Sinfonía del amor.

Capítulo 16.- La playa

La relación entre Leo y yo iba mejorando, al parecer ya habíamos encontrado una forma para que los dos estuviéramos tranquilos, él me enviaba un mensaje todas las mañanas deseándome un lindo día y en la noche otro avisándome que ya estaba en casa. A veces lo hacía temprano, y eran los momentos en los que hablaba con él, me contaba un poco sobre los lugares a los que iba, pero nunca me contaba para qué.  Decidí respetar eso ya que yo no era la más indicada para exigir que me lo explicara todo, yo tampoco era del todo honesta con él, aunque creo que nadie es indicado para exigir saber todo de otra persona, todos tenemos secretos o situaciones que no les contamos a los demás, y eso no nos hace malas personas, solo deberíamos aprender que no podemos exigir algo que no vamos a dar.

Yo trataba de contarle cosas sobre mí, pero la verdad es que -en comparación con la suya- mi vida era de lo más aburrida, pasaba el día entero en mi habitación leyendo o haciendo tareas mientras él viajaba por todo Estados Unidos. Hasta parecía una clase de famoso que iba de gira. Ninguno de los dos comentó nada acerca de la llamada, pero esa noche preguntó si me sentía mejor. Yo le dí una descripción muy vaga sobre eso porque lo que en realidad me importaba era hablarle sobre la canción;  lancé un enorme sermón llamándolo loco y suplicándole que no lo volviera a hacer. No le dije que la razón era mi padre, simplemente le dije que no quería que lo hiciera porque en la escuela habían empezado a burlarse de mí.

Y ojalá eso fuera solo una mentira.

Después de eso toda la escuela hablaba de mí, unos se burlaban, aunque yo ya estaba demasiado acostumbrada a ello, así que no me extrañé pero si odié el hecho de que estaba metiendo en problemas Leo. Él no tenía porqué ser objeto de burla para mi escuela. Asher y Alex eran los que más me defendían. Y Hannah, pero ella lo hacía a su manera... Sean Burtly se arrepintió bastante de haberme llamado "Tipa cualquiera" después de que el puño de Hannah le rompiera la nariz. 

Y le hubiera roto más de no ser por Asher.

¡La escena fue tan cómica! Hannah se le tiró encima y lo empezó a golpear, al principio eran simples bofetadas, pero después explotó y le dio el puñetazo. Estuvo a punto de darle otro pero Asher la jaló por la cintura y la levantó, ella se zafó y cuando intentó lanzarse de nuevo sobre el chico... Asher la cargó sobre su hombro y se la llevó mientras la chica lanzaba insultos al aire. Las cosas entre ellos dos se habían vuelto más relajadas, podían mantener conversaciones más largas sin que Hannah lo insultara o lo mirara mal, pero ella seguía poniendo una barrera entre ambos. Asher parecía respetar esa decisión, pero de vez en cuando se veía con la necesidad urgente de cruzarla. 

Josh y yo seguíamos hablando a escondidas acerca de Alice, en una ocasión me pidió que le hablara sobre mí para así poder tener una conversación normal con la castaña, al principio fue extraño -porque, quien querría hablar de mí- pero después entendí que yo solo sería una excusa para empezar una conversación, así que accedí. Rose había empezado a salir con Eduardo, los había sorprendido varias veces hablando en los rincónes más escondidos de la escuela, y de vez en cuando -cuando yo salía, que era casi nunca- me los encontraba por el centro comercial tomando un café.

Ese día habíamos decidido ir a la playa a pasar la tarde, todos habían aceptado y la verdad es que me emocionaba demasiado la idea. Hannah había quedado en pasar por mí y me tuvo media hora sentada en el porche de mi casa, esperándola, por lo que los chicos ya estaban ahí para cuando nosotras llegamos. Eduardo y Asher estaban jugando con una pelota, Rose estaba sentada en una roca mientras se ponía protector solar, Gabriel y Leo se encontraban sentados en la arena riendo de algo. Sonreí al ver aquella escena, Leo no solía sonreír, y si lo hacía era para burlarse de alguien. Dejé mi bolso junto a los demás y me acerqué al castaño, vestía con unos shorts blancos y una camiseta de tirantes color azul turquesa, Gabriel tenía unos shorts amarillos con caritas felices y una camiseta blanca.

Cuando ya estaba muy cerca de ambos, el chico del piano me miró con una enorme sonrisa.

— ¿Interrumpo algo? —pregunté, dándome cuenta de que había llegado de la nada cuando ellos tal vez estaban platicando de algo privado.

— No —Gabriel negó con la cabeza sonriendo, lo que me dio la confianza de sentarme en la arena frente a ellos.

— ¿Tienen mucho que llegaron?

Leo hizo una mueca.

— Como una hora.

— ¿Rose vino con ustedes? —cuestioné buscando a a chica con la mirada, estaba hablando con Alice.

— Eduardo la trajo —respondió Gabriel mirándola con el ceño fruncido— ¿Siempre es así de... amargada?

Leo le golpeó el hombro y Gabriel lo miró con molestia. 

— Es muy fría —murmuré asintiendo con la cabeza— También muy cruda y seca, es normal, así nos trata a todos ¿te dijo algo?

— No... pero Eduardo trató de abrazarla cuando salió de su casa y cuando llegamos aquí la tomó de la mano, pero ella no se dejó... aunque tenía entendido que se habían besado.

— ¿Qué? —pregunté incrédula frunciendo el ceño— ¿Se besaron?

Gabriel me miró con la misma expresión de incredulidad.

— ¿Ella no les dijo?

Negué con la cabeza.

Pensé en preguntárselo a Hannah, pero seguro se montaba un drama aquí y no quería arruinar la pequeña fiesta que habíamos organizado, así me limité a mirar a Rose mientras trataba de buscar una razón por la cual no nos dijo nada acerca del beso.

— Supongo no nos lo dijo porque no quiere que nos burlemos —concluí volviendo mi vista a los chicos— Hannah suele molestarla, seguro no quiere que empiece con los comentarios tontos que suelen decir.

Gabriel se encogió de hombros, restándole importancia.

— Me gustan tus shorts —señalé, cambiando el tema.



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En el texto hay: humor, musica, strangerstolovers

Editado: 16.11.2024

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