Capítulo 4
Dedicado a Guada
Sere, Iván y Guada volvieron a los 10 minutos con una gran caja en sus manos. Se la acercaron a Maggie. Lo que contenía era suficiente para curar la mayoría de sus heridas. Sere le prendió la luz de la linterna de su celular para que pueda ver algo.
Cuando terminó, Valen les pidió a todos que se durmieran para poder tener energía mañana.
No tardaron en dormirse. Realmente estaban cansados. Maggie se quedó dormida cerca de Facundo en caso de que este despierte repentinamente o que las heridas empezaran a sangrar de vuelta. Muchos se taparon con sus camperas, buzos y suéters. Los de guardia notaron que todos tenían la respiración agitada. Se pasearon entre ellos tratando de calmarlos. Les acariciaban el pelo, le susurraban al oído que se tranquilicen, se recostaban un rato a su lado para calmarlos. Hacían lo que podían.
Mientras tanto, ellos tenían pesadillas. Pesadillas de cualquier tipo, que les robaban, sus familias muriendo, un hombre extraño los perseguía, una mujer llamaba a gritos a su bebé y les echaba la culpa de su desaparición, la figura de una persona mirándolos desde la distancia. Algunos trataban de correr, mas, al hacerlo, era como si no pudieran aumentar la velocidad, corrieran muy lento sin moverse mucho de lugar.
Guada sufrió... algo diferente, más que una simple pesadilla. Por lo que ella pasó era incomparable.
Su cuerpo inmóvil.
Los ojos abiertos de par en par.
La respiración agitada.
El corazón latiendo.
Recordó la figura que descubrieron Felipe y Jaz.
La que los persiguió.
La sombra.
La sombra negra, más negra que la oscuridad.
Una negrura interminable.
La miraba.
La miraba desde lejos.
Desde lejos, pero la sentía cerca.
La sombra caminó hacia ella despacio, inquietantemente despacio.
Trató de gritar, aunque no podía.
Parecía como si su voz no respondiera a la orden.
Querían moverse, pero no podía.
La sombra seguía acercándose.
En un abrir y cerrar de ojos, la tenía a centímetros de distancia, casi con la nariz rozando la negrura.
Y se quedó así un minuto completo esperando que la parálisis se terminara.
Fue sólo un único alumno, Agustín, que no tuvo pesadilla alguna. En realidad, soñó algo bastante normal: estaba en clase de física, específicamente la que tuvieron la semana pasada. La profesora estaba escribiendo algunas cuentas en el pizarrón.
P2 – P3 – P4 = a.(m1 + m2 + m3 + m4)
40N – 20N - 10N = a.(8kg+ 4kg + 2kg+ 1kg)
10N = a. 15kg
10N:15kg = a
0,66 m/s = a
¿Eh?, pensó.
La profesora lo miró directamente y le pidió que diera la clase, ella se sentía cansada. Él se levantó y agarró una tiza. Empezó explicando sobre los diferentes tipos de gusanos que había en el mundo. No tenía nada que ver con el tema, pero estaba bastante seguro de lo que estaba diciendo. Toda la clase le prestaba atención y tomaban notas. Bastante extraño. Sabía que algo no iba bien. Pero de todos modos continuo.
Los que hacían guardia seguían paseándose entre ellos. Pronto iban a cambiar de turno con otros que se ofrecieron. Estaban a punto de despertarlos cuando escucharon un grito. Provenía de lo más profundo de la garganta. Mostraba dolor, demasiado. Al que lo escuchara le provocaría un sentimiento intenso se llorar, lo que pasó con varias chicas y chicos al despertar sobresaltados.
Era Facundo.
Maggie se levantó de golpe y le gritó a Sere que le ayude. Las dos trataron de hacer todo lo posible para ayudar al chico. Sere ocultaba el sufrimiento que le causaba ver a uno de sus compañeros de esa forma, quería concentrarse para ayudar a su amiga. El chico respiraba fuerte y forzosamente. Maggie, aunque parezca ridículo, procuraba recordar todas las escenas de Grey's Anatomy que podía. Tenía que haber algo... De alguna manera...
Pasaron varios minutos hasta que logró que Facundo dejara de gritar, aunque comenzó a llorar. Ya volvía a respirar de manera normal y los latidos del corazón se tranquilizaban. Pronto quedó dormido de vuelta, pero Maggie decidió hacer turno de guardia para quedarse despierta y poder reaccionar más rápido en caso de que algo le pase.
Sere volvió al lugar donde dormía y se largó a llorar dejando a concentración atrás. No podía aguantar todo lo que estaba pasando. Tenía miedo de que a alguno de sus otros amigos le pasara algo parecido. No podría soportarlo.
Se quedaron haciendo guardia Gonzalo, Franco, Maggie y Sofi, ya que les era imposible volverse a dormir.
El resto de la noche fue tranquila, pero dentro de cada uno de ellos, permanecía el sentimiento de que los estaban observando.
Editado: 26.02.2021