Siendo Padre, Aceptando tu llegada.

Capítulo 11

Capítulo 11


 

Liam


 

Quince días habían pasado desde ese accidente tan desafortunados para todos y lo peor de todo es que nada había avanzado, de hecho creo que todo está peor.

Yo he perdido hasta el privilegio de dormir de corrido una noche entera, estas eran largas y llenas de dolorosos recuerdos del pasado, de la sombra de culpa, la responsabilidad, todo junto.

—Señor —miro a mi asistente duramente necesito que termine de hablar —Le ha llegado esto en la mañana — pone el sobre de fino papel membretado sobre mi escritorio —Me retiro.

El logo impreso me revela de inmediato de quienes se trata, veo que  es la respuesta a lo comunicado por el abogado desde hace varios días, debo de admitir que lo esperaba desde hace días.

—Veamos que quieren los Walker… —ya nada me sorprendería.

Supongo que para ellos el deseo de Nora que Nate este conmigo tuvo que ser un baldado de agua helada, todos esperaban que me odiara, no los juzgo, yo juraba que asé era.

Incrédulo leo una por una las palabras que están escritos en este oficio, la rabia lleva a cometer estupideces, pero esto es el siguiente nivel.

Roman va a poner el grito en el cielo al saber esto, la objetividad parece haberse ido de ellos. No sé muy bien que pretenden con esto.

¿Acabar con el legado de Nora si ella de verdad ya no está? ¿Acabar con lo que Nate puede adorar de su madre? Eso es lo que en verdad lograran si siguen por ese camino.

Resoplando levanto mi teléfono, dígito la extensión de mi hermano.

—Roman ven a mi oficina de inmediato —ordeno.

De la misma manera que no les pienso dar ni por error la custodia de Nate, tampoco voy a dejar que se lleven por delante el trabajo de toda la vida de Nora, aunque ella no me haya dado potestad en esa parte.

Segundos después mi hermano entra en mi oficina.

—¿Qué?

—Lee esto —dejo los papeles en el escritorio y me pongo de pie.

—¿Por qué? —comienza a hablar —¿Por qué está pendejada?

—Lo mismo digo yo.

—¿Terminar el contrato empresarial con la empresa de Nora? —me mira con los ojos de incredulidad —Somos su mayor inversionista,  además generamos telas especiales para ella, ¡por Dios! Tengo una bodega llena de telas veganas con estampados creados por ella, todo es a gusto de ella Liam.

Por mucho tiempo fui testigo de su dedicación y entrega por su empresa, amaba jugar con colores, pasaba horas pintando sobre lienzos plasmando su alma ahí para convertilas en  telas.

—¡Maldita sea lo sé! Nora está escrita en cada una de esas telas, amaba estar involucrada en cada detalle.

—¡No lo podemos permitir! —dice furioso mi hermano —¡Son unos…!

—No piensan —continuo —Nosotros podemos dejar esas telas ahí por toda la vida y no pasa nada, la empresa de Nora se puede ir a pique.

—Esto es por Nate… —habla entre dientes —Ni así nos van a amedrentar, Nate es de nosotros.

—¿Por qué no hablas con Summer? —sugiero.

—¿Summer?

—Sí, hay que hacer algo Roman.

—Debemos de hacer algo, pero Summer nos está odiando.

—Desde que tenía quince años ha estado obsesionada contigo.

—Liam… —advierte.

—Solamente es para tratar de entender qué pasa por esas cabezas, entiendo el dolor, yo nunca he dicho que no pueden estar con Nate.

—Summer ya no tiene quince años.

—Inténtalo Roman, algo hay que hacer —veo mi reloj —Me tengo que ir, hazlo por Nora.

Ahí le daba por donde le dolía, Nora ha sido importante para él, eso bastara para convencerlo de que se acerque a Summer.

Tomo mi saco, son las tres de la tarde, en una hora más Nate será dado de alta, esa inmediata realidad me tiene los pelos de puntas, estoy poniendo todas mis esperanzas en Vilma.

Por obra de algún santo, los Walker no los veo por ningún lado, cosa que es ciertamente un gran alivio.

—Buenas tardes, señor… —mi reluciente niñera me saluda al llegar a los cuneros.

—Hola, Vilma, ¿cómo está?

—Muy bien señor.

—¿Ya tiene todo listo para irse con nosotros? —la mirada que me regala al escucharme me pone alerta —¿Vilma?

—Sí y no —me respondo.

—¿Cómo que si y no?

—Presente la carta de renuncia cuando quede con usted —asiento —Sin embargo, tengo que pagar un preaviso, estoy incumpliendo un contrato.

—No importa, yo pago la multa —digo inmediatamente.

—Eso pensé que iba a decir —alzo una ceja —No es tan difícil de suponer su proceder —la miro interrogante —Usted es muy arrogante señor Liam.

—Veo que elegí la persona correcta para cuidar a mi hijo, valoro su honestidad Vilma.



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En el texto hay: hijos, romance, amor

Editado: 13.06.2023

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