Siendo Padre, Aceptando tu llegada.

Capítulo 8

Capítulo 8

 

Liam


 

—Yo podría haber manejado —me quejo —Tampoco te pedí que vinieras conmigo.

Sophie manejaba mi auto con asombrosa habilidad,  una camioneta Cadillac nunca es fácil, en cambio, ella parece estar manejando un Ford fiesta.

Cuando me oyó pronunciar el nombre de Nora, se puso alerta y decidió que era buena idea acompañarme, tal vez ya todo el mundo sepa la situación en las que nos encontramos.

—No eres nada sutil, Liam —me dice —No quieres compañía, perfecto, pero no me voy a ir.

—No te estoy echando —volteo los ojos.

—Deberías comunicarles tus pensamientos a tus emociones, dices una cosa y pareces que quisieras completamente lo contrario.

—¿En tus ratos libres te dedicas a psicoanalizar personas? —escucho como suelta un bufido.

—Me imagino que sueles escuchar lo difícil que eres ¿No?

—¿Difícil? Conmigo utilizan otro tipo de adjetivos.

—¿Sí? —deja de mirar el camino para dedicarme una mirada fugaz —¿Puedo adivinar? 

—Adelante.

—¿Malnacido? ¿Desgraciado?

—¡Oh! ¿Cómo los has sabido?

—Y sínico —suelto una carcajada al escucharla —Ese es el mejor adjetivo que te describe, sínico. Estuve contigo una madrugada entere, te escuche maldecir a Nora.

—Que hayas aparecido en medio de una noche difícil, no quiere decir que sepas algo de mí.

—Te debí de dar dos copas de vino —golpea el volante con su puño cerrado.

—Te las pedí… Siempre es mejor hacer lo que yo diga.

—Y así te debe de ir.

Avanzamos con mucha velocidad por las calles, la verdad no puedo dejar de sentir, un sentimiento de miedo por Nora, el miedo que de verdad se vaya, no merece que su vida acabe tan abruptamente, además que Dios sabe que Nate la necesita a ella no a mí.

—Quiero conocer a tu hijo —su petición me sorprende —Sé que no nos conocemos y nada, pero quiero conocerlo.

—¿Por qué?

—Por ti… —esa es su respuesta, la cual no entiendo, no soy una razón de peso para querer conocer a Nate, ni yo mismo puedo hacerlo —¡Llegamos! —su anuncio es como un salvavida para el naufragio de mis pensamientos —¡Abajo!

Por esta vez entro acompañado a este asqueroso lugar, Sophie va al lado mío, con la misma energía de siempre, chispeante.

Llego con ella a mi lado, todos están aquí, como la primera noche, mis hermanos, los padres y hermanos de Nora.

—Buenas… —mi voz hace eco en el mediano espacio, todos nos voltean a mirar —¿Qué ha pasado con Nora?

Román intenta hablar, no obstante su voz no es la que responde a mi pregunta.

—No te interesa —Daniel ha adoptado la misma tónica que tenían hoy en la mañana sus padres, de hecho la familia entera me está odiando—. Se está muriendo.

—¡Daniel! —su madre le regaña —Todos aquí sabemos que no te interesa mi hija Liam, no deberías de estar aquí, no la respetaste antes, por lo menos inténtalo ahora.

—El médico volvió a solicitar tu presencia —ahora habla Richard —Necesita que estés aquí.

—Cosa que es una arbitrariedad —Summer no podía quedarse callada —La abandonaste, tú —me señala —Las has traído hasta este punto.

Alguien expresa en voz alta lo que yo venía sintiendo desde el mismo instante que supe que el accidente sucedió mientras me iba a buscar, es peor que te lo digan.

Una mano aprieta la mía, dejo de mirar a los Walker para mirar a Sophie, ella me sonríe, no me di cuenta en que momento me agarro la mano.

—¡Basta! —el grito de Savannah llama la atención de todos —No les voy a permitir esto —se aleja de Roman para plantarse frente a los Walker —Mi hermano no tiene la culpa del accidente de Nora, él no iba manejando el camión y tampoco se encontraba con ella en el auto.

—¡Iba a verlo! —grita ahora colérica Dayan —¡Si no fuera por eso ella estuviera bien y nosotros tuviéramos al bebé!

—¡Liam no tiene la culpa! —le contesta —No le echen ese peso encima a mi hermano, se los advierto.

—¡Muchachita! —la forma que mira a mi hermana deja claro que ella ya no es de sus afectos —No sabes la porquería que tienes de hermano.

—¡Ya! —mi voz queda encima de le de ellas —Mi hermana queda fuera de esto Dayan, la rabia es hacia mí que no se te olvide.

—Tranquilo… —la voz susurrada de Sophie hace que respire, ya no tiene mi mano agarrada, ahora se encuentra tars de mí, con un brazo alrededor de mi cintura y el otro agarrando fuertemente mi propio brazo.

—Estoy tranquilo…—hablo en el mismo tono en que ella empleó.

—Si respiras te daré tres copas de vino —vuelve a susurrar. 

Esa promesa si me hace respirar, cómo es que Sophie puede decir tantas tonterías juntas y al final no hacer que me enoje, al contrario, me hace reír.



#1692 en Novela romántica
#566 en Chick lit

En el texto hay: hijos, romance, amor

Editado: 13.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.