3 años después
La habitación de un joven siempre ha sido la mejor forma de empezar esta clase de historias sin sentido, sin razón, pero que siempre llevan tras de sí un peso como ningún otro. Era el primer día de universidad de Jack y se había quedado dormido pegado a la cama, para variar un poco. Un pequeño rayo de luz proveniente del sol vacilaba entre las cortinas de la habitación sumida casi por completo en la oscuridad. La mujer entro con un ruido estridente en la puerta de entrada a la recamara, miro al joven sobre la suave superficie del colchón amarrado entre sus sabanas para tomar el sueño de cada noche y se atrevió a lo peor, abrir las cortinas de golpe. La luz del sol invadió la recamara de manera casi tan instantánea como Jack saltando del susto.
—Llegaras tarde el primer día, eso es irresponsables—dijo la mujer viendo ya al joven despierto.
Un rostro amargado y pocas horas de sueño siempre fueron rutina entre la vida de Jack. Se restregó los ojos con sus puños y se levantó lento pero seguro hacía el cuarto de baño. El espejo revelo entre su rostro, además de las habituales ojeras, más de esa barba prematura que había querido eliminar por completo, ¿Acaso jamás terminaría de crecer? No quería tener que salir así. Cepillo sus dientes con cuidado y con una hoja de afeitar de deshizo de a poco de los pelos molestos de la pubertad. Se vistió con lo primero que encontró y bajo a tomar la comida más importante del día, el desayuno.
Abrió la puerta hasta el pasillo, uno largo pero acogedor que desembocaba en las escaleras que servían de puente hasta el piso de abajo. Se abrió camino entre la puerta abierta de la recamara de sus tíos la cual cerro tras de él y por fin logro bajar hasta la cocina. Un pequeño cuarto cerca de la entrada de la casa donde entre pequeños muebles y electrodomésticos, su tía Vanessa solía cocinar delicias para él y su tío, quien ya se encontraba en la mesa con el periódico del día que concurría, muy alegre leyendo los titulares. Jack lo miro desde la entrada de la cocina y este, fijándose en su querido sobrino, hizo a un lado la lectura de los titulares y dejo lucir sus perlados dientes. Un hombre fuerte y fornido que trabajaba para la policía, ese era su tío Bruce, quien estaba muy feliz y casado con la ya mencionada, su tía Vanessa.
—¡Buenos días, Jack! —exclamo Bruce—. Se te nota muy emocionado de salir hoy a la universidad.
—Buenos día, tío—el rostro de Jack hablaba por si solo—; ¿Qué hay para desayunar?
—Por ser tu primer día, he hecho panqueques de arroz—dijo la animada voz de Vanessa entrando de nuevo en la cocina y dando un beso sobre la cabeza de su sobrino—, Quizá así puedas llegar con un buen humor a la universidad.
—No entiendo el chiste tras los panqueques de arroz, ¿Se supone que aún son panqueques? —pregunto Bruce, tomando uno con un tenedor.
—Lo son, pero con algo de arroz para realzar sabor, a Jack siempre le encantaron, en especial cuando…
El rostro de Vanessa contrasto de pronto con una expresión bastante triste, Jack quiso ignorar saber lo que su tía habría querido decir y Bruce solo devoraba su desayuno en aquel silencio que hizo incomodar hasta a las hormigas que pasaban por el lugar.
—¡Vamos a llegar tarde! —exclamo de pronto Vanessa—. Jack, espero no olvides tus llaves ni el dinero que te deje, te veré más tarde cariño. Haz todo lo que este en tus posibilidades para no llegar tarde, ¡Hazlo por el primer día!
Con un desdén enorme por su retraso, Vanessa dio un beso de despedida a su marido y salió a carreras por la puerta principal. Jack observo con recelo el ambiente que pasaba a estar en un silencio asesino proporcionado por los allí presentes. Sin darle demasiadas vueltas en su cabeza, termino su comida y se dispuso a salir hasta su destino, ese destino que se convertiría en su nueva rutina por los próximos años. Subió a buscar su mochila, donde ingreso algunas libretas nuevas, cortesía de Vanessa y varios lápices que había encontrado tirados por ahí. Bajo de nuevo hasta la cocina, se despidió bastante amable de su tío y salió por la puerta principal, cerrándola tras de sí. Jack observo el extenso parque Lincoln que tenía justo en frente de su casa, en la 12 con calle Mariposa. Observo congelado el parque por unos segundos, olvidando por completo que iba retardado para sus clases, teniendo pensamientos más que triviales en momentos como ese. Una chica iba trotando con su pequeño perro por el otro lado de la acera, con unos audífonos colocados sobre sus oídos y la vestimenta reglamentaría de ejercicio. Jack la observo, ella no noto su presencia, pero él encontró curioso notar a otra persona más que también se había levantado temprano ese día, pensamiento estúpido después de todo puesto que todos los que fuesen a la universidad debían hacerlo. Hacía un calor tremendo por los finales del verano y Jack empezó a notarlo ya luego de algunos minutos fuera de casa, aunque no se haya movido desde la entrada. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido estridente del claxon del coche de policías de su tío, quien ya estaba listo para partir.
—¿Vienes o te quedas? —pregunto Bruce desde dentro.
Jack lo observo unos segundos algo distante y por fin decidió subirse. Abrió la puerta del copiloto y tomo asiento en el cómodo, pero bastante caliente, lugar del ya mencionado copiloto. Hizo su mochila a un lado y miro a su tío sin decir palabra alguna, para indicar que ya estaba listo.