Sin Memoria - La Marca del Eclipse

Capítulo 2 - Voces en la niebla

El viento susurraba entre los árboles como si murmurara secretos olvidados. La joven, aún sin nombre, no había dormido bien desde que llegó a la cabaña. Cada noche, las pesadillas se colaban entre las sombras, pero esta vez fue distinto.

Una voz suave, masculina, resonó en su mente como si viniera desde otro plano.

Montse... no temas. Pronto sabrás la verdad.

El nombre se le clavó en el pecho. ¿Montse.? Despertó jadeando, con la marca en la espalda ardiendo otra vez, brillando tenuemente bajo la luz gris del amanecer. La niebla que rodeaba la cabaña era más espesa que nunca.

Decidió salir. Necesitaba respuestas. Sentía que algo —alguien— la estaba llamando.

Caminó entre los árboles envuelta por la bruma. Cada paso que daba parecía hacer crujir más fuerte las hojas secas. De repente, un susurro. No uno, muchos. Voces entre la niebla, pero no podía distinguir palabras, solo emociones: tristeza, miedo... y algo más profundo, antiguo.

¿Quién eres realmente...?

Giró bruscamente, pero no había nadie. Entonces la vio: una figura encapuchada, delgada y encorvada, emergiendo de entre la neblina como si perteneciera a ella.

—No deberías estar aquí sola, Montse. —dijo con voz ronca pero cálida.

—¿Montse.? —preguntó la joven, sorprendida—. ¿Me conoces?

La anciana asintió lentamente. Su rostro, arrugado y sabio, se iluminó con una mirada que mezclaba ternura con una pizca de temor.

—Tu nombre es Montse.... o al menos, lo fue. Te he estado esperando.

Confundida y temblando, la joven dejó que la mujer la guiara por un estrecho sendero hasta una vieja casa cubierta de enredaderas. Dentro, la calidez del fuego contrastaba con la frialdad del bosque.

—Soy Miranda. No temas. Aquí estarás a salvo... por ahora.

Mientras bebía un té oscuro de hierbas amargas, la joven no dejaba de observar a Miranda. La forma en que la miraba no era solo con compasión... era como si observara algo peligroso. Algo dormido que podía despertar.

—¿Por qué me llamas Montse.? —insistió.

—Porque así fue como llegaste a mí... en sueños. Siempre me llamabas desde un lugar oscuro. Ahora estás aquí, como lo vi... pero no estás sola.

La joven se estremeció. Miranda la examinó con atención, y al notar la marca en su espalda, palideció.

—Dioses... —susurró—. Entonces es verdad. La marca ha despertado.

—¿Qué soy? —preguntó la joven, al borde del llanto.

Miranda desvió la mirada hacia la ventana, donde la niebla seguía danzando.

—Eres parte de algo más grande, Montse. De algo que nunca debió volver.



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En el texto hay: hechiceras, amor, amor brujas vampiros

Editado: 03.08.2025

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