Sin frenar: En la caza por ti

7. Buscar un elemento extraño

Después de salir de la comisaría, sin haber conseguido nada realmente nuevo, Nika se dirigió a casa. Necesitaba recoger algunas cosas, aunque esa no era la razón principal de su visita.

Tío Tolya, él era quien realmente necesitaba ahora. La última vez no le contó muchos detalles sobre el caso, ya que hasta el último momento no sabía si lograría obtenerlo oficialmente.

Pero hoy, por fin, podía pedirle una consulta con más precisión.

—¡Hola, perdida! —le abrió la puerta su vecino, con cara de que la había estado esperando desde hacía rato.

—Tío Tolya, no me quedaré mucho tiempo, y otra vez vengo por ayuda.

—¡Claro! Como si me necesitaras solo para pasar el rato, ¿eh?

—¡Pero qué va! No diga tonterías, usted no es viejo. —sonrió ella.

—Ajá. Digamos que soy… maduro. ¿O mejor "de colección"? Como prefieras. Anda, siéntate y cuenta. Y toma unas galletas. ¡Sé que te gustan!

En menos de un minuto, Nika ya estaba mordisqueando una galleta de mantequilla. El tío Tolya siempre se las ofrecía, aunque ella las había odiado desde niña. Pero por respeto, siempre aceptaba, e incluso había acabado por acostumbrarse.

—¿Conoce a "Los Lobos"? —preguntó finalmente, tras acabar la maldita galleta. Se sacudió las migas de la ropa, cubierta como si le hubiera caído la primera nevada.

—A los viejos, sí. A los jóvenes, no.

—¿Y al Viejo Lobo?

—Fuimos amigos en su momento. Incluso viajamos juntos por Europa. ¡Esos sí que eran tiempos! Pero ya pasaron…

—¿Cómo es él, como persona?

—Tan brusco como una gaseosa barata. En serio, cuando lo conoces por primera vez, te dan ganas de mandarlo a la mierda. No le teme ni al diablo ni a Dios, y te dice las cosas tal cual las piensa. Pero cuando lo tratas más, te das cuenta de que no hay persona más honesta y abierta que él.

—Voy a conocerlo pronto.

—¡Vaya, vaya! Así que te has metido en "Los Lobos", ¿eh?

—¿Ya lo sabe todo? —Nika ni siquiera se sorprendió.

—Ojalá lo supiera todo. Mira, solo te diré esto: háblale de frente. Dile quién eres, qué buscas y por qué hablas con él. No solo te cubrirá, sino que si hace falta, te ayudará. A él tampoco le interesa tener un desgraciado en su club.

—¿Cree que el asesino puede ser de "Los Lobos"?

—De los viejos, los auténticos, como dicen ahora, no. Pero de los nuevos… no pondría las manos en el fuego, vecina. No los conozco, y al Viejo Lobo tampoco lo veo desde hace años. Ah, por cierto, dale un regalo de mi parte. Tal vez así se muestre más amable.

—¡Gracias! Y una última cosa: ¿cómo puedo saber si alguien del grupo joven podría estar involucrado?

—Buena pregunta. Que yo no me fíe no significa que el Viejo Lobo haya metido a un bastardo en su club. Me refería a otra cosa. Por cierto, él sigue aceptando personalmente a los nuevos miembros. Así que tampoco dejaría entrar a cualquiera.

Fíjate en los del club. Un club es como un organismo vivo, cada miembro es un órgano que trabaja en conjunto. Todos están conectados, se nota, se siente. Busca al que parezca fuera de lugar. Aquel que está, pero a la vez no está. Ponle atención.

Y fíjate en los chalecos. Los que llevan los más viejos, los de cuero grueso y con todos los colores bordados, esos llevan años en el club. Observa a los que no los tienen…

—¿Solo usan cuero?

—Por principios. El Viejo no acepta sustitutos ni falsificaciones. Ni en la vida, ni en la comunicación, ni en los chalecos.

—¡Me ha ayudado muchísimo!

—Ten cuidado. —Tío Tolya se levantó con esfuerzo y sacó de un estante una caja pesada—. Entrégasela al Viejo. Él entenderá…

Nota: Colores – insignia del club con su escudo y nombre. Se cose en la espalda y en un pequeño parche en el pecho del chaleco.




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