"Como ser social el hombre es una persona * , es decir, un actor de roles; en este sentido es una creación histórica y se puede comprender en los términos de los roles que desempeña e incorpora. Estos roles están limitados por el tipo de instituciones sociales, en las cuales nace y en las cuales madura como adulto. Su memoria, su sentido del tiempo y del espacio, su percepción, sus motivos, su concepción de sí mismo... sus funciones psicológicas, están moldeadas y dirigidas por la configuración específica de roles que incorpora en su sociedad"[1].
Si aceptamos que el hombre nace de una relación social y que su primera visión del mundo la realiza a través de 'otros", no lo podemos imaginar como una isla perdida en medio de un océano convulsionado. El hombre es un ser en relación, una relación en si misma y como al no lo podemos concebir aislado, pues así sólo sería una entidad biológica. La esencia humana no la constituyen los individuos aislados, sino el conjunto de las relaciones sociales en que participan esos individuos, es decir, un conjunto de estructuras significativas concretas, económicas, sociales, políticas e intelectuales que se oponen y se engloban mutuamente [2].
Aquí es importante indicar que en reconocimiento del hombre como una relación social, el problema fundamental reside en hacer explícito cómo el individuo es un ser social ? Cómo se "inscribe" dentro de la sociedad ? A través de qué mecanismos particulares él se hace un ser social ? Aunque aquí no daremos respuesta a estos interrogantes, si señalaremos que se han dado varias respuestas desde perspectivas teóricas tales como el funcionalismo (proceso de socialización); el estructuralismo (el individuo como actor de roles); el marxismo (el proceso de producción de la vida real al interior de las clases sociales), y el socio-psicoanálisis (inserción de los individuos en los "grupos sociales": familia, la escuela, la fábrica, los sindicatos, los centros culturales, los clubes, etc.)
Indudablemente que la respuesta más acabada es la que se presenta desde el marxismo, en cuanto es en la perspectiva que se encuentra el mayor número de elementos para el estudio del hombre y de la sociedad como totalidades y en la que el hombre se presenta como un sujeto colectivo, transindividual (esto diferencia al marxismo de cualquier otra corriente teórica), en el que están presentes en escala reducida y limitada todas las posibilidades existentes en la sociedad.
Pensar el hombre como una relación social, implica reconocer que el individuo se experimenta así mismo como tal, no directamente, sino a través de los demás, es decir, desde el punto de vista particular de los otros miembros de la sociedad. En este proceso de interacción, el individuo tiene que asumir unos roles particulares que lo identifican y lo ubican socialmente. Si concebimos la estructura social como un conjunto de roles, debemos aceptar la existencia de grupos o instituciones sociales que les den sentido a esos roles. La organización de los individuos en grupos o instituciones formales o accidentales, tiene como supuesto la presencia de una red normativa signada por el carácter que asumen las relaciones que establecen los hombres; por las acciones y prácticas sociales que éstos emprenden. Esto quiere decir que la organización grupal e institucional implica la existencia de unas obligaciones y derechos particulares de los individuos productores de esa red relacional. El hecho de que los roles regulen de una u otra manera la acción individual, nos indica su presencia a nivel de la estructura organizativa del grupo o institución y de la estructura psíquica individual.
Una síntesis de la articulación estructural de los biológico, lo psicológico y lo social se presentará de acuerdo con Gerth t Mills de la siguiente manera: "Los fundamentos fisiológicos de la estructura psíquica, tienen efectos intracorporales y dentro de ciertas condiciones histórico-sociales, tienen efectos sociales. La forma en que la gente siente, percibe y desea, está enraizada en el organismo animal y está directamente influida por sus condiciones fisiológicas cambiantes. La estructura psíquica (cómo, qué y cuándo sentimos, percibimos y deseamos), está determinada por la estructura total del carácter, pero el "ejecutor" de la estructura de carácter * , la persona, es el resultado de la experiencia social y del entrenamiento [3].
Tal como hasta el momento se han planteado las cosas, es cierto que desde el punto de vista estructural se rescata al hombre como un conjunto indivisible e interdependiente de partes, pero esto no es suficiente para explicar el carácter que asume esa totalidad estructurada en que existen lo biológico, lo psíquico y lo social. Esta visión no es suficiente en cuanto no da cuenta del movimiento particular que se produce en la totalidad vital individual. Esto es así, en el sentido en que la perspectiva estructural plantea el movimiento de la corporeidad humana como un fenómeno de interacción y no como un fenómeno de contradicciones, es decir, dialéctico; un movimiento en el que no hay necesariamente una correspondencia biunívoca entre cada una de las partes componentes de la existencia del hombre. Si concebimos el movimiento en términos dialécticos, debemos aceptar la existencia de rupturas, incoaciones y contradicciones entre lo biológico, lo psíquico y lo social, es decir, la no presencia de una continuidad necesaria entre cada uno de los aspectos presentes en la vida del hombre. En este sentido lo que encontramos en el hombre concreto (perteneciente a una clase social particular), es un continuo "enfrentamiento" entre las partes componentes de su totalidad vital.