✒️MADD*
—... y por eso te digo que el agua potable no es cien por ciento potable —concluyó Eduardo, quien nos estaba explicando acerca de algo que había aprendido en su clase de química.
Estábamos en el taller y el profesor aún no llegaba, así que todos escuchábamos con atención al pelirrojo, a excepción de Leonardo que tocaba discretamente algunas notas del piano. Gabriel estaba situado en una silla con la guitarra en las manos, sin embargo, toda su atención estaba puesta en su hermano, como si le sorprendiera oír aquello; y yo estaba de pie apoyada en el piano.
— ¿O sea que las botellas de agua potable no son de agua potable? —preguntó Leo confundido apoyando los codos en el instrumento.
— No, tiene minerales especiales y en cantidades moderadas, solo las necesarias para que el cuerpo funcione, de hecho, el agua realmente potable no hidrata, así que una persona con sed podría tomarlo sin resultado, solo sería H2O.
— ¿Le ponen sal al agua? —cuestionó Gabriel haciendo un mohín.
— No solo la sal es mineral, también hay otros como el Sodio, el Potasio, el Magnesio...
— Sí, sí, entiendo el concepto, tampoco te emociones —interrumpió Leo rodado los ojos, por otro lado, yo le sonreí al pelirrojo buscando que se sintiera mejor e ignorara los comentarios de Leo.
— Me alegra que te guste tanto ese tema, seguro que si tu interés sigue no se te van a dificultar nada los exámenes —dije sentándome junto a Leo.
— Eso espero, no quiero reprobar ni quedarme a extras.
— ¿Piensas volver a irte de intercambio? —cuestionó Leo.
La sonrisa de Gabriel se fue desvaneciendo al tiempo que suspiraba y miraba a otro lado.
— No está entre mis planes, por ahora quiero quedarme aquí, ya estuve mucho tiempo fuera de país.
— Seguro que es muy difícil estar lejos de tu familia —comenté tratando de animar a Gabriel.
Seguro que estaba así porque no quería separarse de su hermano, yo nunca había tenido uno, pero hubiera odiado el hecho de separarme de él por años. Imaginaba que, a pesar de siempre tener una sonrisa, Gabriel se llegaba a sentir triste; porque sabía perfectamente que las personas que siempre sonreían eran las que más rotas estaban.
— Sí, es difícil... pero la paz se aprecia demasiado, aunque, como ya dije, pienso quedarme aquí un tiempo.
Gabriel sonrió mientras rodaba los ojos.
— Y te aseguro que esa razón no son ni mis padres ni yo, sino tu amiga —mencionó Gabriel mirándome.
— ¿Estás celoso hermanito? —cuestionó en burla.
Leo y él compartieron miradas, el pelinegro apretó los labios en una línea. Todo se sumió en un silencio que todos sabíamos no era el más cómodo, había algo que ellos sabían pero del cual Eduardo y yo estábamos completamente excluidos.
— El profesor ya llegó —anunció Leo mirado a espaldas de los chicos.
Todos tomaron asiento mientras escuchábamos las instrucciones del hombre. Eran acerca de un trabajo en equipos grandes, escogeríamos una canción para presentar entre todos y sonaba perfecto hasta que mencionó que lo haríamos en público. Había estado cantando dentro del taller, pero lo cierto era que ahí había una confianza muy buena entre todos, justo como dijo Eduardo el primer día; las presentaciones fuera del taller no eran algo que a mí me emocionara. Y todo empeoró cuando nos dijeron que sería en Hollywood... ¡Hollywood!, ¡¡Íbamos a Hollywood!!, ¡A cantar!, ¡¡¡En el Hollywood Bowl!!! ¡Por el festival de música!
Un apretón en el hombro me hizo reaccionar. Me giré hacia Leo, tenía el ceño fruncido y una sonrisa.
— ¿Estás emocionada por la noticia?
— Claro que no —murmuré perdida— Tengo miedo... es decir, sí quiero ir, por supuesto que quiero pero... Me aterra la idea de que vaya a equivocarme en medio de la presentación o de que vaya a caerme a la mitad del escenario o...
— ¡Hey! —interrumpió él tomándome por los hombros— Eso no va a pasar, porque yo y el resto de nuestro equipo estaremos ahí para apoyarte.
— Con que Sofía no esté en él, me conformo —murmuré rodando los ojos.
— ¿Ya ha empezado a hacerte cosas?
— Soy la única a la que molesta.
Él se encogió de hombros.
— Pues siéntete especial.
— ¡Uy, sí! Adoro que me insulten.
— Tal vez te insulte, pero te presta especial atención a ti ¿no es ese un motivo de halago? Además, estoy seguro de que si te insulta es porque se siente amenazada.
Bufé mientras negaba con la cabeza.
— ¿Qué? —preguntó indignado— ¡Por Dios! Eres hermosa, talentosa, simpática e inteligente.
— Y también distraída, torpe, insegura... —enumeré mirando a la nada.
— Pero esos pequeños "defectos" yo los veo como parte de ti, como características que te definen y me encantan.
Sonreí ligeramente mientras nos mirábamos a los ojos. Nunca fui una persona a la que le gustara mantener el contacto visual, a decir verdad era algo que odiaba, pero no con él. Leo tenía unos ojos que te atrapaban, una vez que los mirabas no podías salir de ahí, eran como una enredadera de un verde vivo que te atrapaba y te elevaba del suelo, te sostenían de la forma más delicada y te acogían con calidez. El contacto visual con él era diferente, no era incómodo, tampoco me provocaba nervios... sino paz. Se aclararon la garganta a mi derecha. Automáticamente me giré para encontrar a Gabriel con una ceja enarcada, Eduardo reprimiendo una sonrisa y Amy apretando los labios, divertida.
— ¿Ya acabaron? Tenemos que empezara planear todo porque el festival es este fin de semana —susurró Gabriel ganando una mirada de desaprobación por parte del chico a mi lado.
— Lo que significa que tenemos un total de tres días para escoger, adaptar, modificar y practicar la canción —completó el pelirrojo.
— Tenemos mucho trabajo —murmuré consternada.
Nos sentamos en el piso en forma de círculo para poder escuchar a todos y dar ideas de lo que teníamos pensado. Al final quedamos en que cantaríamos "When te party's over" the Billie Eilish, y que Leo tocaría el piano -Gabriel, por supuesto se hizo el indignado porque dijimos que no necesitaríamos de su guitarra- y solo quedaba elegir una cosa: La voz principal.