En lo más profundo de la caverna, el aire parecía congelarse, como si esperara alguna decisión silenciosa.Yasemin, Damir y Atesh se escondieron detrás de las rocas, aferrándose a las frías paredes de piedra, intentando confundirse con la oscuridad que los rodeaba. Cada uno de ellos luchaba por controlar su respiración, temerosos de que el más mínimo sonido los expusiera al peligro.
Yasemin sentía que su corazón latía como un tambor, un latido más fuerte que el otro, como si le advirtiera constantemente de que se acercaba un peligro. Agarró la daga con fuerza, con las puntas de los dedos ligeramente blancas por el esfuerzo, el sudor empapándole la palma y haciendo que la empuñadura resbalara. Intentó calmarse, pero el desasosiego envolvía su mente como una víbora, y cada gramo de cordura se tensaba más y más.
Justo cuando estaba a punto de ser consumida por la inquietud, una mano cálida le agarró la muñeca sin mediar palabra, proporcionándole un inesperado consuelo.Yasemin levantó la cabeza y vio a Damir a su lado, con la cara tan cerca que casi podía sentir su aliento. En la oscuridad, su mirada era tan tranquila y firme como la única fuente de luz en las profundidades de la cueva.
No dejes que te controle». La voz de Damir era grave, como si le susurrara al oído. Sus palabras eran como una cálida cuerda que la alejaba del borde del miedo. Sus dedos se tensaron ligeramente, agarrándola por la muñeca, transmitiéndole una confianza y dependencia silenciosas. En ese instante, Yasemin sintió que una corriente caliente se extendía desde su muñeca hasta su corazón, y el ritmo de sus latidos se volvió rápido y apasionado.
Yasemin se quedó atónita, la tensión y la ansiedad de su corazón fueron sustituidas gradualmente por una calidez. Su mirada se encontró con la de Damir, y en sus ojos brillaron emociones complejas. El tiempo pareció congelarse en ese momento, y los peligros que la rodeaban quedaron temporalmente aislados. La profunda emoción se expandía en su corazón, haciéndola sentir avergonzada pero incapaz de escapar.La mirada de Damir era como una llama ardiente, ardiendo profundamente en su corazón y haciendo que todos sus nervios se tensaran.
«Gracias, ......», susurró, con una voz tan fina como la de una mosca, con una pizca de timidez y gratitud. En ese momento, ella casi podía sentir el calor de su aliento, como si la distancia entre ellos se estuviera acercando por esa llama invisible, haciéndola desear más.
Damir no dijo nada más, y el calor de su mano no desapareció inmediatamente. Se inclinó ligeramente hacia delante, con la frente casi pegada a la de ella, y susurró: «Estaré a tu lado por mucho peligro que nos aguarde». Sus palabras parecían llevar una insinuación que tocaba el anhelo más secreto del corazón de Yasemin. Su respiración se aceleró involuntariamente y un pensamiento audaz pasó por su mente.
Justo entonces, Damir le pasó suavemente los dedos por el brazo, dejando una cálida huella, como si quisiera decirle de ese modo que el vínculo entre ellos trascendía los límites de la vida y la muerte. Aquel roce íntimo provocó un escalofrío en Yasemin y sintió una comprensión tácita. Su interior se agitó, pero se sintió aliviada por su apoyo silencioso.
Fue entonces cuando los ojos de Yasemin captaron la figura familiar que tenía delante: Zhanna, una mujer cuyo nombre estaba estrechamente relacionado con la violencia y la muerte. La brillante luz de las antorchas se reflejaba en el rostro de Zhanna, cuyos fríos contornos resultaban cada vez más escalofriantes. Se acercaba paso a paso, como si fuera consciente de todo lo que la rodeaba, y Yasemin y los demás no fueran más que blancos inocentes para su presa.El aura de Zhanna presionaba el aire cada vez más pesado, y toda la caverna parecía estar bajo su control.
Enfrentada a un enemigo tan poderoso, Yasemin sabía que no tenía margen para retirarse. Los instintos de supervivencia se agitaron en su interior, y supo que su compañero a su lado no sólo era un aliado, sino también el único en quien podía confiar. Su mirada se clavó en Damir como una llama ardiente. Sus ojos eran como espadas que atravesaban las angustias más profundas de su corazón y le ofrecían un consuelo silencioso.
«Encontraremos juntos la salida». Damir dijo suavemente, su voz baja y firme, tan inquebrantable como la roca. No tenía ningún consuelo extra ni falsas promesas, sólo el poder de esa verdad para transmitirle a ella.
Damir se acercó a ella sin decir palabra y le tocó suavemente el hombro. Fue un contacto breve, pero pareció un consuelo silencioso. Giró la cabeza para mirarle, y la calma y la determinación en los ojos de Damir le devolvieron un poco de paz. Sin embargo, la inquietud seguía aferrándose a ella. «Es Zhanna», susurró Damir, como si el peligro mismo acechara en la oscuridad. Había una inconfundible calma y amenaza en su voz, como si reaccionara a un instinto de batalla.
Un plan, con la mirada firme hacia Yasemin y Damir. «El deseo de tesoro de Zhanna es, sin duda, su punto débil. Sabemos que tiene pistas sobre el mapa, y ella
Editado: 04.11.2024