Sinfonía del amor.

Capítulo 4.- Dudas.

Por alguna razón que no entiendo me levanté de un humor... menos pésimo. Hannah lo notó y, aunque no dijo nada, yo sabía perfectamente lo que pensaba. Y estaba en un error. Bajé a desayunar con una sonrisa y dejé que mi padre nos llevara a la escuela. Hacía meses -que más bien parecían años- que no dejaba que lo hiciera. Entré a la escuela sin sentir el peso en la espalda que habitualmente sentía, me dirigí a mi casillero para sacar algunas cosas y, al ver mi pequeña libreta que tenía varias pegatinas de música -entre ellas un piano-, no pude evitar sonreír. Y no. Para nada estaba emocionada por mi... plática con Leo, y mucho menos me hacía feliz tener que vestirme con el conjunto que había escogido.

Sé perfectamente que eso no es lo que te tiene así. Sino cierto chico castaño de ojos claros y algo magnético que te tiene atrapada sin que te des cuenta.

Eso era cierto. Había algo en su mirada, algo muy extraño que me atraía y hacía que me olvidara por completo de que era un extraño que no conocía de nada y podría hacerme daño.

Tampoco exageres.

Me giré buscando a mis amigas. Hannah estaba en su casillero guardando cosas. Alice, sentada mirando a Josh y Rose...no la había visto desde que entramos en la escuela.

— Parece que hay problemas —Murmuró Hannah, que ya estaba a un lado mío.

La miré con el ceño fruncido y ella señaló con la cabeza hacia el frente. Me giré y vi a Eduardo rodando los ojos con expresión de fastidio mientras Asher le decía algo, él parecía enojado y hacía ademanes con las manos.

— Deberías ir, es tu primo.

— Si Asher lo golpea, que se las arregle él solito. Tiene manos y, al parecer, la valentía para meterse con Asher.

La miré sonriendo.

— ¿A qué te refieres?

— ¡Por Dios!, Asher es el capitán del equipo de baloncesto, además se ejercita, se nota que podría romperle la nariz a cualquiera que se le atraviese.

— ¿Te gusta Asher? —Me burlé con una sonricita traviesa.

Ella me miró, rodó los ojos y negó con la cabeza. Después volvió a mirar a los chicos que seguían discutiendo.

— Es un buen chico, yo lo aprobaría —Admití.

— Pues yo no, todas las chicas lo miran como si se lo quisieran comer, y yo odiaría que miraran así a mi novio.

La imagen de Hannah gritándole a una chica por su novio vino a mi cabeza y me hizo sonreír.

— Además todos los hombres son unos idiotas que solo quieren usarte y después botarte, como a Jessie de Toy Story.

Sonreí por la singular y parecida comparación. Tomando en cuenta que Jessie es pelirroja y mi amiga también.

— Y, para cerrar con broche de oro, creen que pueden cambiarte o venderte y, creen que no pasará nada si ellos van y se acuestan con otras... ¡Ah! Pero que no lo hagas tú porque ahí sí que hay un problema, y pobrecito destruiste sus sentimientos. Además de que terminan tachándote de zorra.

Levanté las cejas, sorprendida.

— ¿Eso quiere decir que no te gusta Asher?

— Por supuesto que no me gusta. Todo tuyo.

— A mí no me gusta —Dije arrugando la nariz.

— Te gustaba en séptimo año.

— Pero nunca salí con él.

— No, preferiste al mariscal de campo idiota —Dijo sin quitar la vista de los chicos.

Suspiré apoyando mi hombro en el casillero con una mueca. Odiaba tener que recordarlo, y que estuviera presente en la mayor parte de mis conversaciones.

Si hubieras escuchado a Penélope y lo hubieras dejado ir desde el principio, nos podríamos ahorrar mucho de esto.

Lo siento por no estar lista para soltarlo.

Okey, sé que a veces soy dura contigo, pero si no me mantengo firme ambas sabemos lo que pasa.

Tienes razón, pero igual pasa.

En menor cantidad y con menos fuerza y duración.

Volví a suspirar pasándome una mano por la frente. Vi como Eduardo sacaba su teléfono y se lo ponía en la oreja. Su expresión cambió del fastidio a la felicidad y empezó a caminar desapareciendo por el pasillo principal, hacia la salida. Fruncí el ceño confundida pero no me dio tiempo para pensar nada cuando Asher ya se estaba acercando a mí. Cuando estuvo enfrente me sonrió y, antes de que pudiera decir algo le pregunté:

— ¿Estás bien?

Mi voz había sonado un poquito más preocupada de lo que esperaba, pero es que de verdad me inquietaba bastante ver a Asher enojado. Él era demasiado calmado y con mucha paciencia. Suspiró y asintió sonriendo. Aunque la sonrisa jamás llegó a sus ojos.

— Si, solo...he tenido un par de problemas en casa, nada que no pueda resolver.

— ¿Seguro?, Has estado un poco irritado estos días.

Él desvió la mirada incómodo. Negó con la cabeza y suspiró.

— Estoy bien —Aseguró mirándome a los ojos— Me tengo que ir, pero si necesitas algo avísame, ¿ok?

Asentí. Él se giró y subió las escaleras, se detuvo a la mitad de ellas mirando hacia la entrada, apretó los labios y después subió un poco más tenso que antes. Fruncí el ceño sin entender.

Alice y Hannah se acercaron.

— ¿Qué te dijo? —Preguntó Hannah nada más estar frente a mí.

— Nada, solo que ha tenido un par de problemas, se veía tenso y se ha comportado raro estos últimos días.

Hannah se encogió de hombros.

— Seguro es por el partido de la próxima semana. Escuché que el entrenador los tiene jugando como locos.

Miré hacia otro lado buscando a Rose para subir juntas a nuestras clases y la encontré hablando con Josh en un rincón. Ambos parecían muy tranquilos. Alice los miró con el ceño fruncido y Hannah sin expresión.

— ¿Crees que esté ligando con él?

Me giré bruscamente hacia ella con expresión alarmada.

— ¡Claro que no!, ¡Rose podrá ser fría, seca y tosca, pero ella sabe que a Alice le gusta! —Exclamé.

— Seguro le está hablando bien de mí para que me invite a salir —Murmuró Alice sonriendo.



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En el texto hay: humor, musica, strangerstolovers

Editado: 19.10.2024

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