Siendo Padre, Aceptando tu llegada.

Capitulo 10

—Eres un Karma —le digo al espantapájaros que me mira con una aterradora sonrisa—. Eres insoportable.

—¡Qué amargado! — está chiquilla, porque eso es lo que es Sophie, quita de su cara la sonrisa con la que me ha estado torturado—. ¿Tienes un mejor amigo?

Alzo una ceja a su extraña pregunta ¿qué estará pasando por esa desquiciada cabeza?

—No… — alzo una ceja mientras espero lo que me va a decir.

—Lo imaginé, tú acabas con la paciencia de un santo, Liam —volteo los ojos —. Pero no la de los locos.

—Y tú estás loca de atar—le digo —Qué manera tan peculiar de ofrecer una amistad, espantapájaros.

—No te la estoy  ofreciendo, te la estoy regalando.

—¿Ser mi mejor amigo?

—¡No te parece genial! —aplaude al mismo tiempo que hace un saltito.

—No hagas eso, las personas nos ven —le regaño.

Ella sin ningún tipo de recelo mueve bruscamente su cabeza de un lado a otro.

—Aquí ni hay nadie —se queja.

En contra de mi voluntad me trajo a un centro comercial donde permanecíamos hace diez minutos en el estacionamiento de pies al lado de mi camioneta teniendo una conversación extraña como las que acostumbra Sophie.

—Hay cámaras… —.

—Eres de lo peor, entremos.

Con nueva emoción guinda su brazo con el mío y empezamos a caminar en busca de los ascensores, este espantapájaros tiene tanta energía que una planta nuclear, por eso su padre la quiere casar.

—Deberías aceptar casarte —le digo al salir del ascensor —Alguno de los prospectos de tu padre debe darte el ancho.

—Ninguno podría conmigo y mi padre no tiene buen criterio, solo mírate, menos mal que ya te deseche —eso me hace soltar una gran carcajada —Además estoy segura de que no me gusta el sexo opuesto.

—¡Qué alivio! —pongo mi mano libre en mi pecho —Dios libre a mi género de ti.

—¡Ja…! ¡Ja…! ¡Ja! —me empuja —Pero… ¿Sabes que me gusta del sexo opuesto?

—¿Qué cosa, espantapájaros?

—Su amistad…

—Dios me libre a mí.

—No te va a escuchar, él sabe que Nate me necesita en su vida teniéndote a ti de padre —se detiene haciendo que yo lo haga también —Mírame a los ojos Liam.

Llevado por la curiosidad tan fuerte de saber qué carajos va a decir ahora, hago lo que dice.

—Te estoy mirando a los ojos, Sophie.

—Liam —se pone sería —Solo imagínate que tú eres tu padre, ¿No sientes lástima por ti?

Una especie de burla por sus palabras y dolor por el recuerdo de mi propia niñez me arruga el corazón, ella tiene razón lo que se le viene al pobre hijo de Nora y mío es muy fuerte.

—Válgame Dios, sí que necesitara a alguien.

—Y yo ya estoy aquí, compremos todo lo que ese chico guapo va a necesitar —aplaude muy fuerte, cierro los ojos —. Luego vamos por unas cervezas, nos las tomamos hasta que se explote la vejiga de tanto orinar, jugamos billar y mañana a las siete de la mañana estarás como nuevo sentado frente al pediatra de Nate, preguntando por su estado y cuando te lo vas a traer a casa.

—No me apetece para nada tu plan.

—No me importa lo que te apetezca, Nora y sobre todo Nate necesita que empieces a tomarte esto en serio.         

A empujones me entra casi de nalga a una tienda grandísima de artículos de bebés, nunca hubiera creído lo que un bebé necesita, ¡Dios Santo! Si necesitan tantas cosas, ¿Cómo haré para mantenerlo vivo? El carrito de compras se llenó con asombrosa facilidad.

—Pañales, muchos pañales —dice —compremos solo unos cuantos para recién nacidos en menos de nada Nate estará en talla uno.

Si me preguntan qué dijo, ni idea, un montón de cosas fue tomando a medida que va avanzando. Pañales y toallitas Mantas o sacos para envolver al bebé, teteros, pijamas, aparatos extraños.

—No tengo idea de lo que has agarrado.

—Ya lo sabrás, la cuna la encargaremos, con un moisés te las arreglas las primeras semanas y lo más importante una silla para tu camioneta.

Horas pasamos en esto, demasiadas para no tener dolor de cabeza al final, muchas cosas la tiende quedo en enviarlas directamente a mi casa y ellos se encargaban de instalarlas, las demás se encontraban nublado la vista de mi sala, desearía poder cerrar mis ojos y todo desaparezca, tener mi vida de hace cinco años o diez. Que este hijo fuera el que tanto Nora deseo tener con su exesposo, hay mucho que tuvo que ser distinto, empezando por lo más valioso que Nora esté bien. 

Esa esperanza murió, no hay nada que yo pueda hacer por ella que la haga volver y este con su hijo. Ahora ese hijo debe ser mi prioridad, y por ella quiero que lo sea, pero no puedo.

—Deja de mirar las cosas de tu hijo como su fueran peste, de verdad que eres un hijo de puta Liam —el espantapájaros está en mi casa —. Te ayudaré a que todo esté organizado, solo indícame cuál sería la habitación del chico guapo.

—Sigo sin entender por qué haces todo eso —se encoge de hombres —Es raro.



#1694 en Novela romántica
#567 en Chick lit

En el texto hay: hijos, romance, amor

Editado: 13.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.