✒️MADD*
Las cosas entre Leo y yo se pusieron un poco incómodas después de lo que pasó en el festival, tratábamos de no cruzar ni miradas, yo volví a sentarme con Eduardo mientras que Gabriel se unió a su amigo. Aparentemente ambos estaban confundidos y creían que había pasado lo de la última vez, pero yo le negué todo al pelirrojo y le dije que simplemente necesitábamos un poco de distancia. O por lo menos yo.
En mi opinión, la comunicación es la clave de todo, así que yo recomiendo hablar.
Me pongo muy nerviosa cuando estoy cerca de él, no puedo hablar.
¿Y qué tal una carta?
¿Una carta?
Él te escribe muchas cartas y notas a diario, ¿por qué tú no?
Porque este no es un buen momento para escribir una carta de amor.
No necesariamente tiene que ser de amor, puedes escribirle lo que sientes y después preguntarle si tú le gustas.
Cómo si fuera tan fácil.
No le vas a ver la cara, solo se la vas a dejar por ahí y te vas.
No sonaba a una mala idea, pero realmente no quería empeorar las cosas entre nosotros, nos habíamos vuelto cercanos y me gustaba nuestra relación antes de eso. No iba a negar que él me atraía, pero lo que menos quería era cometer errores o empeorarlo. La verdad era que prefería mil veces guardar mis sentimientos y ser su amiga. Él era una de las pocas personas que me comprendía y me escuchaba, era de las pocas que me hacían sentir acompañada y con las que me sentía realmente yo misma, pero en este tipo de situaciones no sabía ser yo misma, no sabía qué hacer. ¿Debería hablarle?, ¿Lo ignoro?, ¿Hago como si nada hubiera pasado?
— Yo te recomiendo hablarlo con él —Dijo Alice mientras me limaba las uñas.
Como cada vez que una de nosotras tenía un problema, habíamos hecho una pijamada -lo que Asher conocía como "Reunión del Consejo de Chismes"- para platicar con ellas sobre lo de Leo. La sorpresa más grande de la noche me la llevé cuando Hannah admitió que no estaba enojada con él.
¿Estás segura que es Hannah?
Y, lo que dejó con la boca abierta a Alice, fue que dijo que eso le podía pasar a cualquiera, que tal vez solo eran nervios o que él quería que nuestro primer beso fuera especial y no solo en un aburrido columpio de parque.
¿Soy yo, o el tipo que le dejó la rosa le ablandó el corazón?
— No sé, creo que eso sería incómodo para los dos —Murmuré con una mueca.
— Creo que sería más incómodo que sigan así —Opinó Hannah— Si lo hablan estoy segura que llegarán a un acuerdo.
Alice terminó con mis uñas para seguir con las suyas. Me senté en el sillón y eché la cabeza hacia atrás, frustrada. Volví a mi postura normal cuando Hannah me llamó:
— ¿Y si haces eso de las cartas?
— Es muy cursi, y no sé qué ponerle —Respondí bufando.
Hannah frunció el ceño, pensativa, a continuación me miró y sonrió.
— ¡Se me ocurre una idea! —Saltó entusiasmada— Trae hojas y plumas de diferentes colores.
— ¿Para qué? —Cuestioné confundida.
— ¡Tú solo tráelas!
Hice lo que me pidió y, cuando todo estuvo sobre la mesa, ella repartió una hoja junto con una pluma a cada una de nosotras.
— Vamos a apoyarte —Explicó— No vamos a escribir la carta contigo, pero cada una de nosotras le va a escribir una carta al que le gusta.
— ¿Y tú a quien le vas a escribir? —Cuestioné recordando la rosa de San Valentin.
— A Michael, le voy a escribir todo lo que siento por él.
— O sea desprecio y asco —Dijo Alice distraídamente mientras ponía el encabezado a su carta.
— Exacto.
— Yo no pienso participar en estas niñadas —Opinó Rose mirándonos desde el sofá.
Por un momento sentí que tenía razón y que esto era una bobada, pero sabía que era la única forma en la que podría expresarme con él sin sentirme incómoda o nerviosa.
— Pues no lo hagas, sigue hablando con quien sea que estés hablando por mensaje.
Alice levantó la mirada con una sonrisa.
— Está hablando con tu primo —Dijo.
— Ja, ja, que chistosa.
— No es chiste, en serio está hablando con Eduardo.
La pelirroja se levantó tan repentinamente que no le dio ni tiempo a Rose de pensar, le quitó el teléfono y abrió la boca indignada.
— ¡¿Por qué no me dijiste nada?! —Exclamó.
— ¡No sabía que tenía que contarte lo que hacía con mi vida!
— ¡Si lo haces con mi primo, sí!
Rose no solía contarnos muchas cosas, era una persona un tanto cerrada que prefería guardarse las cosas para ella en lugar de contarlas a todo el mundo. No era algo que muchas dentro de mi grupo de amigas hiciera, pero yo respetaba su decisión, así como le tenía la confianza suficiente para contarle mis cosas.
— Mejor ve a ayudar a tu mejor amiga con el que le gusta y deja de molestarme —Susurró arrebatándole el teléfono.
También era muy común que Hannah y ella pelearan, pero nunca eran peleas graves, solo ciertos roces. La pelirroja se giró hacia nosotras y se sentó a escribir, yo hice lo mismo y, aunque al principio me sentí un poco incómoda y fue un poco complicado, las palabras fluyeron como el agua y me sentí extrañamente liberada al final. Mi mejor amiga había terminado desde hacía ya un rato, Alice iba por la segunda hoja y yo estaba firmando la mía.
— ¿Y cómo se supone que se la voy a dar si no puedo ni verlo a la cara? —Pregunté a Hannah, quien me miraba con una pequeña sonrisa orgullosa.
— Se la dejarás en el piano cuando termine su taller, y si trata de hablar sobre eso, tú cambias el tema o te vas.
— O simplemente le dejas las cosas en claro: que si él no quiere nada serio, no te hable y ya —Sugirió Rose seca como siempre.
Alice se limitó a doblar su carta y meterla en un sobre mientras que Hannah rodó los ojos:
—Si no se atreve a decirle que le gusta, ¿crees que va a poder decirle eso?