III. CONCEPTOS Y CATEGORÍAS DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL
En alguna ocasión decíamos que la constitución del pensamiento científico como cuerpo sistematizado de categorías, proposiciones y axiomas que expresan las leyes y los procesos de lo real, a través de un lenguaje riguroso, implica un desarrollo que en su periodización interna muestra una serie de niveles no sólo en la recuperación y recomposición objetiva do la realidad sino en la misma construcción y operacionalización de los conceptos con los que trabaja. En este sentido, la ciencia es completamente diferente al sentido común. El saber científico se constituye por revolución y no por evolución, por ruptura con el sentido común y no por extensión de él. En otras palabras, el desarrollo histórico de las ciencias presenta una discontinuidad.
Cada ciencia (natural o social) tiene su historia, sus condiciones de existencia y desenvolvimiento y su modo de producción del conocimiento. Así es posible hablar de historia del pensamiento y del conocimiento científico. Gaston Bachelard en su obra “La filosofía dei no” nos explicita cómo ciertos conceptos científicos han sido formulados y reelaborados históricamente desde puntos de vista que van desde el realismo empirista hasta el racionalismo dialéctico, de tal suerte que en las diversas ciencias los conceptos pasan por una serie de estadios hasta su madurez. Pero, este progreso en el conocimiento no sigue un curso lineal ni un acumulamiento, sino que se trata de un conocimiento siempre actualizado, en la superación dialéctica del pasado, por medio del cual se niegan los pensamientos que en las nuevas situaciones históricas se vuelven impensables y se refrendan aquellos actuales y/o actualizables[1].
Con lo anterior, queremos decir que la antropología no nació con sus conceptos elaborados de una vez para siempre, sino que su armazón conceptual fue estructurándose poco a poco, en una continua confrontación y actualización, revisando cada concepto su contenido y uso concreto. La antropología, como toda ciencia en formación, no trabaja con dogmas ni con categorías de pensamiento estáticas. Además, como lo vimos en el capítulo anterior, las diferentes tendencias teóricas asumen críticamente los conceptos que se han venido elaborando y les proporciona una orientación y contenido nuevo, buscando que articulados en un sistema conceptual coherente sean explicativos y den razón de la realidad que se estudia. En este sentido, las definiciones que la antropología brinda son provisionales, esto es, históricas, pero no por ello inconsistentes y sospechosas de error. Pasa lo mismo que en las ciencias físicas y biológicas. El concepto de masa o energía que se tenía como adecuado y se utilizaba en el siglo XVIII dista mucho del que ahora manejan los físicos.
La antropología tiene en su acervo una serie de categorías básicas para sus análisis y sobre las que existe una continua revisión y confrontación; tales como cultura, relaciones de parentesco y conceptos derivados; otros, los comparte con otras disciplinas sociales: por ejemplo, estructura social, religión. No es que las diversas disciplinas hayan hecho una partición de conceptos propios y de comunes, como los campesinos que tienen su área familiar (de pan coger) y su área común. Lo que ha acontecido es que históricamente esta disciplina tiene que hacer uso de conceptos que comparte con otras; pero por razones de su objeto concreto de estudio se especializa en profundizar en forma progresiva y crítica más en ciertos aspectos que en otros. Por ejemplo, los sociólogos se han preocupado más por los temas y conceptos en la relación con la urbanización y las clases sociales en la sociedad capitalista, mientras que los antropólogos se han detenido a pensar mas sobre las sociedades en las que predominan las relaciones de parentesco, la organización tribal y los procesos propios de comunidades precapitalistas. Pero como nada de lo que es humano les es ajeno, también han incursionado, aunque con retraso, sobre la urbanización y las clases sociales.
En este apartado, nos vamos a detener en los conceptos que más ha trabajado la antropología y en lo que es más recurrente.
A. El concepto de cultura
La categoría conceptual que vertebra todo el discurso teórico de la antropología es la de cultura. Quien abra cualquier libro de antropología se dará cuenta de que está atravesado por este término, cuyo contenido es denso y cuya utilidad a veces perece muy móvil, como si sirviera pera explicarlo todo. En nuestra conciencia se nos antoja que se trata de un término de uso común y corriente, sobre el que todos estaríamos de acuerdo. Pero, un examen más detenido nos mostraría que no. Que no hay consenso en su uso y contenido y que en la antropología ha sufrido un tratamiento polisémico que es necesario precisar. Además veríamos como concepto vertebral está más en el terreno de la ciencia que en el terreno del sentido común.
Sin embargo, no hay persona que no se haya referido a la “cultura” haciendo acepción, por ejemplo, a modales refinados, a erudición, en fin a cualquier producto o práctica de excepción y que denote cualitativamente un grado superior; las manifestaciones “elevadas” del arte, la literatura y la filosofía se las considera como la “cultura” y, en consecuencia, sus “productores” poseen cultura; los hábitos de vida y de actitudes de las clase altas se les muestra como manifestación de cultura. Cuando nos movemos en este terreno conceptual. estamos utilizando el término cultura en su acepción vulgar, esto es, dentro del ámbito del llamado sentido común de la gente. Esta acepción considera, en consecuencia, que así como hay práctica, objetos y gente con “cultura”, así también hay grupos, pueblos, clase que no tienen cultura, esto es, “hombres sin cultura”, o con una “cultura atrasada”.