✒️GABRIEL*
Durante todo el tiempo que estuvimos en la feria yo traté de estar lo más cerca posible de Alice, pero ella se alejaba sin si quiera notarlo y empezaba a hablar del chico que le gustaba. Yo trataba de escucharla con toda mi atención, pero realmente no me importaba saber nada acerca de ese tipo.
Todos estaban teniendo su romance adolescente y yo ahí esperando como un idiota.
Peor aún, esperaba como un idiota a una chica que sabía perfectamente que no estaba interesada en mí, pero aún así me empeñaba en estar cerca de ella. Si no podía ser algo más para ella me conformaba con ser su amigo, el hombre que la hiciera reír y a quien podría acudir si le rompían el corazón.
En ese momento habíamos decidido salir a almorzar a aquel café que nos encantaba a ambos, habíamos pedido media docena de nuestros panquecitos favoritos y unos cafés mientras reíamos de algo que yo había dicho, bueno, más bien ella estaba riendo; porque yo estaba demasiado concentrado en su rostro, sus mejillas rojas, sus ojos achicados con algunas pequeñas arrugas a los lados, su cabello desordenado por el aire que se colaba por la ventana a nuestro lado. Justo por eso ella llevaba mi sudadera ya que había olvidado la suya en casa, y por supuesto que yo prefería tener una pulmonía a verla a ella enferma toda la semana.
— ¿Hannah te ha dicho algo sobre lo que pasó en la feria? —preguntó para después dar un bocado a su panquecito.
— No, ha pasado una semana y no se ha atrevido a tocar el tema.
Asher fue el que me dijo que se habían besado y cuando se lo pregunté a Hannah ella me dijo que no quería saber nada del tema, no había salido de su casa desde ese día y no respondía ni a las llamadas ni a los mensajes del rubio. Ambos sabíamos que no podría evadirlo para siempre, el nuevo ciclo escolar empezaría en tan solo unos días y se verían por los pasillos a diario, además de que era un muy buen amigo de Madd, por supuesto que se lo volvería a topar por ahí.
— ¿Crees que debería hablar con ella? —cuestionó tomando su taza de café— Es que no quiero que sienta que la presiono demasiado, o que quiero saberlo solo para burlarme.
— Yo... diría que es mejor darle su espacio por ahora, no ha insultado a Asher ni lo ha ido a golpear, así que eso es bueno.
Soltó una risita.
— Creo que lo habló con Madd, pero obvio tienen un acuerdo de confidencialidad.
— ¿O sea que se cuentan mutuamente cuando besan al hermano del otro? —cuestioné frunciendo el ceño.
— Algo así, solo que Madd aún no lo ha hecho...
Estuve a punto de decirlo. A punto. Madd no les había dicho nada a sus amigas y, aunque fuera un chismoso, no se lo diría yo a Alice, esos no eran mis problemas. Lo correcto era guardar el secreto y esperar a que Madd se lo dijese, porque si lo hacía yo todas las consecuencias recaerían sobre ella y tal vez lo único que necesitaba era tiempo para buscar como explicarlo. O para poder ordenar bien sus ideas y decidir si lo que hacía era correcto; cualquiera que fuera la situación, yo no tenía nada que ver.
Parpadeé, volviendo a la realidad donde Alice estaba recogiendo sus cosas.
— ¿Te vas ya? —inquirí apoyando los codos en la mesa.
Ella levantó la cabeza y me miró apenada.
— Mi hermano me envió un mensaje, quiere que cuide de mi sobrina por un rato mientras él sale con su esposa.
— ¿Tu sobrina no tiene que volver a su ciudad por la escuela?
— Es una niña de primer año de primaria, aún le queda un mes y medio de descanso.
Bufé rodado los ojos.
—Cómo envidio a los niños —comenté a lo que ella rió.
— A veces me gustaría ser como ella, sí —murmuró concentrada en el interior de su mochila— Es muy madura para su edad... Le gustaba un niño, pero su familia se tuvo que mudar a Europa y no se volvieron a ver, ella dijo que no pasaba nada, que si la vida los quería juntos volverían a verse algún día...
— Supongo que nosotros sabemos que eso es verdad... —dije distraídamente mientras jugaba con mi taza.
Ella me miró ya de pie. A punto de irse.
— Sí, imagino que sí, aunque tú sabes que al principio trataron de forzarlo.
— Recuerdo que una chica me dijo una vez... Si el destino no los quiere juntos, fuérzalo.
— ¿Ah, sí?, ¿Y quién era esa chica?
Me puse de pie con una sonrisa y me acerqué a su oído. Supe que había sido un error. Porque a ella le gustaba alguien más, alguien que correspondía a su cariño, pero es que realmente había querido hacer eso todo el jodido día.
— Tú sabes muy bien quien me lo dijo...
— No recuerdo a esa chica —respondió bajito.
— Sé que crees que esa chica ya no sigue más aquí, pero yo puedo verla.
Dio un paso atrás, con los labios apretados.
— Debería irme, no quiero que mi hermano y su esposa lleguen tarde a su función —mencionó mientras tomaba su mochila y la colgaba en su espalda— Nos vemos luego, Gabriel.
Se iba. Estaba a punto de irse y yo no había podido cumplir lo que me había propuesto a hacer desde la feria. No podía hacerlo. No tenía la valentía suficiente para ello.
— Adiós, Alice.
Se giró y empezó a caminar hacia la puerta. La cruzó. La vi caminando desde la ventana del local, vi como se perdía entre la gente mientras yo me quedaba ahí con mi mochila en las manos, pensando en lo idiota que era.
Aún puedes ir tras ella, seguro que le gusta.
Quiere a alguien más.
Si te vas ahora la alcanzarás antes de que cruce la calle.
Él la quiere a ella.
Ve ahora y averigua si de casualidad tienes alguna oportunidad.
Ella siempre está muy feliz cuando habla de él.
No pierdes nada con ir, si te dice que no... échale ganas, batállale. Si te dice que sí, que bueno, y si eso no sucede, pues ya tenías el no.
No va a aceptar, a ella le gusta más él.
Chingo a mi madre, pues.