo imperdonable: mi cobardía le costó demasiado caro a alguien más. Y quiero tanto a esa persona ahora, que siento la necesidad de hacerme daño, de hacerme pagar de alguna forma por mis acciones.
Nunca me lo voy a perdonar a mí misma, y tengo la impresión de que cuando todo finalmente esté dicho y hecho, me odiaré aún más.
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Acabo de llegar a casa después de un día agotador, Kali, pero me encuentro más feliz de lo que me encontraba ayer mientras te escribía la primera parte de esta carta.
Esta mañana me desperté alrededor de las seis y el cielo estaba pintado en un azul perezoso, como si hasta a Dios le hubiera dado flojera terminar esa parte del cuadro.
Me metí en un vestido color oro, rompiendo con mi tradición de vestirme a juego con mi aura en favor de usar un color purificador para limpiar mi alma de tanto rojo-rencor, y estaba a punto de salir cuando he oído ruido en la cocina. Por un segundo me dio la tembladera al pensar que podría ser un ladrón, pero cuando me acerqué me di cuenta de que sólo era Nathan cocinando. Y pensarás ¿Qué tiene eso de emocionante? ¡Pues todo!: Nathan no se mueve, ni habla, ni hace cosas fuera de lo absolutamente necesario para existir y, si no lo fastidiara día y noche, estoy muy segura de que ni eso haría. Sin embargo, allí estaba él (un poco demasiado flaco y pálido), pero aun así más enérgico de lo que lo había visto en mucho tiempo, y eso me llenó el alma de una sensación de felicidad tan pura que era como si hubiera sido besada por un rayo.
Ya sé lo que estás pensando, taconcitos. Está idiota salta de una relación toxica a una relación potencialmente desastrosa. ¡No ha aprendido nada de nada! ¡Pero te juro que no es así! Amiga, por favor no te hagas ideas equivocadas sobre nosotros. Nathan es un amigo que vive conmigo debido a que se encuentra en un estado de salud física y mental muy delicado.