✒️HANNAH*
— ¡Que no estoy enamorada! —grité por quinta vez mientras Gabriel reía a carcajadas.
Seguía castigada, pero él era un pequeño manipulador y carismático que había convencido a mi madre de dejarlo pasar "para que no estuviera tan aburrida en toda esta semana", y vaya que estaba logrando su objetivo, pero con bromas y chistes molestos incluidos.
Paciencia, ya es jueves. Tres días... Tres días y sería libre de nuevo.
— ¡Pero es obvio que te gusta! —atacó desde mi cama.
— A ver, sí, es guapo y está muy bueno, pero nada más.
— ¿Y que hay del beso? —inquirió mientras se colocaba en una posición más cómoda, adueñándose de mi almohada favorita— ¡Por Dios!, La rueda de la fortuna, cabina pequeña, el punto más alto de esta y tú con miedo a las alturas... ¡Es lo más romántico de lo romántico en la historia de lo romántico!
— Pues yo pienso que es lo más ñoño de lo ñoño en la historia de lo ñoño —contradije con cara de asco.
— Pero eso no te detuvo para besarlo.
— Yo no lo besé, él me besó.
— Y tu le seguiste.
— ¡Pero él me besó!
— ¡Yo no choqué, me chocaron! —ironizó con una enorme sonrisa— Acepta que te estás enamorando de Asher.
— No me estoy enamorando de nadie.
— Es que es ilógico que lo niegues, pasan tiempo juntos y ríen mucho, se besan en la feria y de la nada aparece contigo en la calle cuando se supone tú estás castigada, ¿qué esperas que piense?
Rodé los ojos. Era verdad que últimamente habíamos pasado mas tiempo juntos, pero era sobre todo para no sentirnos dispersos en el grupo. Y sí, él me hacía reír mucho, habían pasado varias cosas que no deberían haber pasado y él se veía interesado en mí pero yo no estaba lista para una relación y menos con alguien como Asher.
— No hay nada entre nosotros, por lo menos no de mi parte —aclaré girando la silla del tocador para quedar de frente a él.
— Si se lo dices así le va a doler.
— ¿Doler? —cuestioné incrédula— Por favor Gabriel, tú y yo sabemos que Asher ha tocado más culos que balones, no es un secreto para nadie.
— Pero eso no tiene nada que ver con lo que siente por ti, puede que cambiara.
Solté una risa sin humor.
— Los hombres no cambian, solo fingen ser otros para conseguir lo que quieren.
— No porque Michael lo hiciera de ese modo significa que todos lo hacen así.
— Analiza a Michael y después a Asher y te darás cuenta que son exactamente iguales —solté volviendo al tocador para ponerme la crema facial— La única diferencia es que Asher es más sentimental, pero de ahí en más, no hay nada que pueda hacerme cambiar de parecer.
— Tu padre solía decirte que dos hombres pueden comportarse de la misma forma pero que, en cuando llegara una mujer que de verdad amaran, ellos decidirían si cambiar o no, porque el que te quiere está dispuesto a renunciar a quien es por quien eres.
Solté la tapadera de la crema con un poco más de fuerza de la necesaria contra la mesa y miré a Gabriel a través del espejo.
— No quiero hablar de mi padre —zanjé tomando un poco de crema con los dedos— Y mucho menos seguir con lo de Asher.
— Te duele porque sabes que es verdad.
Suspiré pesadamente.
— Asher siente algo por mí, pero yo por él no, pasamos tiempo juntos solo para convivir más, él fue quien me buscó el día de la fiesta de Josh y lo del beso... Me tomó desprevenida, estaba en un momento vulnerable y él se aprovechó de eso.
— Pero...
— Fin de la conversación.
Él suspiró y después hundió la cabeza en mi almohada. Yo me tomé mi tiempo colocándome la crema, hidratando mi cabello y poniendo bálsamo en mis pestañas y labios, todo esto en un profundo silencio. Un silencio hecho para considerar las cosas, para arrepentirse, para retractarse. Desgraciadamente yo no quería hacerlo, no me iba a permitir sentir algo por Asher, no permitiría más dolor en mi vida; porque abrirse a una persona no es simplemente que esté ahí presente y pueda lastimarte, sino que es darle permiso para hurgar en tu pasado, para conocer lo que más te duele, para mostrarle tu punto débil.
Gabriel se levantó de golpe y tomó su teléfono, suspiró pesadamente y se puso de pie.
— Tengo que irme, Leonardo quiere que vaya a su casa, al parecer hay información acerca de lo del diario —explicó sin quitar la vista de su celular.
— Eso del diario me preocupa demasiado, yo no sé que clase de cosas se escriba ahí, pero estoy segura que a Madd no le va a gustar nada, y no quiero que la dañen de nuevo... Ha estado muy feliz desde que empezó a hablar con él —expliqué con una ceja enarcada.
— Por eso es que trata de solucionarlo antes de que los ejemplares lleguen hasta aquí —se acercó para despedirse con un beso en la mejilla— Te llamaré luego.
Asentí con la cabeza mientras lo veía salir. Me tiré en la cama mientras soltaba un suspiro, con la cabeza llena de ideas que no lograba aterrizar. ¿Qué debía de hacer?, ¿De verdad le gustaba a Asher?, ¿Me lo diría algún día?, ¿Qué se supone que le respondería si me lo confesaba?, ¿Debía confiar en él?, ¿De verdad cambiaría por mí?, ¿Quién era yo para hacer que cambiara?, ¿Qué lugar tenía en su vida?
— Papá... no sabes cuánto te necesito en situaciones como estas —susurré al aire mientras sentía mis ojos arder.
✒️GABRIEL*
Entré a la casa de Leonardo casi con miedo. En su mensaje estaba amenazando a gente que ni siquiera conocía y me explicaba detalladamente como es que las mataría. Era obvio que no lo iba a hacer, pero aún así daba miedo. Todo estaba en silencio, lo que me aterró todavía más y, cuando entré en el comedor, encontré a ambos sentados en la mesa muy concentrados en los papeles. Clifford -como era de esperarse- revisaba la pila de papeles que tendría que llevar al abogado junto con las actas que tenían que rellenar y firmarse por Leonardo. Él, por su parte, leía las notas de los últimos diarios.