Tuve un sueño, un sueño en el que tú y yo éramos completos desconocidos. Nos sentábamos juntos en un banco cercano a un pequeño parque, donde te veía por primera vez. Mis pensamientos al ver tu rostro se volvieron confusos. Llevabas un abrigo gris muy largo, tus manos estaban cubiertas por un par de elegantes guantes, y tus zapatos negros se veían de muy buena calidad. En una de tus manos sostenías un vaso de café cuyo aroma particular me llevó a preguntarte de dónde lo habías conseguido. Te giraste para responder a mi pregunta y dudaste por un momento, pero luego asentiste, nombrando un lugar del que jamás había oído. Te miré extrañada y me levanté agradecida por el dato. Sentí tu mirada seguirme y luego oí el sonido de tus elegantes zapatos al caminar. Me giré para ver si era mi imaginación o si realmente el guapo hombre elegante me seguía. Y así fue.
Unos metros más adelante, tu voz hizo que mi cuerpo temblase. "¿Quieres que te acompañe?" susurraste tras de mí. Al principio te respondí que no, pero luego de una segunda pregunta, accedí. Me guiaste hasta el puesto de café. El ambiente olía delicioso. Un puesto callejero de venta de café y un hombre vestido tan elegantemente no combinaban, pero había algo intrigante en la escena. Me recomendaste un café de granos panameños. Estaba exquisito, con un sabor muy intenso y notas afrutadas y florales de lavanda, jazmín, y hierba en flor, además de un persistente final de cacao y toques de melaza.
Me sorprendí cuando intercambiaste mi vaso por el tuyo. Esa sonrisa que ocultabas me hizo sentir como si ya te hubiera visto antes. "SeokJin" dijiste, revelando tu nombre después de devolverme mi café. Yo te respondí con el mío, "Natasha", y un simple "gracias, nos volveremos a ver".
Desperté llena de emociones en mi corazón, me giré suavemente sobre la cama para buscar tu hermoso rostro, pero no estabas. Mi corazón latía con fuerza mientras trataba de discernir si había sido un sueño o la realidad, pero luego sentí el delicioso aroma del café recién hecho entrando en la habitación. Me levanté y corrí hacia el lugar de donde provenía aquel aroma. Me detuve en la entrada de la cocina y te vi, de espaldas a mí. Corrí unos pasos más y te abracé por la cintura, dándote un pequeño susto que luego se transformó en un suspiro.
Te giraste y yo salté sobre tu cuerpo, rodeé tu cuello con mis brazos, y mis piernas se entrelazaron en tu cintura. Me dijiste:
—Ya despertó la alegría de nuestro hogar—. Y te callé con un suave beso en tus hermosos labios, saboreando la realidad que superaba cualquier sueño.

16/07/2024.-
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