Sin Memoria - La Marca del Eclipse

Capítulo 1 - Sin Recuerdo, Sin Nombre

La oscuridad no fue lo primero que sintió... fue el frío.

Un estremecimiento le recorrió la espalda mientras su cuerpo yacía entre un manto vegetal húmedo del bosque. La tierra olía a raíces rotas, a savia reciente, a invierno aún no llegado. Cuando abrió los ojos, el cielo estaba cubierto de nubes densas, y los árboles formaban un techo natural que apenas dejaba pasar la luz de la luna. La joven se incorporó con dificultad, sintiendo cada músculo como si no le perteneciera.

Estaba sola.
No sabía dónde estaba.
Y, peor aún... no sabía quién era.

Su pecho latía desbocado. Miró a su alrededor, girando con torpeza sobre sus talones, esperando encontrar algo, a alguien, alguna pista... Pero solo había sombras. Una brisa helada le hizo notar que llevaba ropa rasgada, vieja, ajena a ella. Al intentar caminar, tropezó con una raíz y cayó de rodillas, jadeando. Fue entonces cuando lo sintió por primera vez: el ardor en su espalda. Como si una brasa le hubiera marcado la piel desde dentro. Se llevó la mano a la zona y palideció. Al tocarlo, el dolor se intensificó por un segundo, pero no había sangre, ni herida. Solo calor.

A lo lejos, el cielo rugió. Se avecinaba tormenta.

Sin tener idea de adónde ir, se abrió paso lentamente por el bosque, guiada por un instinto desconocido. El sonido de la lluvia comenzó a llenar el aire antes de que las primeras gotas tocaran las hojas. Caminó hasta que, entre la maleza, distinguió una estructura: una cabaña de madera, vieja, inclinada hacia un costado, pero aún de pie. La puerta estaba entreabierta.

Entró.

La humedad había invadido el interior. Olía a encierro, a moho, a tiempo detenido. Aun así, había algo reconfortante en ese lugar abandonado, como si alguna parte de ella lo reconociera. Cerró la puerta tras de sí y se dejó caer al suelo, empapada, temblando. El silencio se instaló.

En un rincón, un espejo partido por la mitad colgaba torcido de la pared.

Se acercó, casi con miedo, y se miró.

La imagen que la devolvía la mirada era la de una joven de rasgos suaves pero firmes. Sus ojos gris-violeta reflejaban algo profundo, antiguo... como si hubieran presenciado demasiado. Su cabello oscuro caía mojado en ondas sobre su rostro, enredado con hojas y lodo. Y aunque no sabía su nombre, había algo en esa mirada que dolía. Una tristeza enterrada bajo capas de olvido.

Pero lo más inquietante era la marca.

Al quitarse la tela rasgada, la vio claramente: una especie de eclipse rojo, grabado como fuego en su piel, brillando tenuemente bajo la luz de la tormenta que ahora golpeaba la cabaña. No era un tatuaje. No era natural. Era... una advertencia.

—¿Qué soy? —susurró con voz quebrada, sin esperar respuesta.

Y sin embargo, algo—o alguien—pareció escucharla.

En el reflejo del espejo, por un instante fugaz, una sombra se movió a su espalda.



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En el texto hay: hechiceras, amor, amor brujas vampiros

Editado: 03.08.2025

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